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Proyecto de misiles “Trauco” : El ingenio de la Fuerza Aérea de Chile

FONDO DOCUMENTAL

(Revista Defensa nº 502, febrero 2020) Décadas  en Chile de exiguos presupuestos de defensa, desinterés en el poder aéreo, la dependencia del MAP (Military Aid Program) de Estados Unidos y el posterior embargo, sumado posteriormente al ingenio de la Fuerza Aérea de Chile (FACh) fueron la génesis de la formulación del exitoso proyecto “Trauco”. Este benefició y aumentó significativamente las ya excelentes capacidades del cazabombardero Hawker “Hunter” al integrar el misil israelí Rafael “Shafrir II”.

Resulta inverosímil revisar la historia de la FACh y destacar que, prácticamente desde antes de la II Guerra Mundial hasta 1966, es decir en un lapso de tres décadas, no pudo adquirir un solo avión de combate. Fue un largo periodo en el cual, los sucesivos gobiernos se acomodaron a las transferencias del PAM (Programa de Ayuda Mutua), por el cual Estados Unidos impuso una hegemonía en la región en lo que se refería a material militar. Es así como la Fuerza Aérea se tuvo que contentar con la transferencia de aviones a reacción Lockheed F-80C y T-33A, bombarderos a hélice B-26B/C e hidroaviones SA-16A. A ellos se sumaban un limitado número (5) del De Havilland DH-115 en su versión de exportación TMk55, comprados por la FACh con fondos propios. Estos en 1954 pasaron a ser los primeros aviones a reacción en Chile, equipando al Grupo Nº 7.

Una seguidilla de incidentes con los países limítrofes y el avance tecnológico en material aéreo fueron el catalizador para que durante el mando del general Max Errazuriz y bajo el Gobierno del presidente Eduardo Frei M., se enfrentara y asignaran presupuestos para la adquisición de material de combate moderno. La primera opción era el entonces avanzado Northrop F-5A Freedom Fighter, que ante la negativa estadounidense de venderlo a Chile, fue desechado, iniciándose las conversaciones con el Reino Unido. Una comisión evaluadora viajó a Londres en septiembre de 1966 para estudiar el Hawker Hunter ofertado por HSAL, firmándose el contrato de compra el 26 de octubre de 1966. Se trataba de ejemplares usados de la versión F6 que habían prestado servicio en el esa nación europea, Holanda y Bélgica,

Todos fueron llevados a 0 horas y a los modelos de exportación FGA.71, FR.71A y T.72, recibiéndose por vía marítima 15, 3 y 3 ejemplares respectivamente. Fueron a equipar al Grupo Nº 7, entonces asentado en el aeropuerto de Los Cerrillos, en Santiago. La llegada de los Hunter significó un avance importante en la FACh en lo que respecta a capacidades, doctrinas y tácticas de combate. En septiembre de 1969 se concreta la compra de un segundo lote, compuesto por 9 FGA.71 para a equipar al Grupo Nº 9 en la austral ciudad de Puerto Montt. Otros 5 FGA.71 y 1 T.72 serían adquiridos y trasferidos en vuelo en enero y febrero de 1974 desde la base de  la RAF (Royal Air Force) de Lyneham a la capital chilena.

Tiempos de conflicto

Esta última partida se integró en un periodo histórico en que las relaciones diplomáticas con Perú se encontraban en franca dificultad, vislumbrándose para Chile una complicada y difícil hipótesis vecinal con los tres países colindantes, demostrado Bolivia y Argentina abierta simpatía a las pretensiones peruanas. Este eventual conflicto requerió nuevos aviones de combate, plasmándose un contrato de compra por 16 F-5E y 3 F-5F en junio de 1975, tras haberse asignado los fondos para su compra en septiembre del año anterior. Esta adquisición, tras los avenimientos del 11 de septiembre de 1973 y el Gobierno militar, sería compleja, dilatándose la entrega de misiles, equipos, manuales, bancos de prueba, repuestos  y rotables para ellos.

foto: El coronel israelí Giora Epstein, quien durante 2 meses voló e instruyó a pilotos
de los grupos 8 y 9 en tácticas y uso del “Shafrir II” (foto IDF).

Previo a la firma con Northrop, el Alto Mando de la FACh había identificado la necesidad de mejorar las capacidades de combate aire-aire de los Hawker Hunter. Se debía a muy corto plazo darle la capacidad de enfrentar a los Mirage de las Fuerzas Aéreas vecinas. Es así que, ante las restricciones que enfrenta Chile en lo que respecta a compras de defensa, el entonces comandante en jefe, Gustavo Leigh, envía a Israel al coronel Fernando Matthei, quien ya en una viaje realizado en 1969 había iniciado una relación con la industria de defensa local. Las prioridades de la FACh se concretaron con la firma del contrato del proyecto Aurora por 4,1 millones de dólares por la compra de 3 radares Elta 2205 en mayo de 1974 y, posteriormente, en agosto otro de 3,7 millones con Rafael para la adquisición de 60 misiles aire-aire Shafrir II de, aproximadamente, 5 km. de alcance y guiado IR, diseñado por el equipo de Zeev Bonnen, el cual había demostrado su cualidades en la guerra de Yom Kippur.

Los primeros 4 F-5E llegaron a Chile en julio de 1976 y ya en enero del mismo año una directiva interna ordena la redistribución de los Hunter del Grupo Nº 7, en proceso de transición a los nuevos F-5. Específicamente, con la llegada de los F-5, se redestinarían los Hawker hasta que los grupos Nº 8 y 9 completaran 12 aviones cada uno, dejándose el remanente de 6 en el Comando Logístico, preservados para rotación y reemplazo de pérdidas. También se ordenaba que a todos los 12 Hunter del Grupo Nº 9 se les aplicara el Proyecto Trauco. Los trabajos se realizaron en el Ala de Mantenimiento en la Base Aérea El Bosque de Santiago y, por la urgencia, el cableado se hizo en una sola ala hasta completar la partida de Hunter, para luego modificarse la otra ala.

Es justamente en 1976 que arriba a Chile el piloto y as israelí Giora Epstein, entonces teniente coronel de la Heyl HaAvir (Fuerza Aérea) y comandante del 117º Escuadrón en la Base Aérea de Ramat-David. Tras concretar la transición al Hawker Hunter, permaneció dos meses en la Base Aérea de Cerro Moreno perfeccionando las tácticas de combate aéreo, incluso en enfrentamientos disimilares con F-5 y A-37. Su vasta experiencia y 17 derribos confirmados de aviones egipcios, 3 de ellos con justamente misiles Shafrir, fueron la génesis de las tácticas adoptadas y posteriormente perfeccionadas por la Fuerza Aérea de Chile.

“Hunter” modificados

Los primeros ejemplares de Hunter adaptados con misil Rafael Shafrir II aparecieron en marzo de 1977. La modernización e integración de esta dupla, supondría connotaciones significativas, toda vez que las complicaciones bilaterales y posterior embargo de Estados Unidos tendría efectos dramáticos en la operatividad de los F-5 del Grupo Nº 7 y su armamento. El contrato Peace Llama comprendía la transferencia de 100 misiles Ford AIM-9J-1 para equipar a los F-5, además de bombas Mk82 GP y Snakeye y Mk81, cohetes FFAR y munición de 20 mm. En el caso de los misiles, serían entregados en embarques fraccionados y desarmados. Para el entrenamiento, Estados Unidos había suministrado en préstamo un lote de 30 misiles AIM-9B. Esta versión más antigua compartía el motor, envergadura y usaba el mismo lanzador Aero-III.

Los ejemplares J,  más avanzados, llegaron en lotes en junio y diciembre de 1976. Sin embargo, para julio de 1978 componentes gravitantes, como cabezas de guerra (Mk 8 Mod 4), unidades de guiado y control y espoletas seguían bloqueadas en Estados Unidos. En una solución extrema se seleccionaron 30 ejemplares de los AIM-9J-1, que se completaron en Chile con las 30 cabezas MK8 Mod 1 y 30 espoletas MK-304 Mod 2  de los AIM-9B en préstamo a la FACh, siendo durante la crisis con Argentina el único material disponible para los Tigre II, destinando 8 AIM-9 a los F-5 de Santiago y 22 a la unidad de Antofagasta.

Es así como, en diciembre de 1978, la Fuerza Aérea de Chile enfrentó el Conflicto del Beagle con una compleja situación operacional de sus aviones de combate y un arsenal de 90 misiles aire-aire. El Shafrir II pasaría a ser el primer misil en servicio operativo en la FACh, siendo un componente fundamental en la disuasión aérea ejercida por la flota de Hunter en momentos críticos para la nación. Resulta significativo evidenciar que los Shafrir II tuvieron un larga y exitosa vida operativa en la FACh, equipando posteriormente a los Mirage 50C/FC del Grupo Nº4 de Punta Arenas y ENAER A-36 Halcón (CASA C101) del Grupo Nº 1 en Iquique, abriendo también la puerta a la fructífera familia de Rafael con la posterior venta de misiles Python III y IV.


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