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Heinkel He-111 del Ejército del Aire español

Láminas históricas

Los orígenes más remotos de la Aviación española quizás tal vez haya que buscarlos en aquella mítica ascensión en globo que realizada por Vicente Lunardi, el 12 de agosto de 1792 en el parque madrileño del Retiro, o aquel fantástico vuelo que, según Ias crónicas, realizó un tal Diego Martínez Aguilera, abordo de un artefacto de alas batientes, el 15 de febrero de 1793.

Al margen de estas curiosas anécdotas, hubo que esperar al año 1884 para encontrar en el Servicio de Aeroestación, dependiente del Cuerpo de Ingenieros un barrunto de auténtica modernidad. Luego llegaron los precarios aviones de la época de los pioneros tocándole al español Antonio Fernández Ia triste primacía de ser el tercer piloto del mundo que tras un accidente aéreo sobrevenido en Niza el 22 de septiembre de 1909, perdiera Ia vida. A pesar de todo, el coronel de Ingenieros, Pedro Vives y el capitán del mismo Cuerpo Alfredo Kindelán, continuaron los contactos iniciados con los franceses el mismo año de la tragedia, obteniendo las primeras licencias FAI el infante Alfonso de Orleans y, un año después, el ingeniero Benito Loigorri. Vives y Kindeián, no tardaron en convertirse en unos convencidos de Ia utilidad militar de los aviones, razón por Ia cual fundaron una escuela experimental de Aviación en Cuatro Vientos (Madrid). Algunos miembros de Ias primeras promociones pronto recibieron su bautismo de fuego cuando, en 1913, fue enviada al entonces Protectorado español de Marruecos Ia primera de las muchas escuadrillas destinadas que combatieron en las duras breñas del Rif.

Terminadas con éxito en 1927 las operaciones, se abrió un apasionante capítulo de actividades más creativas, sucediéndose los vuelos del Plus Ultra, de Ia Patrulla Atlántica, del Jesús del Gran Poder y del Cuatro Vientos, lográndose algunos récords mundiales de velocidad en circuito cerrado, como los de Cipriano Rodríguez y Carlos Haya.

En 1936 estalló Ia guerra civil española. La República contaba con Ia mayoría de Ia Fuerza Aérea, así como con Ia industria aeronáutica nacional, motivo por el cual los alzados hubieron de pedir auxilio a Alemania e Italia, cuyas Legión Cóndor y Aviazione Legionaria constituyeron parte importantísima del dispositivo nacional a lo largo de toda Ia contienda. En febrero de 1937 llegaron a España los cuatro primeros Heinkel He 111B, modelo concebido como avión militar para la Luftwaffe germana y del que llegó a haber un centenar durante aquella contienda. El Heinkel 111 era un bimotor de construcción totalmente metálica, excepto Ia cúpula acristalada de proa. El tren principal de aterrizaje, retráctil, estaba complementado por una pequeña rueda fija de cola. La motorización de los primeros de serie corría por cuenta de los Daimler Benz de 960 a 1.000 Cv, que accionaban hélices tripalas (Ias últimas series tenían motores Jumo de 1.200 CV de potencia).

Durante Ia guerra se adquirió Ia licencia de fabricación por parte de España y ya finalizadas Ias hostilidades comenzó Ia producción en Sevilla. Para este fin fue construida Ia factoría de Tablada, en Ia que se montaron doscientas unidades del modelo He 111 H16L (B2H para el Ejército del Aire y C-2111 para CASA).

Volviendo a Ia guerra civil, en ella destacaron por su heroísmo en los combates pilotos como los republicanos Del Río, o García Lacalle y entre los nacionalistas García Morato y Salas Larrazábal, siendo los cielos españoles testigos del paso del primer caza de concepción moderna (utilizado en combate), el J-16, suministrado en gran número por Ia Unión Soviética a Ia Aviación Republicana.

El final de Ia lucha, en 1939, convirtió a Ia Aviación española en una de las Fuerzas Aéreas más potentes de Europa. Sin embargo, al concluir Ia Segunda Guerra Mundial salió a Ia luz la auténtica y cruda realidad entre continuos problemas de mantenimiento de los aparatos derivados de Ia diversidad de orígenes y de una creciente obsolescencia apenas parcheada con Ia adquisición de unos cuantos Me-109 y con Ia producción propia de varias versiones del famoso caza germano, los conocidos Buchones. Estos fueron los encargados de marcar la transición del motor de émbolo a los primeros reactores T-33, Sabre y Saeta, este último de construcción española. Asimismo el ya mencionado Heinkel 111 permaneció en servicio hasta los años 70 en versión militar, de reconocimiento escuela y también de transporte VIP, conservando este último Ia proa acristalada aunque no Ias góndolas para armamentos. Los motores Junkers Jumo 211F, de 1.350 CV, fueron montados en 130 aparatos y posteriormente a 65 de ellos se le remotorizó con Rolls-Royce Merlin 500/29 (en total 70 aviones llevaron estos últimos motores).

Los Heinkel, también conocidos en España como los Pedros, fueron retirados del servicio en 1969. En esta última década, llegó de nuevo el resurgimiento esperado por la Aviación y propiciado por dos Leyes básicas, Ia 85/65 de 1965 y Ia 32/71, seis años después, gracias a la cual aparecieron en los cielos españoles aviones como los F-104, Mirage, Phantom , en los años ochenta el EF-18 a punto de ser jubilados en la actualidad para ser sustituidos por más Eurofighters.

 

Texto y lámina: Miguel Ángel Capillas Rojas


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