La Armada de Colombia ha incorporado tres nuevas unidades tipo Patrullera de Costa clase “Island”, provenientes de los Estados Unidos, como parte de su esfuerzo continuo por reforzar la seguridad marítima y la defensa del territorio nacional. Estas embarcaciones, adquiridas a través del programa de Excedentes de Defensa del Gobierno estadounidense, fueron oficialmente recibidas en el muelle principal de la Base Naval ARC "Bolívar", en Cartagena, marcando un hito importante en la cooperación bilateral y en el fortalecimiento operativo de la institución naval.
Las patrulleras, que anteriormente prestaron servicio en la Guardia Costera de los Estados Unidos, han sido rebautizadas con nombres que evocan momentos decisivos de la historia naval independentista de Colombia: ARC Batalla Toma de Sabanilla, ARC Batalla de Cispatá y ARC Batalla Noche de San Juan. Este gesto simboliza el compromiso de la Armada de Colombia con la memoria histórica y con los valores de libertad y soberanía que inspiraron la formación del poder naval colombiano.
Descomisionadas en marzo y abril de este año en puertos de Alaska, estas unidades completaron una exigente travesía de más de 4.600 millas náuticas. Zarpando desde Ketchikan el 14 de mayo, llegaron a aguas colombianas el 14 de junio, en una navegación que no solo puso a prueba su capacidad técnica, sino también la preparación y profesionalismo de las tripulaciones colombianas encargadas de traerlas a su nuevo puerto base.
Con una eslora de 33,5 metros, manga de 6,4 metros y calado de 1,9 metros, cada patrullera desplaza más de 154 toneladas. Su mástil alcanza los 16,7 metros de altura y están equipadas con dos motores diésel y dos generadores eléctricos, lo que les permite operar de manera autónoma durante largas misiones. Estas embarcaciones pueden alcanzar velocidades de hasta 29 nudos —equivalentes a unos 53 kilómetros por hora— y cuentan con una autonomía aproximada de 1.440 millas náuticas. Cada una está tripulada por dos oficiales y 15 suboficiales, quienes fueron debidamente entrenados para operar los sistemas a bordo conforme a los estándares internacionales.
El diseño robusto de estas patrulleras, probado durante años en condiciones extremas del Pacífico norteamericano, les permite operar con eficacia en entornos costeros y zonas marítimas de difícil acceso. Su incorporación fortalecerá significativamente las capacidades de la Armada de Colombia en tareas como vigilancia del litoral, interdicción marítima, protección de los recursos naturales, búsqueda y rescate, asistencia humanitaria, apoyo a autoridades civiles y control del tráfico marítimo. También desempeñarán un papel clave en la lucha contra actividades ilícitas como el narcotráfico, el contrabando y la pesca ilegal.
Los nombres escogidos para estas unidades tienen un profundo valor simbólico. La Batalla Toma de Sabanilla recuerda la conquista del puerto homónimo en 1820, clave para el avance de las tropas patriotas hacia el interior del país. La Batalla de Cispatá, librada en 1813, fue una acción fundamental en la consolidación de la presencia patriota en el Caribe. Por su parte, la Batalla Noche de San Juan, ocurrida el 24 de junio de 1823, representa una victoria decisiva para el control naval insurgente. Con estas denominaciones, la Armada de Colombia honra a los marinos que lucharon por la libertad y reafirma su vocación de servicio en defensa de la soberanía nacional.
La llegada de estas patrulleras es también un reflejo del alto nivel de cooperación estratégica entre Colombia y los Estados Unidos. La formalización del proceso mediante una carta de oferta y aceptación garantiza la correcta integración de las unidades a la flota nacional, asegurando su operatividad y sostenibilidad técnica conforme a las exigencias institucionales. Este acto consolida la relación bilateral en materia de seguridad y defensa, basada en la confianza mutua y en objetivos compartidos. (Carlos Vanegas)






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