El presidente de la República de Colombia, Gustavo Petro, anunció a través de su cuenta en la red social X que ordenó adquirir armamento y equipos para subsanar un déficit acumulado de equipamiento en las Fuerzas Armadas colombianas equivalente a 40 billones de pesos, unos 10.000 millones de dólares.
Según el mandatario, esta situación es el resultado de decisiones políticas tomadas por gobiernos anteriores, que, en sus palabras, “debilitaron la fuerza pública” al descuidar el mantenimiento, renovación y adecuación del material bélico a las necesidades del país.
Petro explicó que muchos helicópteros se encuentran en tierra porque son de fabricación rusa, lo cual dificulta su mantenimiento en el contexto geopolítico actual. También denunció que parte del equipo de origen israelí resultó tener una vida útil muy limitada, que los aviones estratégicos llevan más de medio siglo en servicio, y que buena parte del material adquirido no se ajusta a las condiciones del territorio colombiano, afectando la eficacia operativa de las Fuerzas Armadas.
El presidente fue enfático al responsabilizar a administraciones pasadas por priorizar grandes negocios de infraestructura —como las carreteras 4G— por encima de la defensa nacional.
Frente a este panorama, el jefe de Estado ha dado la orden de realizar una compra integral de armamento para la fuerza pública, utilizando el mecanismo de vigencias futuras, que permite comprometer recursos de presupuestos venideros. El objetivo, afirmó, es construir una fuerza pública “eficaz, moderna y superior moral y técnicamente al narcotráfico”, con capacidades reales para enfrentar las amenazas internas y proteger a la población.
Petro dejó en claro que esta fuerte inversión en defensa no interferirá con los planes de desarrollo social ni con la apuesta de su gobierno por fortalecer las economías populares del país. Señaló que es posible modernizar a las Fuerzas Armadas sin abandonar los compromisos sociales adquiridos con los sectores más vulnerables.
Este anuncio se da en un contexto de renovación militar que incluye la futura adquisición de los aviones de combate JAS-39 Gripen, fabricados por la compañía sueca SAAB, que reemplazarán a los antiguos IAI Kfir de origen israelí, actualmente en proceso de retiro en la Fuerza Aeroespacial Colombiana.
Con esta medida, el gobierno busca no solo recuperar la capacidad disuasiva del Estado frente a amenazas como el narcotráfico y los grupos armados ilegales, sino también construir una nueva doctrina de seguridad que integre modernidad tecnológica, eficiencia operativa y principios éticos en el uso de la fuerza. (Carlos Vanegas)







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