Estas misiones se realizan con un elevado número de aeronaves en el aire, lo que unido a la nocturnidad, las hace extraordinariamente exigentes. Unos entrenamientos que requieren de un arduo planeamiento y una coordinación milimétrica, para poder aprovechar el adiestramiento al máximo, ya que son completamente diferentes a un vuelo diurno.
Eurofighter del Ejército del Aire en Gando. Foto: Ejército del Aire y del Espacio
Estos entrenamientos no involucran solamente a los pilotos de combate del Ejército del Aire y del Espacio. También requieren de un arduo trabajo para todo el personal que permanece en tierra. Son los armeros y mecánicos que se encargan de tener las aeronaves listas para sus vuelos o el personal del centro de operaciones de la base que coordina la rodadura de los aviones, gestiona los medios de apoyo y activa los medios de emergencia, es decir, contraincendios, policía aérea, servicios sanitarios, etc.
Al margen del duro entrenamiento al que se someten los pilotos de combate durante este tipo de colaboraciones, se trata de una semana donde se ponen en común diferentes formas de trabajo para seguir volando en la misma dirección. (Texto y fotos del Ejército del Aire y del Espacio)