El domingo fue una jornada inusualmente movida en lo que a política de defensa se refiere con el anuncio transmitido en directo por televisión del presidente del Gobierno Pedro Sánchez anunciando un supuesto acuerdo con la OTAN que eximiría a España de comprometerse a alcanzar el 5 % del PIB en Defensa.
Este anuncio llega in extremis antes de la cumbre de la OTAN en La Haya que tendrá lugar esta semana, entre el 24 y el 25, en la que una de las cuestiones principales era el incremento del compromiso de alcanzar el 5 % del PIB a defensa en los próximos diez años, del que un 1,5 % podrá ser destinado a cuestiones de seguridad, no estrictamente “gasto militar”.
España llega a esta cumbre como el único socio de la OTAN que se ha opuesto, públicamente, además, a este compromiso, que surge de la petición del presidente estadounidense Donald Trump al poco de llegar a su segundo mandato. Y llegamos además enfrentándonos doblemente a él por la condena a la política de defensa de Israel que Trump ha respaldado, participando en los ataques a Irán.
Sin embargo Sánchez, acorralado por los escándalos en clave nacional, ha pretendido dar la vuelta a la situación presentando la situación como un éxito de negociación política, cuando la carta del secretario general Mark Rutte (al que Sánchez se refirió en su intervención como su “amigo”) no deja clara ni mucho menos la existencia de una “cláusula” o “excepción” de la que pueda aprovecharse España.
Más bien lo que hay es una negativa unilateral de uno de los socios de un club a cumplir una de las condiciones que la Alianza decidirá por consenso, con lo que ello puede suponer de crédito a nuestra política internacional y defensa de nuestros intereses no solo dentro de la OTAN, sino de la propia Unión Europea, consciente también de la necesidad de la inversión en defensa en un momento crítico como este.
Recordemos además, que España viene de incumplir antes el compromiso de 2014 del 2 % del PIB en Defensa, que debería haberse alcanzado en 2024 y que nos prolongamos unilateralmente hasta 2029 para luego, presionados por la OTAN y Europa, alcanzar su cumplimiento este 2025 gracias al Plan Industrial y Tecnológico que movilizará 10.471 millones de euros.
En su alocución, una vez más sin prensa, preguntas y sin haber avisado a la oposición, Sánchez garantizó que España destinará el 2,1 % de su PIB a defensa, “ni más ni menos”, anunciando un acuerdo con la OTAN que nos eximiría del citado 5 % que Sánchez consideró “desproporcionado”, “innecesario” e “incompatible con el estado del bienestar”.
Para Sánchez el 2,1 % contemplado para el próximo ejercicio ya es suficiente en términos de capacidades, recordando los argumentos de la carta enviada a Mark Rutte el pasado viernes. Según el presidente, existe una “asimetría” entre unos países y otros de la Alianza, algo para él “normal” e “inevitable”.
En una parte del mensaje Sánchez consideraba que apostar por el 5 % afirmando que para conseguirlo habría que “subir drásticamente los impuestos a la clase media y trabajadora, recortar severamente nuestro estado de bienestar… renunciar a muchos de los avances que tanto nos ha costado conquistar”. Habría calculado incluso en 3.000 euros al año lo que subirían esos impuestos a cada trabajador, planteando que habría que eliminar las prestaciones por desempleo, enfermedad o maternidad o reducir “en un 40 % todas las pensiones” o reducir la mitad la inversión en educación.
La carta del secretario general de la OTAN Mark Rutte, hecha pública este mismo domingo, dirigida al presidente Sánchez, en respuesta a la carta del 19 de junio, recoge sin embargo que “entiendo que España está convencida de que puede cumplir con los nuevos Objetivos de Capacidades acordados con una trayectoria de gasto inferior al 5 % del PIB (3,5 % en defensa básica y 1,5 % en gasto relacionado con la seguridad).
En virtud de su carta, puedo confirmar que el acuerdo en la próxima Cumbre de la OTAN otorgará a España la flexibilidad para determinar su propia senda soberana hacia el logro de la meta de Objetivos de Capacidades y los recursos anuales necesarios como porcentaje del PIB, así como para presentar sus propios planes anuales.
Además, la trayectoria y el equilibrio del gasto bajo este plan se revisarán en 2029, en función del entorno estratégico y de los Objetivos de Capacidades actualizados de la OTAN”.
Parece por tanto que a lo que Rutte se refiere es a la flexibilidad de España para elegir como alcanzar el objetivo, pero que este es el mismo para el resto de aliados, es decir el 3,5 % del PIB en defensa y un 1,5 adicional en “seguridad” en 2035. (José Mª Navarro García)





