En las aguas tranquilas pero cargadas de historia de la Base Naval Point Loma, en San Diego, la tripulación chilena del submarino SS-20 "Thomson" ha encontrado un terreno fértil para pulir esas habilidades que marcan la diferencia entre una patrulla rutinaria y una operación que puede inclinar la balanza en el Pacífico Sur. No es solo un ejercicio más, es el pulso de una Armada que, en pleno 2025, se mira al espejo de sus aliados norteamericanos para medir su temple ante un horizonte donde las tensiones en el Indo-Pacífico no dan tregua.
El "Thomson", ese viejo guerrero clase 209/1400 que lleva en sus costados el eco de la Guerra del Pacífico y el nombre de un capitán que no se rindió en el Huáscar, zarpó de Talcahuano el 21 de julio con la misión de sumergirse de lleno en el Diesel Electric Submarine Initiative (DESI) 2025. Cinco meses por delante, un cruce del ecuador que lo vio recalar en San Diego el 25 de agosto, y ahora, con el sol de septiembre californiano aún alto, la dotación bajo el mando del capitán de fragata Gonzalo Álvarez se ha metido de lleno en el Centro de Entrenamiento de Submarinos Okane.
Ahí, entre simuladores que rugen como el océano en tormenta y tubos de ensayo que escupen humo y agua, los submarinistas chilenos están tejiendo esa red de interoperabilidad que une a Chile con la Tercera Flota de Estados Unidos.
La dotación del submarino, con el recuerdo de Chile aún fresco en la piel del viaje, posando para la foto oficial el 5 de septiembre frente a las instalaciones de la base. No es un retrato cualquiera, fue el arranque de una semana que ha visto al "Thomson" en una simulación que duele como la verdad. Porque en el Okane no hay lugar para errores de principiante.
La iniciativa DESI
Nacida en 2001 del ingenio del Comando de Fuerzas de la Flota estadounidense, lleva dos décadas sirviendo de puente a las armadas sudamericanas que navegan con diésel-eléctricos. Y Chile, fiel a su cita desde 2007, sabe que cada inmersión aquí suma puntos en la gran partida de la disuasión regional.
El 5 de septiembre, la tripulación chilena se arremangó para una sesión de reparación de tuberías dañadas. No era un taller improvisado, era un simulacro crudo, con agua a presión y herramientas que resbalan, diseñado para que un submarinista sepa sellar una vía de agua en la oscuridad y a 300 metros de profundidad. "Esas prácticas salvan vidas y buques", y las imágenes compartidas por DVIDS lo confirman, manos firmes, overoles empapados, y esa concentración que solo viene de saber que el error no se borra con un reinicio.
De ahí, sin pausa, al entrenador de control de daños por agua. Un marinero chileno, enfrentando chorros que simulan una brecha en el casco. Es el "wet damage control trainer", un monstruo de metal y vapor que te moja hasta el alma, pero que enseña a taponar lo que el mar quiere reclamar. Y si el agua es el enemigo sutil, el fuego es el que ataca a traición.
La dotación no se anduvo con medias tintas, dos sesiones en el simulador de extinción de incendios, una individual y otra en equipo, con mangueras que pesan como plomo y llamas que lamen el aire confinado. Fotos de grupo al final, sí, pero con el sudor y el orgullo de una experiencia enriquecidora, dejando en manifiesto, que no cualquiera puede bailar con el diablo y salir entero.
Todo esto no es casualidad. El submarino “Thomson" ha sido modernizado hace poco con el sistema TDNS compatible con estándares OTAN un salto que lo hace más sigiloso y preciso en la navegación táctica, llega a DESI en su mejor forma. Botado en 1984 por los astilleros alemanes HDW, con sus 1.390 toneladas sumergidas, ocho tubos de torpedos y esos Black Shark Advanced que pueden partir el mar en dos, representa lo mejor de una flota que Chile cuida como a un hijo pródigo. Y mientras el mundo mira hacia el reemplazo de estos 209, un debate que bulle en los pasillos del Ministerio de Defensa, con ojos puestos en opciones para su reemplazo a largo plazo, pero misiones como esta recuerdan por qué invertir en lo viejo vale la pena, porque la experiencia no se compra en astillero.
En el fondo, DESI 2025 es ver a Chile diciendo "aquí estamos" en un Pacífico donde Perú afila sus propios sumergibles con Corea, y donde la sombra de potencias mayores se alarga cada día. La tripulación del "Thomson" regresará a Chile en diciembre, con el pecho henchido y las carpetas llenas de lecciones que se filtrarán a toda la Fuerza de Submarinos y al resto de la escuadra. Mientras tanto, en San Diego, el submarino duerme su siesta diurna, esperando la próxima inmersión. Porque en el mar, como en la vida, lo que no afilas se oxida. (Luis Andrés Lautaro)






6 comentarios