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Martes, 19 de marzo de 2024 Iniciar Sesión Suscríbase

Fallschirmjaeger: Los paracaidistas alemanes en la Segunda Guerra Mundial

Ayer noticia

No hay ninguna exageración en afirmar que si los paracaidistas son considerados hoy, en todo el mundo, como tropas de “élite” esto se debe en gran medida al papel jugado por los paracaidistas alemanes en la Segunda Guerra Mundial. Los “Fallschirmjaeger” no sólo realizaron las primeras operaciones aerotransportadas de la Historia. Además, y esto es lo más importante, crearon el “esprit de corps” que, desde entonces, ha caracterizado a estos soldados.

Sin embargo, la realidad es que los alemanes sólo empezaron a mostrar interés por el desarrollo de un Cuerpo de Paracaidistas después de la llegada de Hitler al poder, en 1933, tras decidir la denuncia del Tratado de Versalles y de las limitaciones que imponía al desarrollo militar germano.

¿EL EJÉRCITO O LA AVIAClÓN?

A partir del reestablecimiento del Servicio Militar Obligatorio por el nuevo Gobierno nacional-socialista, empezaron a desarrollarse las primeras unidades paracaidistas. El Ejército, la Wehrmacht, creó un Batallón y la Fuerza Aérea, la Luftwaffe, un Batallón y una Compañía de Zapadores paracaidistas que quedaron integrados en el Regimiento Goering.

foto: Emblema de manga “Narvik”, donde los paracaidistas alemanes actuaron brillantemente (Foto: BDF-Archiv).

Esta era una unidad terrestre encargada de funciones de guardia de corps del jefe de la Fuerza Aérea así como de la protección antiaérea de los Cuarteles Generales de Hitler y de Goering, este último el comandante de la Luftwaffe y número dos del Régimen. Ejército y Aviación disputaron por la forma en que debían emplearse estas nuevas tropas. En la Luftwaffe se pensaba en la realización de acciones de sabotaje e infiltración tras la retaguardia enemiga. La Wehrmacht creía que los paracaidistas debían ser utilizados en grandes unidades y para alcanzar objetivos ambiciosos. Aunque la Fuerza Aérea fue finalmente la encargada de poner en pie las tropas paracaidistas, los conceptos sobre los que se organizarían y emplearían fueron desarrollados por el Ejército.

DOCTRINA DE EMPLEO

La responsabilidad de crear las Fallschirmtruppen recayó en el general Student quien, pese a pertenecer a la Fuerza Aérea, hizo suyos los criterios del Ejército sobre el uso que debía darse a los paracaidistas. La misión que éstas debían asumir correspondía a lo que hoy llamamos envolvimiento vertical de las fuerzas enemigas, complementaria a la de envolvimiento horizontal protagonizada por las tropas acorazadas. Esto exigía la colocación tras la retaguardia enemiga de fuerzas importantes. El principal problema radicaba en que los paracaidistas eran infantería ligera, al no existir en la época la tecnología necesaria para lanzar armas pesadas. Así que si los paracaidistas disponían, gracias al transporte aéreo, de una gran movilidad estratégica, en cambio su capacidad táctica era mínima dadas sus carencias en armas pesadas, medios de transporte y apoyo logístico. Student, muy consciente de estas limitaciones, buscó cómo superarlas. Según sus análisis, una operación aeroterrestre podía realizarse de tres modos.
Mediante el lanzamiento de unidad es paracaidistas. Exigía el uso de tropas muy adiestradas. Además de no contar con equipo pesado, tendían a quedar dispersas sobre las zonas de lanzamiento, tornando difícil emplearlas eficazmente en plazos breves de tiempo. Téngase en cuenta que, hasta 1942, los alemanes no solucionaron el problema del armamento individual de los paracaidistas en los saltos y éste era lanzado después de los hombres, en contenedores.

foto: “Desde la posición mimetizada de un puesto avanzado, el general al mando de un Cuerpo de Ejército observa la línea del frente junto al comandante de la unidad de paracaidistas empleada en el sector” (Texto original de la foto distribuida el 18/02/1943).

Mediante el desembarco aéreo de unidades regulares. Imponía el adueñarse de aeropuertos enemigos donde desembarcar rápidamente tropas conducidas por avión. Estas no necesitaban un entrenamiento especial y no corrían el riesgo de desperdigarse al tocar tierra. Pero el sistema era peligroso, ya que los aeropuertos solían estar bien defendidos y se corría el riesgo de sufrir graves pérdidas en aviones de transporte.
Mediante el uso de planeadores. Lanzando a los paracaidistas a bordo de planeadores conseguirían acercarse silenciosamente a sus objetivos. Llegarían agrupados, portando las armas consigo y sin riesgo directo para los caros aviones de transporte, capaces de remolcar y lanzar los planeadores muy lejos del objetivo. El desembarco con planeadores era para el general Student la solución ideal.
Como se ve, el análisis de Student no podía ser más correcto. Aún hoy los lanzamientos paracaidistas son considerados peligrosos por lo que, de ser posible, se trata de desembarcar las fuerzas propias en aeropuertos enemigos capturados. Y la solución del planeador, por su concepción, es la antecesora de la hoy más aceptada para las operaciones aeroterrestres: la protagonizada por los helicópteros. En todo caso, los tres tipos de operaciones —la del lanzamiento paracaidista, el desembarco aéreo y la del empleo de planeadores—, fueron puestas en práctica en situaciones de combate real por los alemanes antes que por ningún otro Ejército.

ORGANIZACIÓN

En julio de 1938, Student recibió la orden de tener preparada antes de septiembre una División para realizar operaciones aeroterrestres. Para ello fusionó los dos Batallones paracaidistas existentes (el del Ejército y el del Regimiento Goering de la Fuerza Aérea) junto a un tercer Batallón procedente del mismo Regimiento Goering y que había sido entrenado en él para operaciones de desembarco aéreo (luftlande, en alemán). Así quedó formado el Primer Regimiento Paracaidista (Fallschirmregiment 1 o FJR 1).

foto: El primer cementerio de paracaidistas alemanes fue este de Deblin, Polonia. La inscripción reza: “24/9/39. Caído en combate en Wola, Gulowska” (Foto: BDF-Archiv).

El segundo regimiento no era paracaidista, sino de desembarco aéreo, tratándose de un Regimiento de las milicias SA que estaba adscrito temporalmente a la Fuerza Aérea: el SA Standarte Feldherrn halle. El tercer Regimiento era uno de los pertenecientes a la 22 División de Infantería, entrenado a toda prisa para operaciones de desembarco aéreo. El conjunto fue bautizado como 7 División Aérea (Fliegerdiuision 7). Sólo el FIR 1 tenía formación paracaidista, siendo los otros dos Regimientos, unidades calificadas como luftlande.
La 7 División Aérea fue puesta en estado de alerta en 1938, durante la crisis de los Sudetes, que casi origina una guerra entre el Reich y Checoslovaquia. Pero el problema se solucionó gracias a los acuerdos de Munich y no hizo falta que entrara en combate. Eso sí, participó en la anexión del territorio sudete, pero de las tres modalidades de acción que había previsto realizar en caso de guerra (un desembarco aéreo, un lanzamiento de paracaidistas y otro de planeadores) sólo tuvo lugar la primera para mantener el secreto del desarrollo ya alcanzado por el paracaidismo militar germano.
El Alto Mando alemán decidió apostar por los paracaidistas y, a principios de 1939, dio orden de crear el FJR 2, que se formaría absorbiendo plenamente en la Luftwaffe a la mayor parte del ya Regimiento Feldherrnhalle de las milicias SA.

foto: Saltando, sobre el objetivo, desde los fieles Junkers “Ju-52”.

En septiembre de 1939 estallaba la SGM. Los fallschirmjaeger tuvieron una participación mínima en la campaña polaca y como simple infantería, aunque la suficiente como para sufrir sus primeros caídos. Pero, apenas enmudecidas las armas, Student fue convocado por Hitler para estudiar la forma de emplear sus paracaidistas en la ofensiva prevista en el frente occidental. Pronto se llegó a un acuerdo de que las tropas pacaraidistas realizarían operaciones en Bélgica (puentes del Canal Alberto y fuerte Eben-Emael) y en Holanda (en La Haya y Rotterdam) tendentes a neutralizar objetivos claves (el citado fuerte y al Gobierno holandés) o a asegurar puentes vitales (sobre el Canal Alberto o en los brazos del Rin en Holanda) que debían estar intactos para cuando llegaran hasta ellos las vanguardias motorizadas alemanas. Con vistas a las operaciones en Bélgica se creó un Batallón de Asalto Paracaidista (Fallschirm Sturmabteilung) independiente.
Pero la ofensiva en el Oeste se pospuso una y otra vez y, antes de llevarse a cabo, los alemanes y sus enemigos franco-británicos tuvieron que librar una batalla en Escandinavia. En ella, los paracaidistas alemanes demostraron su gran versatilidad como fuerza de reserva estratégica. Para la Operación Weser (ocupación de Dinamarca y Noruega), desencadenada el 9 de abril de 1940, sólo se asignó a un Batallón del FJR 1. Una de sus Compañías actuó en Dinamarca con completo éxito (asegurando un vital puente), en la primera operación de combate paracaidista de la Historia. Otras dos Compañías, que debían haber tomado aeropuertos en torno a Oslo no pudieron hacerlo por impedirlo la densísima niebla. Una cuarta se hizo con el aeropuerto de Stavanger. La restante Compañía del Batallón, al principio en reserva, saltó cerca de Lillehammer para impedir que los británicos (que habían desembarcado en Noruega unas horas después que los alemanes) avanzaran en dirección a Oslo, Fue una operación muy difícil. De los 15 trimotores Ju-52 que debían transportar a la unidad, al final sólo 8 pudieron hacerlo. El efectivo lanzado, inferior al previsto y muy disperso, supo reaccionar con gran energía y habilidad siendo capaz de combatir durante cuatro días, hasta recibir refuerzos, logrando evitar que británicos y noruegos llegasen a enlazar.
LOS PARACAIDISTAS ENTRAN EN LA HISTORIA

Con ser notables, los éxitos obtenidos en Escandinavia no pasaban de ser pequeñas batallas. Donde los paracaidistas iban a entrar en la Historia militar, y aureolados de gloria, sería en la Campaña del Oeste de 1940. Esta se desencadenó el día 10 de mayo. Ese mismo día se lanzaron tres operaciones aeroterrestres:
El Batallón de Asalto Paracaidista, dividido en cuatro grupos tácticos, saltó sobre tres puentes del Canal Alberto y, en una operación de planeadores de extraordinaria audacia, también sobre el fuerte Eben-Emael. Este último grupo, de únicamente 85 hombres, consiguió conquistar la fortificación, tenida por inexpugnable, muy bien guarnecida, con tan sólo seis muertos.
• El FJR 1 recibió como objetivos dos importantes puentes y un aeropuerto, todo ello en las cercanías de Rotterdam.
• El FJR 2 saltó sobre los aeropuertos de los alrededores de La Haya, para permitir el posterior desembarco aéreo de la 22 División de Infantería.

foto: En la noche del 8 de septiembre de 1943, la 2ª División Paracaidista alemana lanzó un ataque desde el Sur contra las divisiones italianas bajo el mando del general Carboni, que tenían la misión de proteger Roma, el Gobierno Badoglio y la Casa Real. El ataque fue apoyado por los contracarros paracaidistas de la División. En la imagen, un blindado italiano, víctima de las granadas alemanas (Foto: BDF-Archiv).

Si las dos primeras operaciones pueden catalogarse como completos éxitos, la tercera, tal como siempre temió Student, fue más costosa ya que de los 430 Ju-52 empleados para transportar a la 22 División se perdieron 170. Aunque los aeropuertos donde debían aterrizar estaban en manos de los paracaidistas alemanes, eran bombardeados por la artillería holandesa. Los paracaidistas y sus compañeros de armas de la Infantería, tanto en Rotterdam como en La Haya, se hubieran visto de todos modos en graves problemas de no haber sido por el veloz avance de los panzer alemanes, que enlazaron con ellos el día 12 de mayo; claro que ese avance no hubiera sido tan rápido de no haberse contado con la previa acción de los faIlschirmjaeger Esa parecía ser la clave del éxito: la posibilidad de una estrecha coordinación entre estos últimos y el Arma Acorazada.
Pero no había descanso para los paracaidistas. Mientras se luchaba en Francia, en el extremo septentrional de Noruega, en Narvik, seguía la batalla. La guarnición alemana, los cazadores de montaña del general Dietl, estaban cercados. Los paracaidistas iban a mostrar otra de sus posibilidades: la de socorrer tropas cercadas. Desde la segunda mitad de mayo, pequeños contingentes del primer Batallón FJR 1 (ya veteranos de los combates en Escandinavia) fueron mandados en socorro de Dietl. Y digo pequeños contingentes porque, por falta de aviones de transporte, no fue posible enviar al Batallón en bloque.

foto: El general de paracaidistas Herman Bernhard Ramcke

Las campañas de 1940 evidenciaron muchas de las posibilidades de las tropas paracaidistas: ocupación de puntos de vital interés estratégico, acciones de obstaculización sobre el movimiento de fuerzas enemigas, vanguardia de tropas mecanizadas propias en su avance, socorro de guarniciones cercadas, etc.

AMBICIOSOS PROYECTOS

Pero Student no se sentía satisfecho. El Führer había dado órdenes de iniciar los preparativos para una posible invasión del Reino Unido y hacían falta más paracaidistas. Empezó, pues, la organización del FJR 3, mientras que el preexistente Batallón de Asalto, ya cubierto de gloria, se expandía hasta el nivel de Regimiento (Fallschirm Sturmregiment) e iniciaba la organización de las unidades de apoyo de la 7 División Aérea (artillería, zapadores, etc.). Bajo el impulso de Student se desarrolló un planeador gigante, capaz de transportar un Panzer lII o un cañón de 88 mm. con su camión-tractor. El general planificó meticulosamente el empleo de sus tropas, encargadas de cubrir las cabezas de playa que debían establecerse sobre el suelo inglés. Trabajo en vano. Hoy sabemos muy bien que Hitler nunca se tomó en serio lo de invadir a ese país.
Derrotada Francia y congelado el salto a través del canal de la Mancha, el centro de gravedad de las operaciones estratégicas se trasladó al Mediterráneo por culpa del desdichado ataque italiano a Grecia (octubre de 1940). Student consideró que aquél podía ser un inmejorable escenario para la consagración de sus tropas. Su Estado Mayor elaboró planes para ataques contra Gibraltar, Malta. Creta, Chipre e incluso Suez pero Hitler solo tomó uno en consideración desde el principio: el relativo a Creta. ¿La razón? Hitler no quería invadir las islas británicas ni tampoco atacar su Imperio (Gibraltar, Malta, Chipre, Suez), pero Creta era distinto. Allí se habían establecido los ingleses poco después de que Mussolini atacara a Grecia y al Führer le preocupaba que desde la isla los británicos pudieran alcanzar, con sus aviones, los pozos petrolíferos de Ploiesti, en Rumania, vitales de cara a la campaña que preparaba contra la URSS.

foto: Una fase de la instrucción en un aeropuerto de campaña.

Los reveses italianos en Grecia y, ya en marzo de 1941, el golpe de Estado antialemán en Yugoslavia, arrastraron a la Wehrmacht hacia los Balcanes. El FJR 2 fue acantonado en Bulgaria, aliada del Reich. Las operaciones militares germanas en la región se iniciaron en abril y la primera acción de los paracaidistas alemanes, en general olvidada por la historiografía militar, fue la ocupación de la isla helena de Lemnos, en el extremo septentrional del Mar Egeo, donde los británicos construían a toda prisa un aeropuerto (destinado, precisamente a bombardear los yacimientos de Ploiesti). Más famosa fue la acción sobre el puente que cruzar el canal de Corinto, que fue planificada y lanzada literalmente sobre la marcha (Student no llegó a ser informado de ella). Los británicos huían en estampida hacia el Peloponeso, perseguidos por la Wehrmacht. Para capturar al máximo de ellos era vital ocupar el puente que cruza el canal de Corinto y con ese fin se lanzaron dos Batallones del FJR 2, en una operación mixta (planeadores y paracaídas) el 26 de abril de 1941. El puente fue conquistado intacto, pero un disparo británico hizo estallar las cargas de demolición, que no habían podido ser desmontadas. Aún así la operación distaba de ser un fracaso, ya que cuando dos días después los panzers hicieron acto de presencia, gracias a la protección de los paracaidistas que guarnecían ese punto, fue posible construir rápidamente uno de fortuna.

CRETA

Si una batalla ha unido su nombre al paracaidismo militar ese es el caso de la de Creta. Para muchos marca el apogeo del nuevo tipo de soldado que es el paracaidista. Otros dicen que también fue el canto del cisne de este Cuerpo, por lo que hace a Alemania. No es éste el lugar donde estudiar el desarrollo de la batalla de Creta. Exigiría demasiado espacio. Basta con los datos básicos. La isla fue atacada el día 20 de mayo por los tres Regimientos regulares existentes, más el Regimiento de Asalto, mediante una gigantesca operación de salto (sólo un Batallón fue enviado mediante planeadores). Para reforzar a los paracaidistas la 5 División de Montaña debía ser transportada a Creta utilizando los aeropuertos que los paracaidistas hubieran tomado, así como recurriendo a una operación anfibia.
Los paracaidistas (y sus compañeros de Infantería) se encontraron con muchos más inconvenientes de los previstos y la batalla (de doce días) se saldó con casi seis mil bajas alemanas (en todos los conceptos, y no sólo de los paracaidistas). Pero ninguno de los problemas cabe atribuirlo a los propios paracaidistas que, para empezar, operaban con datos equivocados. Por ejemplo, no sabían que la guarnición de la isla ascendía a casi 45.000 hombres, entre británicos y griegos. Hubo problemas de enlace, la acción anfibia fue un fracaso sangriento y hubo fallos de coordinación por parte de la Luftwaffe para la cual una operación aeroterrestre de esa envergadura era algo absolutamente inédito.

foto: El alcalde de Heraklion, en Creta, entrega la ciudad al comandante Schulz y al teniente Kerfin (Foto: BDF-Archiv).

Sin duda, las bajas encajadas por los paracaidistas fueron muy altas, pero en vez de fijarnos en esto lo que debemos valorar es la pericia y el valor mostrado por los siete mil paracaidistas de la primera oleada, que debieron enfrentarse a una guarnición muy nutrida, perfectamente preparada para recibirlos y bien pertrechada con armas pesadas. Un combate tan desigual sólo debía haberse saldado con la aplastante derrota y posterior capitulación de los fallschirmiaeger En vez de eso, lograron vencer y al final causaron a los británicos casi 18.000 bajas; daño al que deben unirse las pérdidas griegas y las de buques sufridas por la Royal Navy, machacada en las aguas cretenses.

foto: Paracaidistas alemanes con vehículos capturados a los ingleses en las calles de Heraklion, Creta (Foto: BDF-Archiv).

Se mire como se mire, la Operación Merkur (nombre clave para la conquista de Creta), fue un éxito aunque Hitler se empeñó en NO considerarlo así. Según él, la clave para el triunfo de una operación aerotransportada era la sorpresa y esa ya no existiría en el futuro. ¿Tenía razón el Führer?. Rotundamente: no. Pero él no deseaba más distracciones y en su Alto Mando eran muchos los que pensaban que había que expulsar a los británicos del Mediterráneo antes de atacar a la URSS, objetivo que Hitler estaba impaciente por batir. Las considerables bajas sufridas por los paracaidistas le dieron un argumento de peso: nada de ataques contra Gibraltar o Suez. Equivaldrían, vino a decir, a suicidios en masa. Desde luego, no todos llegaron a las mismas conclusiones. El Ejército británico, que había creado su primera fuerza de paracaidistas (con 500 hombres) tras los éxitos de los fallschirmjaeger en Bélgica y Holanda, dio orden de ampliar sus efectivos hasta 5.000 después de lo sucedido en Creta. En los EE.UU., donde no existía ninguna unidad paracaidista, se dio orden de materializarla. No, Creta no fue el canto del cisne del paracaidismo militar, sino la mejor prueba de cómo estas tropas, por sí mismas, eran capaces de obtener no ya éxitos tácticos, sino victorias estratégicas. Pero Creta no había sido conquistada para ser el puñal que se blandiera sobre el cordón umbilical del Imperio británico (Gibraltar-Malta-Suez) sino como el escudo que protegiese a Ploiesti. Ese fue el error: no sacar partido de una victoria estratégica.

INFANTERÍA DE ÉLITE

El 22 de junio de 1941, la Wehrmacht atacaba la URSS. No se habían planeado operaciones aeroterrestres para esta nueva ofensiva. Pero si el frente oriental iba a quedar inédito para los fallschirmjaeger en cuanto que fuerza aerotransportada, no se puede decir lo mismo de su empleo como Infantería de élite. Ya en septiembre de 1941 se alertó a la 7 División Aérea para que preparara el envío al frente ruso de sus Regimientos. A partir de esa fecha, y en especial durante el temible invierno de 1941-42, los tres Regimientos Paracaidistas y el Regimiento de Asalto fueron siendo enviados al frente oriental para cubrir sectores especialmente amenazados.

foto: Secuencia de un salto de instrucción, sin armamento.

Durante los meses siguientes los paracaidistas combatirían a lo ancho de todo el frente, desde la asediada Leningrado hasta el Don, con pérdidas increíbles (¡muy superiores a las sufridas en Creta!). No entraré a describir estas operaciones en detalle, por no ser aeroterrestres, pero debo citarlas por un elocuente motivo: demostraron lo que hoy todos los Ejércitos del mundo saben y es que el soldado paracaidista, incluso por su psicología, es a la vez un fabuloso soldado de Infantería. Desde entonces para acá no fueron demasiadas las ocasiones en las que los paracaidistas han sido lanzados a operaciones aeroterrestres, pero son infinitas las veces en las que tropas paracaidistas han ocupado los sectores más difíciles y duros de los escenarios de combate.
Mientras sus regimientos se desangraban en Rusia, la 7 División Aérea iba a establecerse en Francia, como unidad de instrucción, con unos 20.000 nuevos reclutas a sus órdenes. Terminado el invierno de 1941-42, parte de las unidades paracaidistas empleadas en Rusia regresaron a la 7 División para que sus veteranos encuadraran a los nuevos reclutas. Pero en el frente del Este la Wehrmacht padecía tal déficit de soldados que, en el verano de 1942, la División fue enviada a Rusia con todos los efectivos, incluyendo el recién creado FJR 4. En octubre la División fue oficialmente rebautizada como Fallschirmjaeger Division 1 (FJD 1). No regresó a Francia hasta marzo de 1943. El terrible invierno de 1941-42 obligó también a la Luftwaffe a crear, ante situaciones de emergencia, unidades de combate terrestre (para protección de sus bases, para taponar brechas del frente, etc.) con personal sobrante de sus escalones terrestres, unidades administrativas, etc. El mariscal Goering dio la orden de constituir, de forma, permanente, unidades de combate terrestre de la Luftwaffe, las Divisiones de Campaña de la Fuerza Aérea (Luftwaffen Felddivision) en septiembre de 1942. Dado que ni los soldados ni los oficiales a ellas destinadas tenían formación como combatientes de Infantería, fue preciso destinar a su instrucción a algunos de los más destacados oficiales de los fallschirmjaeger. Pero resultó imposible organizar un sólido cuadro de mandos, ya que se crearon 22 de estas Divisiones.
Como era de suponer, este tipo de Divisiones fue un fracaso. El general Meindl, paracaidista veterano de Narvik, Creta y de los combates terrestres en Rusia, encargado de la supervisión de la organización de esas grandes unidades, solicitó (en mayo de 1943) que se disolvieran para dar lugar, con ellas, a un número más reducido de Divisiones de Asalto o Desembarco Aéreo (Sturm Division o Luftlande Division) susceptibles de ser empleadas como refuerzo de segunda oleada tras el lanzamiento de las tropas paracaidistas. La idea no fue considerada.

foto: El mariscal Goering tuvo a los paracaidistas bajo su mando directo

Otro hecho a tener en cuenta es la creación, en julio de 1942, de la Brigada Goering. A partir del Regimiento del mismo nombre, ya citado, se decidió constituir una Brigada especialmente organizada para reforzar a los paracaidistas en operaciones aerotransportadas de envergadura, proporcionándoles apoyo de armas pesadas. Antes de acabar de concretarla como Brigada, en octubre, se optó por expandirla hasta el nivel de División Panzer, incluyendo en su seno un Regimiento blindado. Para proporcionarle capacidad paracaidista, el veterano Regimiento de Asalto Paracaidista (a la sazón rebautizado FJR 5) fue asignado a esta División Panzer Goering. El concepto era realmente brillante: una unidad pesada, capaz de actuar inmediatamente después del asalto paracaidista, para tratar de compensar las debilidades de estos hombres en equipamento pesado. Sin embargo, las circunstancias impidieron llevarlo a feliz término.
Los desarrollos teóricos de la División Acorazada Goering o el plan de Meindl para crear las Sturm Division evidencian que los mandos de los paracaidistas alemanes no se resignaban a ser utilizados en el papel de simple Infantería de choque. De hecho, Student planificó nuevas operaciones aeroterrestres, como un salto paracaidista sobre el puerto de Batumi (en la Georgia soviética), en combinación con la ofensiva germana en el Cáucaso en el verano de 1942. Mucho más irreal fue el plan para lanzar una División paracaidista (reforzada por elementos blindados, preferiblemente de la División Goering) sobre las zonas industriales rusas en los Urales. En cambio tuvo posibilidades de realizarse la conquista de Malta. Aunque la operación debía ser asumida por los italianos, un selecto núcleo de cuatro Batallones paracaidistas alemanes fue enviado a Italia, tanto para instruir a los paracaidistas italianos como para participar en la proyectada acción. Pese al entusiasta apoyo de Student a este plan, finalmente tanto los paracaidistas italianos como los alemanes destinados a esta operación fueron enviados, en agosto de 1942, como refuerzos de Infantería para el mariscal Rommel, en el frente de El Alamein. Bajo el mando del general paracaidista Ramcke (otro de los héroes de Creta), esta Brigada paracaidista alemana demostró en África lo mismo que sus camaradas de armas evidenciaban en las estepas y bosques rusos: la extraordinaria dureza del soldado paracaidista como combatiente de Infantería.
En noviembre de 1942, la derrota en El Alamein se hizo evidente. A la vez, las tropas anglo-norteamericanas desembarcaban en Marruecos y en Argelia. El Alto Mando alemán decidió ocupar a toda prisa una cabeza de puente en Túnez. La primera unidad alemana en llegar a ese país, mediante una operación de puente aéreo, fue el Regimiento Paracaidista de la División Goering (FIR 5). Gracias a su acción pudo establecerse una sólida cabeza de puente y enviar a Túnez un gran número de tropas. Entre ellas figuraban un Batallón de Zapadores paracaidistas mandado por Witzig, el oficial que había dirigido el asalto al Eberi-Emael, y un Regimiento Paracaidista creado ad hoc para esta situación de emergencia: el Regimiento Barent hin (por el nombre de su jefe). Durante la campaña de Túnez estas fuerzas paracaidistas (más los restos de la Brigada de Ramcke) combatieron valerosamente como tropas de Infantería. El Batallón de Witzig estaba preparado especialmente para incursiones en profundidad pero sólo realizó una operación de salto (nocturna) para volar un puente. El lanzamiento (de toda una compañía) fue un fracaso pues fueron a caer muy lejos de su objetivo. La unidad fue cercada y sus prisioneros ejecutados sumariamente por los soldados ingleses como espías. Hubo otras acciones aerotransportadas en el frente de Túnez, pero a cargo de los brandenburgueses (las tropas de comandos del Ejército alemán) y mediante el uso de planeadores. En mayo de 1943, las fuerzas del Eje capitulaban en Túnez. Aunque se trató de evacuar al máximo de mandos y soldados paracaidistas posibles, este desastre supuso la pérdida de un personal paracaidista altamente cualificado, que ya jamás se podría reponer. La División Acorazada Goering, por ejemplo, no volvió a disponer en su plantilla de un Regimiento Paracaidista puesto que el FJR 5 desapareció por completo.

 EXPANSIÓN DEL  CUERPO PARACAIDISTA

Pese a las gravísimas bajas en Rusia y en África, se había decidido expandir el Cuerpo Paracaidista. En marzo de 1943, regresaban del frente del Este a Francia los restos de la FJD 1. Cedió a su FJR 2 como núcleo para crear una nueva División, la FJD 2. Las dos Divisiones (la FJD 1, con los Regimientos FJR 1, 3 y 4; y la FJD 2, con los FJR 2, 6 y 7) fueron consideradas como unidades de la reserva estratégica, que debían estar disponibles para actuar en misiones de emergencia. La primera de ellas se dio en julio de 1943, cuando los Aliados desembarcaron en Sicilia en una operación anfibia y aeroterrestre. Los fallschirmjaeger del FJR 1, movilizados a toda prisa, saltaron casi en el mismo lugar donde lo habían hecho los paracaidistas británicos, en Catania. Mientras que el lanzamiento de los británicos fue una completa catástrofe, sus colegas —y enemigos— germanos lo hicieron con la perfección de un ejercicio de maniobras. Otros elementos de la FJD 1 se unieron a la vanguardia, pero por vía marítima o terrestre. La FJD 1, junto a otras tres Divisiones alemanas, entre ellas los elementos existentes de la División Acorazada Goering, no sólo fueron capaces de detener durante más de un mes a los aliados en Sicilia, sino que lograron escapar en buen orden al suelo continental italiano. La experiencia de Catania demostró la alta fiabilidad, como reserva estratégica, de las unidades paracaidistas y, también, que contra un desembarco paracaidista una de las mejores defensas es, precisamente, un desembarco de paracaidistas propios.

foto: El coronel general Student pasa revista al “Sturniregiment II’ en Hildeshenn (Foto: BDF-Archiv).

La FCJD 2 fue enviada también a Italia, acantonándose cerca de Roma. El derrocamiento de Mussolini hizo suponer al Alto Mando alemán que Italia se proponía cambiar de campo. La misión de esta División no era otra que, en ese caso, tomar la capital italiana. Cuando el mariscal Badoglio, que había sustituido a Mussolini como jefe del Gobierno, dio a conocer el Armisticio, el 8 de septiembre de 1943, la FJD 2 se hizo con el control de Roma, inmovilizando a siete Divisiones italianas. Uno de sus Batallones saltó sobre el Cuartel General del Ejército italiano, en Monte Rotondo, neutralizando este centro de decisión durante fechas clave. Otro Batallón ocupó, mediante un audaz salto, la isla de Elba. También fue decisiva la intervención de los fallschirmjaeger en la liberación de Mussolini ya que aunque la operación fue planificada y dirigida por un pequeño grupo de soldados de las Waffen SS dirigidos por Otto Skorzeny, la mano de obra la puso un Batallón paracaidista alemán. El cambio de campo de Italia aún provocaría una nueva acción aerotransportada alemana. Los británicos se habían dado prisa en ocupar varias islas griegas del Egeo con guarnición italiana; de todas ellas acabarían siendo desalojadas por la Wehrmacht. La operación más brillante fue la reconquista de la isla de Leros, en la que intervino como componente aeroterrestre un Batallón de la FJD 2.
Los éxitos de los fallschirmjaeger explican que el Alto Mando decidiera multiplicar las Divisiones de este tipo. En octubre de 1943 se daba la orden de crear, en Francia, la FJD 3 y en diciembre nacía en Italia la FJD 4. El mismo mes la ya veterana FJD 2 era enviada, como tropa de élite de Infantería, al frente ruso, que consumía vorazmente los efectivos alemanes. Las Divisiones FJD 1 y FJD 4 iban a permanecer, hasta el final de la guerra, en el frente italiano, siendo en gran medida las responsables del lentísimo avance aliado en este frente. Solo el nombre de Montecassino es la mejor prueba de ello. Durante esta batalla, que empezó en enero de 1944, los paracaidistas de la FJD 1 demostraron la madera de extraordinarios soldados de que estaban construidos los fallschírmjaeger

UNA DIVISION ACORAZADA PARACAIDISTA

En enero de 1944 la División Acorazada Goering, que paradójicamente estaba encuadrada en la Luftwaffe y no en la Wehrmacht, fue oficialmente rebautizada como Fallschirmpanzer Division (División Acorazada Paracaidista). En parte era una forma de honrar a tan heroica unidad, ya que el título de fallschirmjaeger la aureolaba con gran prestigio. En realidad, los elementos constitutivos de la División no tenían instrucción paracaidista. Pero esta denominación, así como el hecho de que a efectos administrativos pasara a depender del Oberbefehlshaber der Fallschirmtruppen (Comandante en Jefe de Tropas Paracaidistas; tal era el cargo ostentado ahora por Student), evidencian que los alemanes seguían manteniendo la idea de ambiciosas operaciones aeroterrestres, en las que una División panzer entera debía acudir a reforzar a sus paracaidistas por medios aéreos. En octubre de 1944 la División Goering fue reconvertida en Cuerpo de Ejército Acorazado Paracaidista. Aunque en sus operaciones, en Italia y después en el frente del Este, jamás combatió como fuerza paracaidista, esta unidad de élite (valorada al mismo nivel que las mejores Divisiones Panzer de las Waffen SS por los más conspicuos analistas militares), bien mereció el honor de ser considerada parte del Cuerpo Paracaidista y de hecho, ya en la postguerra, las asociaciones de veteranos de las fallschirmtruppen admitieron en su seno como miembros a los veteranos de la Herman Goering.

foto: Los condecorados con la Cruz de Caballero en Creta son recibidos por el mariscal del Reich Güring. De izquierda a derecha: Mariscal Goring, coronel Sturn, coronel Heidrich, comandante Stenzler, comandante Heilmann, capitán Gericke y capitán Dr. barón von der Heydte (Foto: BDF-Archiv).

OPERACIONES ESPECIALES

Dado que los fallschirmjaeger se habían constituido en reserva estratégica, ya no eran la fuerza apta para las misiones de comandos. Por esta razón la División Branden- burgo, que encuadraba las tropas de comandos del Ejército alemán en las que ya en 1942 existía una Compañía Paracaidista, expandió esta unidad hasta el nivel Batallón en el curso del año 1943. Pero la más famosa acción de comandos aerotransportados no la realizó ese Batallón, sino un Batallón paracaidista que había sido creado por las Waffen SS, el SS Fallschirmjaeger Btl. 500 que, en mayo de 1944, protagonizó un audaz ataque mediante paracaidistas y planeadores sobre el Cuartel General del jefe partisano yugoslavo, Tito, quien estuvo a punto de ser capturado. Sólo su buena estrella le puso a salvo, escapando por los pelos como diría un castizo. Desde entonces, y hasta el final de la guerra, el Batallón paracaidista SS sería empleado como unidad de bomberos enviándosele a combatir a los sectores más amenazados, aunque sin efectuar ninguna otra operación aerotransportada. El Batallón paracaidista de brandenburgueses fue menos afortunado. Cuando en agosto de 1944 un golpe de Estado militar depuso al mariscal Antonescu, trató de adueñarse, mediante un golpe de mano, de los aeropuertos de la capital rumana, saldándose el intento con un fracaso total.

CONTRA LA INVASION

El Alto Mando alemán no ignoraba que el gran peligro que se cernía en el Oeste era un desembarco enemigo. Para disponer de reservas con las que combatirlo, los distintos Regimientos de Instrucción Paracaidista fueron asentados en Francia. En marzo de 1944 se daba orden de crear en ese país la FJD 5, y en abril marchaba a Francia, desde Rusia, la FJD 2. Junto a la FJD 3, ya acantonada en Francia, estas tropas debían actuar contra las fuerzas de invasión aliadas. Aunque ninguna de estas unidades se encontraba plenamente operativa el 6 de junio de 1944, todas entraron en fuego. Incluso se constituyó, ese mismo mes de junio, y por vía de urgencia, la FJD 6. Aunque no realizaron ninguna operación de lanzamiento paracaidista a causa del dominio del aire ejercido por los aliados, estas cuatro Divisiones combatieron hasta su casi total destrucción siendo, en buena medida, una vez más las responsables del lento avance enemigo. Restos de estas cuatro Divisiones, más la FJD 7. creada también por procedimientos de urgencia en base a personal de las Divisiones antes citadas y unidades paracaidistas de depósito, tuvieron una actuación estelar precisamente en la derrota de la ambiciosa operación aerotransportada lanzada por los aliados sobre Arnhem (Operación Market Garden). Con el frente ya estabilizado en Occidente, Student puso manos a la obra en la afanosa reconstrucción, sobre suelo holandés, de las FJD 2, 5 y 6. Ciertamente, las Divisiones así reconstituidas difícilmente pueden ser catalogadas como paracaidistas ya que no se trataba de soldados seleccionados, sino de personal reunido de cualquier manera y que ni siquiera realizaba un salto de instrucción. Pero la fama de los fallschirmjaeger era tal que el saber de la existencia de esas unidades preocupaba al Alto Mando aliado.

foto: La propaganda alemana exaltó a los paracaidistas durante los años 1940 y 1941. He aquí la portada de la edición italiana de la revista “Signal”, del 15 de junio de 1940.

Durante la ofensiva de las Ardenas, dos Divisiones paracaidistas (FJD 3 y 5) actuaron como tropas de Infantería, pero únicamente tuvo lugar un lanzamiento, con un pequeño Batallón del FJR 6. Esta vanguardia paracaidista no pudo ser alcanzada por los elementos del 6 Ejército Panzer de las Waffen SS, por lo que su acción careció de consecuencias operativas.
La suerte de la guerra ya estaba echada. Movilizando los últimos recursos se crearon, a principios de 1945, dos nuevas Divisiones paracaidistas: la FJD 8 en el frente occidental y la FJD 9 en el frente del Este. En marzo aún se quiso organizar la FJD 10, enviada a combatir a Bohemia, y la FJD 11, que jamás pasaría del papel. Y en abril, apenas unos días antes de acabar la guerra, aún se hablaba de organizar las FJD 20 y 21. Ni estas Divisiones, ni siquiera las reconstruidas en Holanda meses antes, era ya propiamente tropas paracaidistas. Poco tenían que ver con las tropas que conquistaron Creta o que se habían batido en Montecassino. Pero el esprit de corps paracaidista, mantenido por los escasos veteranos supervivientes y rápidamente asimilado por los jóvenes reclutas, aún se mantenía vivo, incluso en estas unidades de última hora. Quizás la mejor prueba de ello es que en el mes de abril de 1945 un Batallón paracaidista tuviera el valor de lanzarse sobre la ciudad de Breslau, cercada por el Ejército Rojo, para reforzar a su guarnición.

Revista Defensa nº 231-232, Julio-agosto 1996, Carlos Caballero Jurado


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