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Sábado, 20 de abril de 2024 Iniciar Sesión Suscríbase

Nuevos OPV. Un salto de calidad y tecnología para la Armada Argentina

La introducción de modernos y prácticos patrulleros oceánicos aptos para operar en las complejas aguas del Atlántico Sur permite mejores capacidades a la fuerza naval argentina, que se expresan en la nueva Clase Piedrabuena, a la cual da nombre del primero de los cuatro 4 buques construidos en astilleros franceses.

Esta es la primera provisión de buques de nueva construcción para la ARA (Armada de la República Argentina) en varias décadas. Indiquemos que estos OPV (Off-Shore Patrol Vessel) marcan tendencia en las marinas actuales. La necesidad de contar con medios económicos par la patrulla marítima, la protección de extensas porciones de mar con posibilidades de riquezas ictícolas y mineralíferas y la no menos secundaria misión de rescate en alta mar nos muestran que esta clase de buques ha llegado para imponerse.

Las reducciones presupuestarias, que ya son generales en todo el mundo, visibilizan que la necesidad de este tipo de unidades de coste moderado es determinante a la hora de solicitar naves multipropósito. Aunque su casco y desplazamiento permitirían inferir que podrían agregarse armamentos mas poderosos y sistemas de detección más sofisticados, la mayoría de las fuerzas navales piden tan solo un navío con poca tripulación, motorización modesta que facilite un extenso radio de acción, la posibilidad de transportar y operar helicópteros de medio tonelaje y vehículos aéreos no tripulados y excelente disponibilidad operativa.

La lucha contra incendios, la evacuación aeromédica, el control de derrames de combustibles y químicos, el apoyo a las tareas antárticas con un adecuado sector de sanidad que puede tratar casos de hipotermia grave, el sostén sanitario de localidades y bases costeras, el apoyo a fuerzas especiales, más las básicas de control del mar jurisdiccional e interceptación de barcos infractores de las leyes nacionales, son las tareas primordiales de este tipo de buques. La capacidad de sistemas modulares de contenedores con cámaras hiperbáricas o elementos de control de derrames de hidrocarburos hacen que su flexibilización sea resolutiva.

En el caso de la ARA, la existencia de estos buques oceánicos abre nuevas oportunidades, ya que, al contar con la posibilidad de movilizar equipos y sistemas específicos para una determinada tarea, como la de transportar buzos y nadadores de rescate o sistemas antipolución a demanda, logran una flexibilidad nunca vista antes. Analicemos que buena parte de las misiones de patrulla marítima las realizan hasta ahora buques de combate plenos, como los avisos A-69 y las corbetas Meko 140, que claramente no cuentan con las características de un OPV moderno y, además, son de más costosa operación por sus propias motorizaciones y llevar tripulaciones más nutridas.

Estos patrulleros tienen una dotación de tan solo 40 personas y la posibilidad de transportar otros 20 marinos. Están clasificados y certificados para navegar en zonas de hielo de hasta 40 com. de espesor, por estar reforzado su casco, lo cual supone otro beneficio de esta embarcación. La Patrulla Marítima Antártica entre Chile y Argentina, que esta para velar por los cruceros que suelen llegar hasta el continente helado, ahora tendrá otro moderno integrante, ya que un buque de esta clase estará en la Base Naval de Ushuaia, en el extremo Sur del país.

La ARA dispuso con el fabricante, Naval Group, un eficiente sistema organizativo para cursos de formación e instrucción de las tripulaciones argentinas, pese a las dificultades provocadas por la crisis sanitaria internacional. El conglomerado galo preparó programas de adiestramiento para las diversas especialidades con cada una de las empresas proveedoras, con lo cual las dotaciones nacionales pudieron adquirir conocimientos técnicos y operacionales completos.

Preparación

Poseen 2 botes semirrígidos RHIB (Rigid Hull Inflatable Boat) Zodiac Hurricane de casi 10 m. de eslora e impulsados por  motores Volvo Penta, que les permiten velocidades de más de 25 nudos, dependiendo del estado del mar, además de una autonomía de 200 millas náuticas. Cuentan con un sistema de navegación, radar, AIST y GPS. Transportan grupos VRC (Visita, registro y captura) integrados por marinos que suben a los buques interceptados y los inspeccionan para tomar el control de naves infractoras.

Recordemos que estas misiones se pueden realizar de día o noche, generalmente en condiciones de mar complejas y se debe subir a un pesquero para identificar y controlar a su tripulación, además de inspeccionarlo en toda su estructura. Los marinos portan traje anti exposición, elementos de protección, abertura y corte, y armas portátiles, ya que ocurrió más de una vez que tripulantes de una nave infractora se atrincheran en ciertos lugares y debe realizarse una apertura dinámica para tomar el control.

Los RHIB están a popa y mediante un ingenioso sistema de izado y lanzamiento, se disponen. Ante misión de interceptación, los integrantes del equipo de registro se suben a la lancha, se procede a la apertura de las compuertas y el descenso de los semirrígidos al agua con la dotación en los mismos. Cuando regresan, se procede a introducirlos mediante el uso de un malacate, para luego cerrar las compuertas. También puede transportarse una dotación de comandos anfibios y buzos tácticos. Este tipo de botes puede lanzarse desde aviones C-130, tarea que el Ejército argentino realizó con Zodiac inflables de la Compañía de Comandos 601 en el pasado.

La fuerza naval argentina considera que la llegada de estas naves representa un salto tecnológico y operacional interesante. La disposición de modernos elementos de navegación, control de la situación imperante en un puesto de mando desde el cual se controla y conducen todos los sistemas del navío, sistemas de comunicaciones y control, botes de interdicción y una cubierta de vuelo que permite operar con helicópteros medianos y aeronaves no tripuladas implica un mejor aprovechamiento de los escasos medios existentes.

Dichas posibilidades permiten un mejor uso de los medios y un afinamiento de los procedimientos operativos, no solo en lo que se refiere a la vigilancia y control de pesquería, sino también en las misiones de búsqueda, rescate y control del mar. La disposición de módulos con cámara hiperbárica, de higiene y descontaminación de buzos y de remoción y contención de derrames de combustible da una vital flexibilidad de tareas.

Al momento de publicarse estas líneas, la ARA dispone de 2 OPV plenamente operativos, el P-51 Bouchard y el P-52 Piedrabuena, y está próxima la recepción del P-53 Storni y para 2022 el P-54 Bartolomé Cordero, que, además de significar una compra de material naval nuevo, abre un abanico de posibilidades y la certeza de contar con buques que puedan asumir la tarea de velar por los intereses nacionales en el mar. (Luis Piñeiro)

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