En una maniobra estratégica que marca un hito en la proyección militar estadounidense en América Latina, el Comando de Operaciones Especiales de la Fuerza Aérea de Estados Unidos (AFSOC) ha desplegado aviones de apoyo aéreo Lockheed AC-130J Ghostrider en la Base Aérea de Comalapa, ubicada dentro del Aeropuerto Internacional de El Salvador. Este movimiento, confirmado por una investigación del diario The New York Times, representa la primera vez que aeronaves de combate estadounidenses con capacidad de ataque operan desde territorio salvadoreño desde el final de la Guerra Fría.
El despliegue forma parte de una estrategia más amplia del Comando Sur de EE. UU. (USSOUTHCOM), que ha incrementado significativamente sus activos en la región desde agosto de 2025. Esta expansión incluye el traslado de aproximadamente 14.000 efectivos militares, drones, bombarderos, buques de guerra y ahora, aviones de ataque, en lo que se ha denominado una campaña intensificada de misiones antinarcóticos y preparación para posibles escenarios de conflicto regional, especialmente en relación con Venezuela.
AC-130J Ghostrider, precisión letal desde el aire
Los aviones Lockheed AC-130J Ghostrider, son una plataforma aérea diseñada para misiones de apoyo aéreo cercano, interdicción aérea y reconocimiento armado, que ha sido equipado con dos cañones Bushmasters II Mk 44 de 30 mm, un obús M102 de 105 mm y misiles guiados AGM-114 Hellfire. Los Ghostrider pueden operar en condiciones adversas y realizar ataques de alta precisión contra objetivos terrestres y marítimos. Su despliegue en Comalapa sugiere un cambio de paradigma del SOUTHCOM en el uso de esta base, tradicionalmente dedicada a operaciones de vigilancia y cooperación antidrogas.
Junto al AC-130J Ghostrider, también se han identificado en la base salvadoreña aviones de patrullaje y reconocimiento marítimo Boeing P-8A Poseidon de la Marina de EE. UU. (US Navy), con capacidad para recopilar inteligencia y lanzar misiles guiados, y Boeing C-40 Clipper.
La Base Aérea de Seguridad Cooperativa en Comalapa fue establecida en el año 2000 como parte de los esfuerzos de las agencias federales de Estados Unidos para combatir el narcotráfico en el Pacífico oriental. Hasta 2022, albergó principalmente aeronaves de vigilancia Lockheed P-3AEW&C del Servicio de Aduanas de los Estados Unidos. Sin embargo, desde octubre de 2025, imágenes satelitales y registros de vuelo han revelado una reactivación significativa de la actividad militar en la instalación, coincidiendo con el aumento de ataques contra embarcaciones sospechosas de tráfico de drogas en la región.
El almirante retirado James Stavridis, exjefe del Comando Sur, ha señalado que Comalapa fue históricamente utilizada para operaciones de “poder blando”, como ayuda humanitaria y respuesta a desastres. “Pero hoy se utiliza claramente para el poder duro”, afirmó.
Reconfiguración estratégica de activos desde Europa al hemisferio occidental
El despliegue de activos militares en El Salvador se enmarca en una reconfiguración estratégica del SOUTHCOM, que ha comenzado a recibir personal militar y equipos provenientes de unidades previamente del Comando Europeo de los Estados Unidos (EUCOM) y otros comandos de combate geográficos del Departamento de Guerra de EE. UU. Esta transferencia responde a la necesidad de reforzar la presencia estadounidense en el hemisferio occidental ante amenazas asimétricas como el narcotráfico, el crimen organizado y la influencia de actores estatales adversarios.
Además, el SOUTHCOM ha establecido nuevas fuerzas de tarea conjuntas para coordinar operaciones antinarcóticos, y ha intensificado ejercicios multinacionales como Tradewinds 2025, con participación de más de 1.000 efectivos de 26 países, incluyendo naciones europeas. (Bernardo de la Fuente)
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