En un esfuerzo que resalta la solidez de las alianzas institucionales en territorio extremo, el Instituto Antártico Chileno (INACH) ha logrado instalar un sensor multiparamétrico en la cima del Monte Vinson, el punto más alto de la Antártica a 4.892 metros sobre el nivel del mar. Esta hazaña, consumada en el marco de la Expedición Científica Antártica (ECA 62), no habría sido posible sin el respaldo logístico y operativo de la Armada de Chile, el Ejército de Chile y la Fuerza Aérea de Chile, cuyas capacidades coordinadas permitieron superar las duras condiciones del continente blanco.
El rol de las Fuerzas Armadas, con los aviones DHC-6 Twin Otter de la Fuerza Aérea, operados por el Grupo de Aviación N°6, ya habían pavimentado el camino con vuelos de reconocimiento y traslado inicial hacia Glaciar Unión, a solo 1.129 km del Polo Sur, lo que facilitó el acceso preciso al Vinson, transportando no solo al personal científico del INACH, sino también los componentes de la estación que mide variables clave como temperatura, viento, radiación y presión atmosférica.
El Ejército, por su parte, aportó con su experiencia en operaciones terrestres en zonas remotas, un terreno inestable y propenso de temperaturas extremas. Mientras tanto, la Armada contribuyó con su dotación antártica. Este tipo de misiones nos recuerda que la defensa nacional no se limita a fronteras visibles, se extiende a la preservación de todo el ecosistema global, y en eso, las tres ramas de las Fuerzas Armadas de Chile han demostrado lo mejor de su gente.
Esta estación forma parte de la ambiciosa Red Latitudinal de Estaciones Multiparamétricas, un proyecto del INACH que ya cuenta con puntos operativos a lo largo de 2.200 km, desde las Islas Shetland del Sur hasta Glaciar Unión, con las primeras cuatro instalaciones cerca de las bases Antárticas: Escudero, Yelcho, Teniente Luis Carvajal y Unión, la red se ha expandido gracias a campañas anuales donde la colaboración con las FF.AA. ha sido el eje central.
El objetivo es que todas las 21 estaciones previstas transmitan datos en tiempo real, integrándose al Observatorio de Cambio Climático del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación. Estos instrumentos no solo capturan el pulso del calentamiento global intensificado en polos, donde Chile acumula siete de las nueve vulnerabilidades definidas por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 1992, sino que alimentan modelos para mitigar riesgos en sectores como la agricultura y la pesca, vitales para un país como Chile, tan expuesto a las variaciones climáticas.
En un año donde la reactivación de la Base Aérea Teniente Carvajal prevista para enero de 2026 tras labores de recuperación iniciadas por la Fuerza Aérea de Chile este diciembre, refuerza la proyección chilena en la región, estas iniciativas subrayan cómo las Fuerzas Armadas no solo custodian soberanía, sino que habilitan la ciencia como herramienta de resiliencia nacional. Como bien lo ilustra esta instalación en el Vinson, donde la estación multiparamétrica se suma a la red a 4.800 metros de altura, el trabajo conjunto genera conocimiento que, a la larga, podría redefinir cómo chile enfrenta sequías o eventos extremos en el territorio continental.
Desde Punta Arenas, epicentro de estas operaciones, queda claro que el éxito depende de esa sinergia humana y técnica. Los equipos mixtos, científicos del INACH y uniformados, no solo instalaron el sensor, sino que lo calibraron para resistir varios años de autonomía, enviando datos que ayudarán a proyectar amenazas futuras. En un continente de paz y ciencia, Chile reafirma su rol, con las FF.AA. como pilar indispensable en la vanguardia del cambio climático.






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