Chile, Brasil y su alianza en operaciones submarinas gana cada día más relevancia para la estabilidad en el Atlántico y Pacífico Sur. La Armada de Chile envió a inicios de noviembre una delegación de 12 efectivos a Brasil para participar en el ejercicio ADESCAP-SB, un entrenamiento clave en procedimientos de escape y rescate de submarinos. La actividad, desarrollada los días 24 y 25 en el Complejo Naval de Itaguaí, no solo pulió habilidades técnicas de alto riesgo, sino que reforzó esa red de confianza que tanto se necesita entre las dos potencias submarinas del Cono Sur.
El grupo de marinos chilenos, con el peso de sus experiencias en aguas profundas del Pacífico, aterrizaron en Itaguaí para sumergirse, figurativamente al menos, en los simuladores del Centro de Instrucción Almirante Ávila Machado (CIAMA). Ahí, bajo la tutela de la Marina Brasileña, repasaron escenarios que cualquier tripulación debe perfeccionar, fallas estructurales, inundaciones repentinas, pérdida de propulsión a cientos de metros de profundidad. Usando trajes especializados y moviéndose por compartimentos angostos, practicaron escapes individuales y colectivos, desde la ecualización de presión hasta la flotación segura hacia la superficie. No es solo teoría, los protocolos incluyeron coordinación con equipos de rescate externos y manejo de riesgos hiperbáricos, todo para minimizar daños en un hipotético desastre.
Submarinos de la Armada de Chile
Este ADESCAP-SB, uno de los ejercicios más delicados de la Fuerza de Submarinos brasileña, busca estandarizar respuestas y acortar tiempos de reacción. Para los chilenos, que llegan con el conocimiento de su propia flota, dos unidades clase 209 y dos Scorpène, como el SS-22 "Carrera" que acaba de protagonizar el SUBSAR 2025 en aguas nacionales, fue una oportunidad para alinear checklists y lenguajes operativos. Y no es para menos, ambos países patrullan rutas vitales que se cruzan en el hemisferio sur, donde un incidente podría escalar rápido si no hay sintonía.
Lo que hace especial esta visita es cómo encaja en el mosaico de esfuerzos recientes de la Armada de Chile. Apenas unas semanas antes, en octubre, tres de sus cuatro submarinos operaban simultáneamente, el "Carrera" recalando en Valdivia para maniobras costeras, el SS-21 "Simpson" en el extremo sur y el SS-20 "Thomson" en los exigentes DESI 2025 en San Diego, donde sus tripulantes dominaron simulacros de combate a fuego y chorros que simulan una brecha en el casco a gran profundidad. Ese despliegue, que movilizó el 75% de la flota, subraya la proyección de Chile en el Pacífico, asimismo su objetivo de mantener al personal altamente entrenado y calificado para el control de daños y extinción de incendios en espacios confinados, habilidades que sin duda se retroalimentaron en Itaguaí, Brasil.
Por otra parte, la Armada de Chile venía de su reciente experiencia en los ejercicios SUBSAR 2025, desarrollados entre el 4 al 7 de noviembre en Talcahuano y Coronel, con e SS-22 "Carrera" de Clase Scorpène posado en el fondo marino como "víctima" de un siniestro simulado. Ahí participaron buques como el AGS-61 "Cabo de Hornos", avión de exploración Airbus P-295 del Escuadrón de Exploración Aeromarítimo VP-1 de la Aviación Naval y un helicóptero HH-65 perteneciente a la Segunda Zona Naval, más expertos de Canadá, España y el grupo ISMERLO de Noruega.
Fases como búsqueda acústica, intervención de buzos y desposada probaron la cadena completa de rescate, estandarizando protocolos bajo el lema "conocernos antes de necesitarnos". Es un patrón claro, Chile no para de invertir en estas capacidades, con seminarios sobre propagación del sonido y avances en medios de salvataje que han evolucionado notablemente en los últimos años.
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Personal de la Armada de Chile durante el ejercicio de Búsqueda y Rescate Submarino (SUBSAR 2025)
Desde la perspectiva regional, este cruce Brasil-Chile va más allá de lo técnico. Itaguaí es el epicentro del PROSUB brasileño, programa que moderniza su flota con tecnología nuclear en el horizonte y se posiciona como hub de entrenamiento para todo el Cono Sur. Abrir sus puertas al contingente chileno no solo genera camaradería con charlas informales sobre lecciones aprendidas y rutinas diarias, sino que potencia la diplomacia naval. En un año marcado por ejercicios como UNITAS 2025 (donde Chile y Brasil coincidieron en la costa este de EE.UU.) y el inminente RIMPAC 2026, estos lazos bilaterales son el pegamento que asegura respuestas integradas ante amenazas comunes, desde piratería hasta desastres ambientales.
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Marina de Brasil incorporando el submarino S-43 “Almirante Karam”, de la clase Scorpène (26 de noviembre 2025)
Al final del ADESCAP-SB, tanto brasileños como chilenos coincidieron en mayor confianza mutua, procedimientos alineados y ganas de más perfeccionamiento conjunto. Para la Armada de Chile, que cierra 2025 con una Fuerza de Submarinos en su mejor forma gracias a actualizaciones de sus cuatros submarinos con tecnología TDNS compatible con OTAN, este capítulo con Brasil es un legado tangible: tripulaciones más preparadas para lo imprevisible, y una región un poco más segura bajo el mar. En tiempos donde el Pacífico y Atlántico se entrelazan más que nunca, estas alianzas no son lujo; son necesidad. (Luis Andrés Lautaro)





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