(defensa.com) Mientras realizaba un entrenamiento de despliegue de tripulaciones operativas en el Aeropuerto de la ciudad de Colonia, una aeronave A-58 “Pucará” perteneciente al Escuadrón Aéreo Nº1 (Ataque) de la Brigada Aérea II (Durazno), sufrió un accidente mientras realizaba la maniobra de aterrizaje. Los dos pilotos resultaron ilesos, a pesar de que la aeronave sufrió daños estructurales considerables.
El Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea Uruguaya, ex piloto de “Pucará”, ordenó la inmediata intervención de la Comisión Investigadora de Accidentes de Aviación (CIADA) para determinar las causas del hecho. Este avión de origen argentino, del cual Uruguay desde hace 33 años, además de Colombia y Sri Lanka, ha sido el único usuario, está llegando al final de su vida útil, no por falta de robustez de su célula, sino por la carencia de repuestos, especialmente de motores (Turbomeca Astazou, ya desprogramados), cúpula y otros dispositivos.
Si el fabricante argentino, hoy FADEA, no implementa su tantas veces anunciado en las últimas dos décadas programa de modernización, al menos en los ítems básicos, no más de uno o dos aviones de este modelo van a poder seguir volando en la FAU en 2015. No es imposible pensar en próximas fusiones de alguno de los escuadrones de combate basados en Durazno, máxime de no procesarse rápidamente la llegada de las futuras células y repuestos de A-37B desde Ecuador, dilatada por problemas ajenos a la FAU.
En ese horizonte, no obstante la extrema falta de recursos para inversiones, crecen las posibilidades, hasta ahora escasas sino del Super Tucano, al menos de ejemplares modernizados-sea por AEL o por Cobham- del AT-27 Tucano convencional, o del coreano y ensamblado en Perú, KT-1P, cuyo precio, inferior a 10 millones de dólares, así como sus posibilidades de transferencia e intercambio tecnológico lo hacen atractivo, inclusive a los ojos de la Cámara Uruguaya de la Industria Aeronáutica. (Javier Bonilla)