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Martes, 23 de abril de 2024 Iniciar Sesión Suscríbase

Entrevistamos a Julián García Vargas, presidente de la fundación FEINDEF y ex ministro de Defensa español

Julián García Vargas es desde 2020 presidente de la Fundación FEINDEF. Antes fue ministro de Defensa, de Sanidad y presidente del Instituto de Crédito Oficial (ICO). Su formación económica, su papel en la Administración y su conocimiento del mundo de la Defensa y de la industria hacen de él un valioso activo para poner luz en la situación bélica actual en Europa y sus efectos sobre el sector de la defensa.

 

Dada su formación y experiencia, habiendo sido incluso enviado especial de la Unión Europea a Bosnia en 1995, ¿desde un punto de vista político cómo explicaría a grandes rasgos la situación actual que vive Europa ante el reto lanzado por Rusia con la invasión de Ucrania?

Es una vuelta a la confrontación clásica Este-Oeste dentro de Europa y un intento de Rusia de volver a las viejas áreas de influencia. Es algo que se ha vivido mucho antes en Europa. Es una constante de la historia europea, que ya se experimentó en el siglo XIX, cuando se veía con recelo que Rusia quisiera ser el gendarme del Continente, lo que derivó en la guerra de Crimea. Esto supone un alejamiento de Rusia de los ideales europeístas, entre los cuales siempre se ha movido entre el recelo y cierto deseo de imitación. Su historia es una continua oscilación entre el ideal de autonomía eslava y ortodoxa y la concepción democrático occidental de libertad.

Es un conflicto de identidad ya que realmente podemos preguntarnos: ¿qué es Rusia, es una parte de Europa o de Asia? Sus fronteras no son muy claras. De hecho, condicionada por el imperio otomano, por una parte y el ideal eslavo por otro, Rusia siempre ha tenido muy difícil acercarse a Europa. No obstante, sus músicos, escritores y artistas han hecho grandes aportaciones a la cultura europea. Ahora con Putin significa un retroceso en este objetivo. Es la vuelta a la autonomía de Rusia y a ser un caso excepcional. A pesar de eso y las graves circunstancias actuales, Rusia siempre estará ahí y habrá que intentar entenderse con ella, aprovechando su faceta europea.

Muchas veces se ha dicho aquello de éste es el momento de Europa. ¿Será verdad? Al menos por ahora se está viendo que Estados Unidos y la OTAN no se están implicando directamente. La autonomía estratégica de Europa será la gran beneficiada por la crisis, ya que hemos visto su necesidad en estos últimos meses y, gracias al impulso de Urusla von der Leyen y de Josep Borrell se ha materializado un impulso más potente que en los últimos diez meses. Gracias, porque esto viene de las cumbres de Maastricht y de Lisboa. Ahora estamos empezando a ver que Europa debe ser autónoma y hablar el lenguaje del poder. Por lo tanto, creo que Europa va a sentirse beneficiada en cuanto a ser una entidad geopolítica más consistente.

El VCR 8x8 “Dragón”, uno de los principales proyectos de la industria nacional y protagonista en FEINDEF (foto José María Navarro).

Respecto a Estados Unidos y la OTAN, espero que no repitan el error de la cumbre de Bucarest en 2008, en la que el presidente estadounidense George W. Bush se empeñó en otorgar a Ucrania y Georgia el papel de aspirante de la OTAN, algo que no pudo respaldar después, lo que generó mucha frustración entre los ucranianos. No fue algo muy sensato.

En cuanto a la entrada de ucrania en la UE, no está muy claro. Podemos dar un paso en falso, como se dio con la OTAN, y es algo que Putin va a tratar de impedirlo con todos sus medios, ya que la Unión Europea es un escaparate de libertad y prosperidad frente a la situación de su país y su forma de gobernar. Deberíamos andar con cuidado y ser muy prudentes, intensificar la asociación con Ucrania, ayudarla económicamente, pero la integración en la Unión Europea es muy difícil y tiene un proceso muy reglado cuyos pasos no deberíamos saltarnos.

¿Cómo cree que este conflicto va a afectar en Europa a la cooperación en defensa, tanto desde el punto de vista político, como de colaboración y prioridades en los programas de armamento conjuntos?

La cooperación en defensa debido al impulso de la autonomía estratégica se va a acentuar. Para eso tenemos el compromiso de materializar la Política Común de Seguridad y Defensa (PCSD) e incrementar el apoyo a los programas comunes de Defensa. En este sentido tenemos el Fondo Europeo de Defensa (EDF) y el Fondo Europeo de Apoyo a la Paz, que son instrumentos de los que se carecía hasta ahora. Lo importante es el impulso político que está experimentando la PCSD, ya que, aunque no va a haber unos ejércitos europeos, sí va a conseguir que los que ya existen estén más coor­dinados, más integrados e interoperables y con estados mayores conjuntos más eficientes y con más competencias.

¿Cree que esto va a ser un revulsivo para los presupuestos de defensa en la OTAN que impulsen la inversión en este apartado, como hemos visto en Alemania?

Ya se está viendo por el caso de Alemania que son el resultado más directo de la invasión. Esta crisis va a tener dos consecuencias: la primera es la mayor unidad de europea en cuanto a temas de seguridad y defensa y mayor unidad en cuanto a la OTAN, pero lo segundo es un mayor esfuerzo en defensa, con el papel de los fondos e instrumentos que hemos mencionado antes. Esto significa un incremento del esfuerzo presupuestario en todos los países, pero hay que hacerlo de forma coordinada, a través de programas comunes, con el objetivo de hacer los ejércitos europeos más interoperables.

Ahora gastamos mucho, pero de una forma no muy eficiente, muy dispersa. Existe el riesgo de que los europeos seamos inconstantes en este sentido, pero ahora le hemos visto las orejas al lobo y será difícil olvidar las escenas que estamos mirando en la televisión de empleo de la violencia sobre los civiles ucranianos, algo que quedará impregnado en nuestra retina. No es la primera vez que lo hicieron; antes en Siria y Chechenia, pero esto nos coge más cerca.

Laboratorio químico recientemente entregado al Ejército de Tierra (foto Indra).

¿Cree que las medidas económicas tomadas por las principales potencias conseguirán los efectos perseguidos sobre Rusia y se puede reducir o eliminar la dependencia energética europea a un coste razonable?

Las medidas económicas son muy potentes y a medio plazo van a producir un retraso económico en Rusia. Ya estamos viendo los efectos sobre la vida de los ciudadanos, como la imposibilidad de usar las tarjetas de crédito, el corralito financiero, la caída del rublo o el desplome de las importaciones. Son medidas que perjudican la calidad de vida de los rusos y esto es difícil de encajar por las autoridades, por muy autocráticas que sean. Esto ya les pasó a los zares cuando se dieron cuenta de que la guerra tenía un coste a largo plazo muy alto, porque disminuía el nivel de vida de la población y generaba protestas. Es algo que ya ha ocurrido en la historia de Rusia y que le obligó a replegarse tras periodos de expansión.

En cuanto a la reducción de la dependencia del petróleo y gas ruso, esto no puede ser inmediato. Requiere una gradualidad para buscar nuevos suministradores, pero tendrá un impulso importante sobre el desarrollo de energías renovables y alternativas. Es interesante de nuevo el debate sobre las energías nuclea­res, quedando claro que Alemania se precipitó poniendo en marcha un programa de desmantelamiento irreversible, que espero no copiemos. Mejor fijarnos en Francia, que apostó por reactores más limpios y menos peligrosos. Aunque la nuclear es una energía delicada, la tecnología tiene un alto grado de madurez. La prueba es que no ha habido accidentes importantes en muchos años. Solo el caso del reactor en Japón, debido a causas naturales difícilmente previsibles y el conocido de Chernobil, por falta de calidad de la tecnología utilizada.

Tras dos años de pandemia con duros efectos, la guerra en Ucrania vuelve a poner a prueba la economía global. ¿Cómo describiría la situación actual?

Esto me recuerda al shock del petróleo de los años setenta, que trajo consigo una época de crecimiento limitado y alta inflación. Sin embargo, no veo una recesión, ni la ve ningún experto, porque para eso debería durar mucho la guerra, algo que parece no va a ocurrir. Sí hay problemas en sectores concretos por las limitaciones en importaciones, como el ganadero o aquellos que requieren las materias primas de Rusia. También habrá dificultades por el lado de la demanda en España, sobre todo en el turismo. En general van a disminuir las expectativas de recuperación que había tras la pandemia. Las está afectando y debemos ser conscientes de ello y aceptarlo como un tributo al apoyo a Ucrania y a nuestra contribución para dificultar la invasión rusa.

El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski (foto Gobierno de Ucrania).

Usted fue ministro de Defensa entre 1991 y 1995 y ahora es presidente de la Fundación FEINDEF. ¿En qué se diferencian las Fuerzas Armadas y la industria de defensa de entonces y de ahora?

Las Fuerzas Armadas en los noventa no estaban en la estructura militar integrada de la OTAN y eso era muy perceptible en el Ejército de Tierra, menos en Armada y el Ejército del Aire, que estaban más acostumbrados a colaborar con europeos y estadounidenses en la OTAN. Eso significa que no tenían acceso ni responsabilidades en el Comité Militar de la OTAN, algo que ha ido cambiando. Por ejemplo, los últimos Jefes de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD) desempeñaron puestos de alta responsabilidad en la Alianza antes de ser nombrados. Todos los JEMES desde hace años han participado en misiones internacionales OTAN. Hoy los militares del Ejército de Tierra, Aire y Armada, se desenvuelven en la Alianza y en la UE perfectamente, tan bien como los de países miembros más antiguos. Tienen muy alta formación y dominio de los idiomas, algo que noto cuando hablo con ellos y me llena de satisfacción haber conseguido que entráramos en el comité militar de la OTAN, un empeño en buena parte mío

Como expliqué en un reciente seminario de la Fundación FAES, en 1991 le transmití al presidente del Gobierno, Felipe González, que deberíamos entrar en el Comité Militar de la OTAN. Él dijo que estaba de acuerdo pero que al Partido no le iba a gustar, que lo hiciera con prudencia. El Partido no puso oposición y encontramos apoyos extraordinarios en el Grupo Parlamentario, como el recientemente del fallecido Jordi Marsal. En septiembre de 1994 organizamos una reunión informal de ministros de Defensa de la OTAN en Sevilla y vino, por primera vez en treinta años, el de Francia, François Leotard. Al finalizar anuncié que España aspiraba a entrar en el Comité Militar y Leotard dijo que quería proponer en Francia algo parecido a lo que estaba haciendo España. La reacción de los medios y de la sociedad fue perfecta.

La industria de defensa en la actualidad es menos autárquica, más competitiva y sofisticada que aquella con la que yo trabajé, participa en concursos internacionales con éxito y ha buscado nichos tecnológicos de mercado muy importantes y prometedores. Además, el mercado español es muy pequeño y por eso las empresas han tenido que buscar su expansión fuera, compitiendo con gigantes tecnológicos muy asentados. Siempre es importante tener un respaldo inicial con un programa nacional, porque te permite financiar el I+D de partida. Luego se puede colaborar con empresas de otros países y asentarlo y convertirlo en una patente. Ahora es habitual que empresas de defensa vendan en el extranjero sus productos antes que en España.

¿Qué hace falta para contar con unas Fuerzas Armadas y una industria de defensa a la altura de la situación actual, con una ley de presupuesto que brinde estabilidad y permita la planificación?

Una conciencia de defensa mayor que la que tenemos, entender que la misión de las Fuerzas Armadas es nuestra libertad y entender que la industria de defensa, además de sostener a las Fuerzas Armadas, son una fuente de tecnología impagable. Cuando entendamos lo que ya entendieron en Francia o Estados Unidos hace años, que los programas de defensa son el origen de inversiones que se convierten en tecnología dual, aplicables para el sector militar y el civil, una fuente de riqueza inmensa para el país. El día que entendamos eso miraremos a la industria de defensa de otra manera. Sin embargo, sigue adoleciendo de una imagen dudosa, ya que los partidarios del no a la guerra y el no a la OTAN son todavía muy reacios a considerar a la industria de defensa como una fuerte de riqueza. 

En lo que se refiere a una ley de presupuestos de Defensa, no sé hasta qué punto sería necesaria una. Quizá sí sería conveniente tenerla. Lo importante es que cuando iniciemos un programa de dotación para las Fuerzas Armadas haya un compromiso parlamentario de dotarlo durante su ejecución y que no haya que explicar cada año al ministro de Hacienda cómo va el programa y la necesidad de dotarlo con el presupuesto específico. Hay que reconocer al Ministerio de Defensa la capacidad en los últimos años para mantener los principales programas, tarea importante que han defendido los ministros, secretarios de Estado y jefes de Estado Mayor de los tres ejércitos.

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, visitó el pasado 17 de marzo al canciller alemán, Olaf Scholz, y le agradeció su fuerte compromiso con la OTAN.

¿Cómo se puede compatibilizar la gran internacionalización de la industria de defensa con su carácter estratégico nacional? ¿Cómo explica que se dejara vender ITP y ahora se quiera españolizar a marchas forzadas?

Se compatibiliza con voluntad política por parte del Gobierno de formar parte de grandes programas europeos, garantizando la participación española en ellos y, por parte de la empresa, con eficacia, capacidad de competir y de generar nichos de especialización. Es una tendencia que no va a disminuir, sino aumentar, por lo que debemos estar preparados para participar en todos los grandes programas europeos, planificando bien con las empresas nuestra contribución. Lo que sucede con ITP es un ejemplo de dificultades difíciles de prever, ya que cuando Sener la vendió a Rolls-Royce parecía una operación lógica. Sin embargo, que luego Rolls-Royce la vendiera pareció un paso más problemático, que no nos cogió preparados y en una situación económica y presupuestaria difícil y no hubo manera de encontrar un comprador español.

Ahora vemos la necesidad de estar dentro de ITP con una parte española garantizada, que suponga la supervivencia de Zamudio, donde hemos invertido mucho y tenemos grandes ingenieros y trabajadores, algo que no se puede perder. Lo que se está haciendo es intentar rescatar un activo industrial imprescindible.

Necesitamos esta participación, y españolizar una parte de ITP Necesitamos españolizar para mantener el I+D y la fabricación española, que es esencial. Es una reacción a una situación que nos ha venido impuesta por las circunstancias y que hay que intentar resolver a marchas forzadas, porque tenemos hasta junio, según lo anunciado por Bain Capital. Es un recurso industrial y tecnológico que no se puede perder.

Usted ha defendido siempre la participación en consorcios europeos. Con una industria menor, ¿cómo se puede hacer sin perder independencia y consiguiendo una participación equitativa en los programas internacionales?

Con capacidad de competir y de aportar tecnología propia en nichos concretos. La pérdida de independencia en cierto modo es una consecuencia del enfoque europeo de los nuevos programas. Lo que hay que garantizar es una capacidad que corresponda a nuestras capacidades industriales y a las necesidades de nuestras Fuerzas Armadas. Luego, en el momento de la negociación, habrá que defender las fortalezas industriales y tecnológicas, fomentando el I+D en las empresas.

Esto lo ha entendido muy bien el secretario general de Industria y de la PYME (Pequeña y Mediana Empresa), Raúl Blanco, que forma un buen tándem con la ministra de Defensa y la SEDEF (Secretaria de Estado de Defensa). Están apoyando el desarrollo tecnológico de las empresas, un cambio de enfoque bastante notable que en mi época no existía, porque ahora hay una base industrial y tecnológica de la defensa más potente.

La reunión extraordinaria de ministros de Defensa de la OTAN del pasado 16 de marzo (foto OTAN).

Indra es protagonista reciente, Navantia aparece continuamente en las quinielas para unirse a sus competidores europeos y en Airbus tenemos una participación muy pequeña. ¿Cómo cree que evolucionarán estos principales actores y qué planes cree que tiene el Estado para ellos?

Indra es el referente tecnológico de la industria defensa y seguridad española, también en otros sectores, pero sobre todo es sensible en esas áreas que han sido apoyadas por todos los gobiernos. Por eso hay que potenciarla en el sentido que lo está haciendo la SEPI (Sociedad Estatal de Participaciones Industriales), aumentando la participación pública y capitalizando esa participación para poder acceder a ITP, porque es la única que lo puede hacer. Es la única que compite internacionalmente con tecnologías y aportaciones propias. Por eso espero que el incremento de participación de la SEPI sea en apoyo de esta tendencia, no solo resolver el problema de ITP.

Navantia es una empresa que ha dado un salto tremendo en diseño e integración de tecnologías. No veo que se vaya a unir a otro competidor europeo, pues sería donde más perderíamos en autonomía. Hay que potenciar que participe en todos los programas europeos para que estos sean interoperables y para eso la aportación tecnológica en diseño e integración es muy notable. Además, su capacidad de colaboración con otras compañías es muy importante y se ha ganado el respeto de socios más grandes que ella, lo que es muy estimable. Hay que tener mucha paciencia con Airbus y mantener la capacidad de fabricación dentro de España. Deberíamos intentar a medio plazo incrementar la participación. Y también mejorar los productos propios de Airbus de origen español, como los aviones de transporte con origen en CASA, como el C295.

¿Cómo valora la última edición de FEINDEF (Feria Internacional de Defensa y Seguridad)?

La última feria salió muy bien, pero hay que aumentar la participación, conseguir más pabellones nacionales y más expositores y de mayor nivel, por ejemplo, con empresas estadounidenses de primer nivel. Es un escaparate excelente para mostrar las tecnologías de las empresas, sobre todo de las medianas, que constituyen la mayoría del sector y tienen que entrar en los consorcios europeos. Hay que aprovechar el impulso que está dando a la industria de defensa el conflicto de Ucrania.

Sería ideal si desde la Fundación FEINDEF pudiéramos contribuir a mejorar la percepción y el conocimiento de la industria de defensa entre la población. Igual que la misión de las Fuerzas Armadas es nuestra libertad, un mensaje que hay que trasladar sobre nuestra industria de defensa es que nuestra tecnología es nuestro bienestar futuro. La principal función de FEINDEF es organizar la feria de 2023, un esfuerzo del Ministerio junto a las dos asociaciones sectoriales, TEDAE y AESMIDE. Mientras trabajamos en la próxima edición, estamos desa­rrollando diferentes seminarios. como los centrados en la mujer y en la conciencia de defensa. (José María Navarro)

Fotografía portada: El presidente de la Fundación FEINDEF, Julián García Vargas.

 

 

 

 

 


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