Anuario Latinoamericano de la Defensa 2021

2021, el año de la esperanza

La crisis derivada de la pandemia del COVID-19 tendrá un fuerte impacto a largo plazo sobre las economías de América Latina. Sin embargo, a pesar de ese impacto y con las esperanzas de un regreso completo a la normalidad puestas en las vacunas, el Banco Mundial prevé una clara mejora en las perspectivas económicas para América Latina y el Caribe en 2021. Tras una caída del Producto Interior Bruto regional del 6,7% registrada en 2020 (excluyendo la caótica situación de Venezuela, fuera de todo parámetro), se espera una vuelta media al crecimiento de un 4,4% en 2021. El coronavirus abrió un periodo de recesión económica en la mayor parte de la región, pero las señales de optimismo son claras. Por ejemplo, en México, cuyo PIB se contrajo un 8,2% el pasado año, se espera retome la senda del crecimiento en 2021 con un alza del 5% del PIB, o Argentina que contrajo su PIB casi un 10%, prevé para este año un crecimiento del 5,8%. Colombia, pasaría de una contracción económica del 6,9% en 2020 a un aumento del 5,2% en 2021.

Son datos que alientan al optimismo en la región, que todo apunta a que recuperará el nivel de PIB de antes de la pandemia a finales de 2022, en un marco en el que, si bien el gasto en defensa cayó un 2,1% el año pasado, el escenario ha puesto en valor el insustituible rol que las fuerzas armadas han desempeñado, tornando su sostenimiento y buena salud en términos de equipamiento, una cuestión de primera necesidad. De Norte a Sur, de México a la Argentina, la pandemia ha sacudido la defensa en América Latina, poniendo a las fuerzas armadas en primera línea. Más allá, y en paralelo a la crisis sanitaria, las oleadas de migrantes indocumentados, con Venezuela ejerciendo una enorme presión, el contrabando y el narcotráfico han exigido el creciente desempeño de los militares en tareas propias de seguridad interior, una tendencia que no tiene visos de cambio y que impone desde modificaciones estructurales a la dotación de medios. Las enormes y permeables fronteras, marítimas, terrestres y fluviales y la amenaza permanente a enfrentar escenarios provocados por catástrofes naturales son factores que se mantendrán a futuro y exigirán poner en primera línea a las fuerzas armadas. Mención propia merece la protección de los recursos naturales, cuya biodiversidad y cantidad hace que su protección sea definida como estratégica en toda la región.

Brasil, Colombia, sometida a una doble tensión, la interna narcoterrorista y la externa con Venezuela, y Chile, que ha marcado un gasto constante entorno a los 4.000 millones de dólares desde 2018, fueron los países que más invirtieron en defensa en 2020. Argentina dedicaba un total de 2.900 millones de USD, en comparación con los 3.200 millones de 2019 y 4.300 millones de 2018, un 0,76% del PIB. La creación del FONDEF (Fondo para la Defensa) supone que, por primera vez, Argentina cuente con dinero específico para la recuperación, modernización e incorporación de material para el reequipamiento de las Fuerzas Armadas. Este año serán unos 400 millones de USD, esperándose que en un decenio se recupere buena parte de las capacidades de equipamiento perdidas durante mucho tiempo de desinversión. Al cierre de esta edición la expectación se centra en los resultados de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Perú, entre los 5 primeros de Sudamérica por su gasto en defensa. Candidato para a alzarse con la victoria es Pedro Castillo de Perú Libre, que se define de izquierda marxista y que podría dar un volantazo de consecuencias impredecibles a la política interna y relaciones internacionales de este país.

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