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Martes, 19 de marzo de 2024 Iniciar Sesión Suscríbase

Otro dolor de cabeza para el portaviones Queen Elizabeth de la Royal Navy

La seguridad del buque, que ha costado más de 3.000 millones de libras, ha quedado en entredicho por un UAV de menos de 300 libras. Si en julio hablábamos de la primera toma de una aeronave en el Queen Elizabeth de la Royal Navy, ahora se ha producido otra, pero no autorizada y protagonizada por un UAV civil operado por un particular, que fue capaz de sobrevolar el portaviones mientras este se encontraba en puerto, aparentemente desprotegido, hasta el punto de que el piloto del UAV realizó una toma en la cubierta de dicho buque y ante su sorpresa, aparentemente nadie se percató de ello ni se tomaron medidas defensivas o de alarma.

Preocupado por lo que acababa de hacer, el particular se puso en contacto con la comisaría de policía de Invergordon, en el norte de Escocia, donde se encuentra actualmente el buque tras comenzar sus pruebas de mar. Esta persona reconoció los hechos pero se mostró sorprendida de que nadie se alertara de lo sucedido ni se tomaran medidas, después de que le seguridad del buque que ha costado más de 3.000 millones de libras, quedara en entredicho por un UAV de menos de 300.

En su relato posterior a los medios, el protagonista de este incidente explicó que se mostró sorprendido por lo sucedido por dos razones, la primera que nadie alertara o evitara dicho aterrizaje en la cubierta, a pesar de que pudo ver algunos policías en embarcaciones alrededor del buque. La segunda de corte técnico supone que el sistema de pilotaje del UAV informó de una fuerte corriente de aire que sugirió el aterrizaje cuando se encontraba grabando sobre la cubierta del Queen Elizabeth.

Esta persona dejó clara su falta de interés delictivo o destructivo, pero se podría haber producido un accidente mucho más importante si el aparato se hubiera estrellado por ejemplo contra los sistemas de radar del buque o contra cualquier equipo electroóptico o de comunicaciones. En conflictos recientes como Siria o Ucrania está quedando claro el uso de drones con propósitos destructivos, ya sea dotándolos de armamento o bien convirtiéndolo en una suerte de Dispositivo Explosivo Improvisados (IED) que emplear contra los equipos de los dejan fuera de combate con medidas electrónicas.

El asunto promete mantenerse en primera línea después de que Jamie Stone, miembro del Parlamento Escocés por el Partido Liberal Democrático MSP haya anunciado su intención de trasladar su preocupación a la Cámara.

Objetivo de misiles

El otro dolor de cabeza para los portaviones clase Queen Elizabeth de la Royal Navy  se hizo público hace poco más de un mes cuando el Real Instituto de Servicios Unidos de Estudios sobre Defensa y Seguridad (RUSI) publicó su informe “Defence Innovation and the UK. Responding to the Risks Identified by the US Third Offset Strategy” en el que entre otras amenazas, incidía en la vulnerabilidad de estos nuevos portaviones frente a la amenaza de misiles antibuque relativamente baratos que lo podrían dejar fuera de combate.

En dicho informe se precisaba que misiles “de menos de medio millón de libras esterlinas” podrían como poco inhabilitar el portaviones británico, valorado en más de 3.000 millones de libras esterlinas. Valoraba también que por menos de cuatro millones de libras se podría lanzar una salva de diez de estos misiles.

Este informe destacaba las amenazas crecientes a las que se enfrentan Reino Unido y sus aliados, entre otros los misiles antibuque de largo alcance de fabricación rusa, iraní o china destacando que “resulta mucho más barato destruir que desarrollar y construir estas plataformas, por lo que resulta preferible lanzar ataques a gran escala contra un solo objetivo”.

Entre los más modernos desarrollos de misiles antibuque tenemos por ejemplo el Bramos indo-ruso, un misil de crucero capaz de alcanzar Mach 3 que puede ser empleado desde plataformas móviles terrestres, buques o aviones de combate. Con 300 km. de alcance y una cabeza de combate de 200 kg. resulta una amenaza formidable si tenemos en cuenta además su capacidad para realizar maniobras complejas en la fase terminal. La versión Brahmos II aún en desarrollo alcanzaría Mach 7 entrando en la categoría de misiles “hiperveloces”. De menor tamaño y con un alcance de 162 millas náuticas se convertirá en breve en el misil más rápido del mundo.

El YJ-12 chino es un misil antibuque supersónico visto en los bombarderos H-6G de la Marina china. Tiene un perfil de vuelo “rozaolas”, emplea un motor ramjet con el que alcanza Mach 2 lanzado a baja cota o Mach 3.2 si es lanzado a gran altitud. Su alcance se estima en 380 km.

Por último, los misiles antibuque balísticos de largo alcance constituyen una categoría aparte puesto que están diseñados para destruir portaviones y sus grupos de combate. Como los misiles balísticos intercontinentales (ICBM) constituyen una amenaza estratégica ya que además pueden ir dotados de cabezas nucleares. Entran en esta categoría el nuevo DF-21D chino, un arma de disuasión contra la presencia estadounidense en lo que China considera área de su responsabilidad, el Mar de la China Meridional. (José María Navarro García)

Foto:

El nuevo portaviones durante las pruebas de mar (Royal Navy)

Imagen captada durante la toma en la cubierta (Dailymail)


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