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Los pilotos en la Guerra Civil Española de 1936-39

Láminas históricas de la Revista Defensa

La conflagración que hace ochenta años arrasó a España, provocando una de las guerras más crueles que nuestro país ha vivido en el curso de su Historia, tuvo entre sus consecuencias la de movilizar a miles de personas para la conducción de hombres y máquinas. Formar a alféreces provisionales, en el campo nacional, o a tenientes en campaña, en el republicano, para responder a la creciente necesidad de mandos básicos; instruir a las tripulaciones de los carros de combate y de los blindados; nutrir de personal idóneo las baterías artilleras o las secciones de ametralladoras y morteros, etc., no revistió grandes dificultades. El problema fue titular a pilotos en las distintas vertientes de la Aviación militar: caza, bombardeo, transporte, reconocimiento. Porque aunque enormemente más simples que las actuales, aquellas aeronaves también eran complejas y requerían grandes dotes por parte de quienes se pusiesen a sus mandos.

Foto de portada : Recreación, por Miguel Ángel Capilla, a partir de la foto de uno de los pilotos republicanos que defendieron los cielos vizcaínos a comienzos de la guerra. Esta lámina es la portada del Extra de DEFENSA núm. 49: “Un episodio de la Guerra del Aire. España, 1969-37”

Por supuesto, uno y otro Ejército del Aire disponían de pilotos militares profesionales: García Morato, Carlos Haya, José Muñoz Giménez, Ángel Salas Larrazábal, Julio Salvador, etc., entre los de las aspas de San Andrés; Isidoro Giménez, Manuel Aguirre, Juan Comas, Andrés García Lacalle, etc., entre los de las bandas rojas. Pero estos núcleos, ya de por sí pequeños, se vieron reducidos por la erosión de los combates mientras llegaban más y más aviones a los que servir. Así que fue preciso buscar nuevos pilotos entre aquellos que ya lo eran, por lo civil, antes de la ruptura de hostilidades como el nacional Manuel Vázquez Sagastizábal, caído en combate y distinguido con la Medalla Militar Individual, o el republicano Felipe del Río Crespo, abatido por la torpe artillería antiaérea del “José Luis Diez” y quien, por sus méritos, fue ascendido y enterrado con los máximos honores.

foto: Felipe del Río Crespo, “as” de la Aviación republicana en Vizcaya (Foto: Archivo Adela del Río). ​

También acudieron los responsables de ambos Ejércitos del Aire a jóvenes que, hasta entonces, nunca habían volado y de esa cantera salieron grandes nombres. La República se dotó con una espléndida cantera gracias, sobre todo, a quienes recibieron sus alas de piloto en la URSS aunque tampoco faltaron los disciplinados en España: Eduardo Claudín, Manuel Zarauza, José M. Bravo, Juan Lario, Antonio Arias, Francisco Meroño, Francisco Tarazona, etc. En el otro campo fueron sus homólogos Gonzalo Queipo de Llano, Arístides García López, Javier Allende Isasi, Carlos Serra, etc.
Los pilotos de Franco y los de la República, dieron lo mejor de sí y sufrieron tremendas pérdidas sobre todo, a partir de un momento dado, estos últimos. Y nada mejor, para simbolizar lo absurdo y cruel de las guerras civiles que este caso: En febrero de 1937, en combate con la escuadrilla de Polikarpov I-15 “Chato” de García de la Calle, fue abatido el Junkers Ju-52 que pilotaba el capitán José Calderón, quien falleció junto con dos de sus tripulantes. Pues bien, unos días antes la escuadrilla enemiga había tenido su primer caído... y también se llamaba José Calderón.

J. L. MADOZ


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