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Jueves, 9 de mayo de 2024 Iniciar Sesión Suscríbase

Cuando el apoyo a un gigante privado de defensa nacional devora a la industria del sector en el país

La Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI)

Al cierre de esta edición los resultados de las elecciones apuntan a la reedición de un Gobierno del PSOE, eso sí, más complejo aún en los pactos que lo sustenten que en la pasada legislatura. A la vista de lo que los dos grandes partidos recogían en sus programas electorales en cuanto a políticas de Defensa, de haber logrado el PP formar Gobierno no parece hubiera habido grandes cambios de rubro en este ámbito. Reforzar los presupuestos e incentivar a la industria nacional del sector como proveedor referente en el suministro de sistemas a las Fuerzas Armadas eran puntos compartidos por ambos candidatos.

Así pues, pase lo que finalmente pase, nada, en principio, apunta a que vayan a producirse grandes cambios, ni en la Estrategia Industrial de Defensa, ni en los programas definidos y ya en marcha. Y si eso es una buena noticia, en tanto se genera un entorno de estabilidad para el sector, que no se verá sometido a vaivenes políticos, también es cierto que no son pocos los que miran con preocupación en el tejido empresarial español como, bajo el paradigma de favorecer la creación de grandes compañías nacionales a la altura de los gigantes internacionales, se les está atropellando.

Tras la bien vendida idea de que España debe contar con empresas de defensa fuertes, capaces de mirar de tu a tu a los gigantes europeos del sector, el país se está deslizando por una compleja e inaudita senda, con su larga lista de damnificados, tan españoles como el gazpacho, y, a la postre, todo llegará, serán las propias Fuerzas Armadas, operadores de los sistemas con que, en virtud de los más loables intereses de apoyo a la industrial nacional se las dota, quienes sufran las consecuencias.

Y así, en aras de respaldar a quien aspira a valer miles de millones en el corto plazo y que ya se ha hecho con un porcentaje del 3 por ciento en Indra, que pretende incrementar, no se pone coto al intento de sacar del mercado a empresas que, especializadas en áreas concretas con importante desarrollo tecnológico propio, han sido proveedores nacionales y confiables durante años. El Ministerio de Defensa no puede apostar por concentrar demasiados huevos en una misma cesta si eso significa arrollar a otros proveedores de primer nivel y la cesta, no participada por la SEPI (Sociedad Estatal de Participaciones Industriales), sino en manos particulares, puede terminar el día de mañana dando un sorpasso económico inverso o vendida al mejor postor de vete a saber qué origen.

Así no se garantizan valores estratégicos nacionales. Así se agrede al tejido industrial nacional, no olvidemos que España es un país de pequeñas y medianas empresas (PYME), también en Defensa, y así se imponen a las Fuerzas Armadas, que son la pieza central de esta enorme ecuación, sistemas que no son la mejor opción para quienes habrán de operarlos. Así gana uno y pierden todos los demás.


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