En una sesión que dejó al descubierto las grietas financieras que atraviesan las Fuerzas Armadas de Chile, los Comandantes en jefe del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea comparecieron ante la Segunda Subcomisión Mixta de Presupuestos del Senado. El foco estuvo en la Partida 11 del Ministerio de Defensa Nacional, donde se debatió el Proyecto de Ley de Presupuestos para 2026.
Pero más allá de las proyecciones futuras, el grueso de la discusión giró en torno a la precaria situación de 2025, recortes legislativos que suman decenas de miles de millones de pesos, deudas pendientes por operaciones en macrozonas y una carga extra de funciones sin respaldo financiero adecuado. Todo esto obligando a las instituciones a recortar desde gratificaciones hasta mantenimientos esenciales, en un contexto en que el país exige cada vez más de sus uniformados.
La sesión, que se extendió por casi tres horas en la Sala N° 10 de Comisiones del Senado en Valparaíso, contó con la presencia de la ministra de Defensa Nacional, Adriana Delpiano, y representantes de la Dirección de Presupuestos (Dipres). Aunque el proyecto para 2026 asigna 2.397 millones de dólares a las FFAA un leve incremento del 0,3% respecto a la base de 2025, según datos de la Dipres, los altos mandos no ocultaron su preocupación por el cierre inminente del ejercicio actual. "Estamos salvando el año a costa de consecuencias graves", resumió uno de ellos, aludiendo a cómo los ajustes han erosionado la capacidad operativa y el bienestar del personal.
El Ejército mantiene un déficit de 38 mil millones que frena contrataciones y entrenamientos
El General de Ejército Javier Iturriaga, Comandante en jefe del Ejército abrió el debate con una exposición cruda y detallada. "Este es un asunto que venimos hablando periódicamente con la ministra de Defensa", arrancó, para luego desglosar tres pilares que han golpeado duro a su institución este año. Primero, la rebaja aprobada por el mismo Parlamento en el subtítulo 21, que restó 16.000 millones de pesos. Segundo, el aumento salarial para soldados conscriptos, una medida positiva en sí misma, pero que llegó sin la partida presupuestaria correspondiente, dejando un hueco de unos 5.000 millones aún pendientes. Y tercero, las "labores extras" en las macrozonas norte (frontera con Bolivia y Perú) y sur (zona de conflicto mapuche), donde el Ejército ha desplegado recursos sin el fondo adicional prometido.
El saldo, según Iturriaga, es un déficit global que supera los 38.000 millones de pesos, 19.000 millones solo en remuneraciones del personal de planta, entre leyes y beneficios legales no reembolsados, más 14.000 millones y medio por gastos en macrozonas. "Indudablemente que estamos en una situación compleja para terminar el año", admitió el general, enfatizando que "hoy el déficit en remuneraciones es de 19.000 millones y fracción, y claramente no estamos en condiciones de cerrar 2025".
Para capear el temporal, el Ejército ha tenido que tomar decisiones dolorosas que, como él mismo reconoció, "han generado ruido". Entre ellas: suspender la reinstrucción de la reserva, postergar el pago de gratificaciones a especialistas, eliminar las bonificaciones de campaña en ejercicios y macrozonas, y paralizar la contratación de nuevos soldados de tropa profesional. "Todo este conjunto presenta un déficit en remuneraciones y recursos extras derivados de las tareas de las dos macrozonas", explicó, recordando que el grueso del problema radica en el "crecimiento vegetativo" del personal, es decir, cursos, ascensos y capacitaciones que no paran, pero sin fondos para respaldarlos.
Iturriaga no dejó de lado las demandas inminentes, pues recordó que les faltan los 2.700 millones por elecciones presidenciales, que incluyen contratos y compras urgentes y los 9.000 millones que el Ministerio del Interior debería aportar por macrozonas. "Nosotros con el presupuesto ordinario al corriente aportamos todo lo que tiene que ver con la alimentación del personal, el combustible normal, reparaciones de vehículos y mantenimiento en operación normal, pero esto es lo extra que se nos exige", precisó. Su llamado fue directo, alertas repetidas a las autoridades sin solución a la vista.
La Armada y presupuestos de "continuidad" que erosionan capacidades marítimas
El Almirante Fernando Cabrera, al mando de la Armada, trajo a la mesa un panorama similar, pero con el sello particular del mar. "El presupuesto anual que se le entrega a la Armada de Chile es principalmente para operar, entrenar y tener capacidades para disuadir y una operación segura en el ambiente marítimo", planteó de entrada. Sin embargo, los últimos seis años han sido de "presupuesto de continuidad" el mínimo indispensable para lo esencial, sin margen para más. El recorte en subtítulo 21 para 2025 pegó fuerte, aunque se amortiguó con flexibilidad fiscal gracias a un trabajo conjunto con Dipres y el Ministerio de Defensa.
El costo de esa maniobra fue alto y para evitar 300 despidos, la institución transformó recursos del subtítulo 22, pero a cambio redujo drásticamente tareas. "La Marina lo que hizo para no despedir gente fue reducir su tarea, disminuir mantenimiento, disminuir fiscalización, disminuir operación", detalló Cabrera. En la práctica, esto significa sistemas que se degradan por falta de upkeep, y una fiscalización marítima mermada, "hay que buscar un equilibrio justo", advirtió, recordando que más control implica más material en movimiento y, por ende, más mantenimiento.
Mirando al 2026, el Almirante celebró que el proyecto recupere "esa base bastante acomodada", pero su ruego fue claro: "Agradecería enormemente que los parlamentarios no realicen recortes a dicho presupuesto, de lo contrario vamos a volver al mismo problema: menor operación y menor sostenimiento". Asimismo señalo la falta de fondos para las Capacidades Estratégicas. "Para mayor innovación, mejores servicios, se requiere proyectar a la defensa en nuevas tecnologías. Las capacidades en particular de la Marina son caras, y cuando hablamos de recuperar capacidades en el ámbito marítimo, no hay recursos proyectados para eso".
Fuerza Aérea, estrechez en personal y fondos rotativos estancados
El General del Aire Hugo Rodríguez, jefe de la Fuerza Aérea, cerró las exposiciones con un eco de sus pares, "nuestras condiciones de presupuesto son bastante similares a las de la Armada y el Ejército". El Decreto 5 recortó 5.000 millones en el subtítulo 21 para 2025, lo que generó una "estrechez significativa" en renovación de personal. "Hay mucha gente que deja la institución y no tuvimos la capacidad de reemplazar ese recurso humano", lamentó, explicando que la mitigación se limitó a contratos mínimos para "seguir con lo básico". Así, llegarán al fin de año con pagos normalizados a funcionarios, pero "a espaldas de no haber contratado la cantidad de personal que necesita la Fuerza Aérea para reponer el número que requiere".
En macrozona sur, la deuda asciende a 51 millones de pesos, "dineros para nosotros como institución, si nos pagan o no, la verdad es que nos da lo mismo", ironizó Rodríguez, pero el nudo real está en los fondos rotativos de abastecimiento, es decir, unos 10 millones de dólares acumulados que no se pueden tocar por falta de flexibilidad en el subtítulo 29. "Estamos estancados. No tenemos libertad para gastar esos fondos en reponer elementos", confesó. Su súplica fue concreta: "Estoy aquí para ver si existe la posibilidad de abrir algunas puertas para tener mayor flexibilidad".
Un cierre con promesas, pero sombras para un futuro incierto
La ministra Delpiano, por su parte, confirmó que los gastos por macrozonas y elecciones se pagarán íntegramente al Ejército, con un acuerdo en marcha con Hacienda para resolverlo en octubre. "Hay una deuda que no es de Hacienda, sino transferencia del Ministerio del Interior", aclaró, asegurando que el 2026 no sufrirá recortes y mantendrá el financiamiento basal para capacidades estratégicas. Aun así, la subcomisión dejó pendiente la partida para la Comisión Especial Mixta, dejando en el aire si estos clamores impulsarán ajustes reales.
En un país que depende cada vez más de sus Fuerzas Armadas, con fronteras porosas y emergencias climáticas, estas voces desde el alto mando no suenan a queja aislada, sino a un llamado de atención sobre un desbalance crónico. Si el 2026 no corrige el rumbo, el "presupuesto de continuidad" como detalló el Almirante Cabrera, podría convertirse en uno de mera supervivencia. La pelota, ahora, está en el Congreso. (Luis Andrés Lautaro)





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