Brasil otorgó nueva autorización a los buques de la Armada de la República Islámica de Irán IRIS “Makran” e IRIS Dena” para atracar en sus puertos hasta el sábado 4 de marzo, tras haber protagonizado una polémica visita parcial el pasado mes de enero durante una larga semana, del 23 al 30, en que permanecieron en aguas brasileñas pero finalmente no atracaron en Río, debido a un pedido diplomatico de Brasil antes del encuentro Biden- Lula en Washington.
Se han registrado ya diversas reacciones contrarias desde Occidente, en especial en Estados Unidos, tanto desde el gobierno como desde la oposición republicana. El senador Marco Rubio, que representa a Florida, expresó su alarma por "la creciente presencia de Irán en el hemisferio occidental, una advertencia, especialmente porque pretende apoyar a los regímenes marxistas de izquierdas que socavarán la paz y la estabilidad en toda esta región”. Desde el Departamento de Estado también se ha declarado la alerta "ante los intentos iraníes de ganar una presencia militar en el mundo occidental".
Tanto antes como después de los gobiernos de Lula y Dilma Rousseff, las relaciones entre Brasil e Irán acostumbraban ser prácticamente protocolares y comerciales (casi nulas durante el gobierno anterior), lo que había cambiado durante estas dos administraciones, estrechando especialmente los vínculos durante la gestión del radical dictador irani Mahmoud Ahmadinejad.
Inclusive, antes, durante el largo conflicto Irán - Irak, la industria bélica brasileña, desde Engesa con sus blindados, hasta Avibras, con las primeras exportaciones del sistema de Artillería Astros, inclinaron la balanza a favor de Bagdad, que realizó importaciones de vehículos comerciales y particulares, alimentos y hasta estableció un vuelo semanal de su aerolínea a Río de Janeiro. (Javier Bonilla)