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Lunes, 20 de mayo de 2024 Iniciar Sesión Suscríbase

Ucrania: La guerra sin fin y los efectos de la posible entrada de Trump en la ecuación

El resumen de todo lo que ha ocurrido en la campaña de Ucrania en los últimos seis meses se puede resumir en una palabra: nada. El por qué es sencillo de responder: Rusia es incapaz de ganar territorio a Ucrania, y esta desde que recuperó Jersón y evitó la caída de Járkiv, ha sido incapaz de recuperar más territorio. La guerra se ha convertido en un toma y daca de disparos de artillería, de ataques de misiles y drones y muy escasos enfrentamientos si exceptuamos en Bajmut.

La siguiente pregunta que deberíamos formular es ¿quién gana con este impasse? Es cierto que Rusia tiene más capacidad industrial y además a salvo de los ataques ucranianos para incrementar su capacidad bélica, pero no parece suficiente para mantener la tensión en el frente. Hay que entender que Rusia tiene el PIB de Italia, y que su capacidad para mantener una economía de guerra es muy limitada frente a Ucrania y la ayuda occidental. Rusia necesitaría una década de un esfuerzo militar sin precedentes para estar en condicione de abordar una invasión similar.

La ayuda militar occidental, salvo la de urgencia que sirvió para detener la invasión, no está todavía operativa del todo, solo lo ha comenzado ahora parcialmente. Los sistemas de defensa antiaérea son ahora capaces de interceptar el 75% de los drones y misiles lanzados por Rusia, cinco veces más efectividad que la RAF en la batalla de Inglaterra. En el ataque de ayer se derribaron quince misiles y dieciocho drones, lo que hace que el efecto de estos ataques sea casi residual, pero su impacto en las arcas rusas enorme. Sin embargo el grueso de la ayuda, y en especial los carros de combate no estarán plenamente operativos hasta agosto.

Los ataques a Moscú con drones y a pequeños pueblos del otro lado de la frontera con artillería, como los de ayer a Kursk, y la desproporcionada respuesta rusa bombardeando Kiev y Jarkov, es una estrategia de diversión bien diseñada por Ucrania. Genera la preocupación por la internacionalización del conflicto y distrae a los rusos de la preparación para la contra ofensiva ucraniana.

La acción militar rusa obedece más a razones testiculares que racionales, algo muy parecido a Hitler a partir de 1943. Es lo mismo de Bajmut, donde el desgaste ha sido enorme para nada. Rusia ha perdido seis meses en una batalla por nada mientras Ucrania ha podido prepararse sin sufrir una tensión insoportable en todas sus líneas de retaguardia.

La “línea Maginot” de mil kilómetros construida por Rusia indica que Moscú apuesta por estabilizar el frente y refrigerar las acciones militares. Demostrando su capacidad de atacar las capitales ucranianas, lanza un aviso a Zelenski: responderán a la contra ofensiva destruyendo sus ciudades, objetivo que desde una perspectiva realista me parece improbable. Pero seguimos sin ver a la aviación rusa, y la ventana de oportunidad para su acción se ha reducido con el refuerzo de la capacidad antiaérea ucraniana. Ahora mismo el espacio aéreo es mas de Kiev que de Moscú, y esto es un aspecto esencial tanto para la contra ofensiva como para el futuro del país.

Existen tres opciones de contra ofensiva: atacar desde el oeste desde el Dniéper hacia Crimea; penetrar con los blindados hacia Mariupol y llegar al mar de Azov o desde el norte atacando el Donbás con el apoyo de la artillería. Estas tres áreas son machacadas sin mucho convencimiento por la artillería rusa para tratar de acertar por dónde vendrán los ucranianos y disuadirles de avanzar por estas áreas.

Trump en el devenir de la guerra

Existen dos obstáculos para Zelenski que determinan su decisión. Si los tribunales no lo impiden, Trump será presidente en enero de 2025, y el presidente ucraniano no puede esperar del imputado Trump ni ayuda ni liderazgo internacional. Quedará en manos de Europa, insuficientes para ganar la guerra. Es decir necesita logros rápidos y consistentes para llegar a ese momento con una situación irreversible.

Lo segundo es que necesita prepararse para esta segunda etapa que consistirá en la pérdida o reducción de la ayuda militar, Rusia ocupando más o menos el territorio actual y con tiempo para prepararse para una nueva ofensiva, quizás en 2026. Quizás ya no esté pensando en la ayuda militar para la contra ofensiva sino para disponer de una capacidad militar disuasoria a partir de 2025, y por ello son tan importantes los F-16. Con una sólida alianza política y con suficiente armamento, Ucrania disuadirá a Rusia de embarcarse en una nueva guerra, pero de ahí a que pueda recuperar lo perdido hay un gran trecho.

Para Rusia, estabilizar el frente esperando la llegada de Trump, es un objetivo muy razonable. Para Ucrania no conseguir romper la línea del frente de forma determinante antes de final de año, la condenaría y el escenario más favorable sería para Rusia.

El peligro es que si los dos contendientes se dan cuenta de que no pueden avanzar en el campo de batalla, cambiarán el escenario. Ucrania continuará atacando Rusia para expandir el conflicto y podría incluso ocupar Transnitria. Rusia continuaría con su estrategia de expansión. El acuerdo con Bielorrusia, que es un satélite de Moscú, para desplegar armas nucleares, muestra también la voluntad rusa de expandir el conflicto.

Estamos en una peligrosa fase en la que ambos bandos pretenden amedrentar al otro con una expansión del conflicto. No es posible en la óptica militar pero sí en la nuclear y en la política, y Rusia jugará todas sus cartas para evitar una derrota en Ucrania e imponer su autoridad sobre Occidente. La cumbre de los BRICS en Sudáfrica con la presencia de Lavrov y su insistencia en acabar con el mundo unipolar, lo que quiere decir que desean, no un mundo multipolar, sino dominar el mundo con su visión totalitaria, y la caída de Biden en un acto militar, sin estar conectados obviamente nos ofrecen una explicación del panorama internacional. Occidente tropieza y cae y los enemigos sacan pecho. No pintas buenos tiempos para la seguridad mundial.


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