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Viernes, 26 de abril de 2024 Iniciar Sesión Suscríbase

Kriegsmarine, ases de la caza submarina durante la II Guerra Mundial

Ayer noticia

Salvo muy honorables excepciones, dicen los expertos que las guerras las ganan siempre aquellos que tienen mayor capacidad logística. El propio Winston Churchill llegó a reconocer expresamente que si hubo algo que le preocupó muy seriamente durante la II Guerra Mundial (SGM), hasta el punto de temer por la victoria final, fue la acción de los submarinos alemanes y la estrategia de la Kriegsmarine(1) en los distintos mares y océanos para cortar las líneas de abastecimiento de Gran Bretaña procedentes de Estados Unidos y de la Commonwealth. Se ha hablado y escrito mucho sobre los ases de la aviación y sus victorias sobre los cazas enemigos, pero no tanto sobre aquellos lobos de mar que con sus tripulaciones lograron poner en jaque a su mayor enemigo, dirigidos por el almirante Dönitz. La submarina fue el arma alemana que mayor porcentaje de bajas sufrió durante esta segunda contienda mundial: más del 80 por ciento de sus tripulaciones perecieron en las frías aguas de los océanos. En este artículo conoceremos a muchos de estos ases del mar y su peripecia.

(1) Kriegsmarine: Marina de Guerra alemana, entre 1935 y 1945, durante el III Reich. Heredera de la Marina Imperial que combatió en la I Guerra Mundial.

En el Siglo XVI, los barcos españoles regresaban a España cargados de nuevos productos y riquezas procedentes de América. Como consecuencia del incremento de la piratería inglesa y francesa (a los que más tarde también se unen los holandeses), se decidió organizar un sistema de convoyes para aumentar la seguridad del transporte: dos flotas distintas, ambas compuestas por barcos mercantes para llevar la carga, escoltados por galeones fuertemente armados con cañones. Las dos salían cada año de Sevilla (en el siguiente Siglo también de Cádiz) e iban una a Veracruz (México) y la otra a Panamá y a Cartagena de Indias (actual Colombia). Una vez descargada la mercancía procedente de Europa y cargados los productos americanos, ambos convoyes se reunían en la isla de Cuba para emprender juntos el viaje de vuelta. Esta fue la llamada Flota de Indias, una de las operaciones navales más eficaces de la historia de la navegación universal, puesto que, en los más de 250 años que duró este sistema, el número total de convoyes apresados o hundidos por la acción de piratas o corsarios apenas alcanzó el 1 por ciento.

foto: Prisioneros tripulantes de submarino alemán, hundido por la aviación británica y recogidos por destructores, son conducidos con los ojos vendados y desembarcados en Escocia para su internamiento.

En el Siglo XX, la gran fuerza estratégica de Gran Bretaña residía, como en tiempos anteriores, en su aislamiento geográfico del resto de Europa. Sin embargo, su dependencia del mar la hacía sumamente vulnerable a eventuales planes enemigos que buscaran cortar sus líneas de abastecimiento. En la I Guerra Mundial (PGM), el submarino había constituido una de las más revolucionarias novedades respecto de las nuevas armas empleadas: un enemigo invisible, del cual sale un poderoso torpedo que, en el mejor de los casos, solo se ve llegar cuando es ya demasiado tarde. En abril de 1917, una cuarta parte de los barcos que abandonaron los puertos británicos nunca regresaron; casi 900.000 ton. de buques aliados fueron hundidos en un mes. En tres años de Guerra, los submarinos alemanes habían hundido 8 millones de ton., lo cual dejaba a Gran Bretaña al borde de la derrota por escasez de abastecimiento. El Almirantazgo se había mostrado lento y torpe a la hora de reconocer la amenaza que podía significar esta nueva arma alemana y de llevar a cabo los preparativos necesarios para combatirla. Solo la tardía introducción del sistema de convoyes puso fin a estas desastrosas pérdidas. Una amarga lección bien aprendida, para que veinte años más tarde nadie dudara de la importancia del sistema de convoyes, como así ocurriera siglos atrás con la Flota de Indias española.

Una nueva guerra submarina

En octubre de 1918, Karl Dönitz tenía 27 años y comandaba el submarino alemán UB68, que operaba en el Mar Mediterráneo. Navegando en superficie, la noche del día 3 detecta un convoy de barcos abarrotados de mercancías procedente de Asia, con rumbo a la isla de Malta. Aprovechando la oscuridad, atraviesa sin ser visto la barrera de seguridad de los destructores e inicia el ataque contra el primer vapor de la columna exterior. De inmediato, toda ella se vuelve contra él: maniobra táctica habitual para dificultar la enfilada de los ataques de un submarino. Apenas pudo refugiarse tras la popa del vapor atacado, cuando se ve repentinamente colocado entre la primera y la segunda línea de cargueros, circunstancia que le permite disparar a un segundo navío y de inmediato maniobrar para ponerse al resguardo tras un gran barco de la segunda hilera. Acudía ya a toda marcha un destructor de escolta y Dönitz dio la alarma para inmersión. Una vez sumergida, la tripulación del submarino aguarda los estampidos de las cargas de profundidad... pero nada de esto ocurrió: el comandante del destructor, viéndose en medio de los barcos propios, dos de ellos ardiendo, hombres en el agua y con mínima capacidad de maniobra, no se había atrevido a lanzar las cargas para atacarle.

foto: El acorazado británico HMS “Royal Oak”, de 33.000 ton. a plena carga, fue torpedeado y hundido el 14 de octubre de 1939 en su misma base de Scapa Flow por el entonces Kapitänleutnant (teniente de navío) Günther Prien, al mando del submarino alemán U-47. En la foto, tomada el 24 de noviembre de 1938, luce la bandera noruega a media asta, por estar trasladando a Oslo el cuerpo de la reina Maud, fallecida en Londres.

Hasta entonces, el submarino de ataque siempre había operado solo, aislado en la inmensidad del mar y bajo la superficie. Aquella noche, en las postrimerías de la Gran Guerra, le había, sin embargo, proporcionado a aquel joven oficial alemán de submarinos una experiencia de la mayor importancia: el ataque en superficie a un convoy, al amparo de la oscuridad de la noche y aprovechando la mínima silueta que presenta, su mayor velocidad y capacidad de maniobra que cuando está sumergido, pudiendo ofrecer resultados esperanzadores. Además, cuantos más submarinos atacasen simultáneamente de esta misma forma, tanto más favorables serían las perspectivas para cada atacante: entre las detonaciones y los barcos que se hunden en mitad de la noche se produce tal confusión que los destructores de escolta se ven muy limitados en su libertad de movimiento, hasta llegar a ser ineficaces ante tal caos. Cuando, en 1935, el almirante Raeder, jefe supremo de la Kriegsmarine, comunica al entonces capitán Dönitz su intención de hacerle jefe de la nueva U-Bootswaffe (Arma Submarina) que habría de constituirse, este ve de inmediato la oportunidad, a partir de su experiencia en la última Guerra, de desarrollar la estrategia y tácticas más eficaces frente al sistema de convoyes: la que vendría en llamarse manada de lobos.

foto: Kapitänleutnant (teniente de navío) Günther Prien en 1940, comandante del U-47 apodado "El toro de Scapa Flow" por su audaz hazaña en la principal base naval británica (foto Bundesarchiv, Bild 183-2006-1130-500/Schulze, Annelise (Mauritius)/CC-BY-SA 3.0).

En 1937, el Reino Unido importaba aproximadamente 59 millones de ton. anuales de alimentos y materias primas, incluido el petróleo necesario, los cuales procedían en su mayor parte del Oeste, a través del Atlántico Norte. El país contaba también con los recursos de sus aliados del Imperio, disperso por todo el mundo. Este sustento vital se mantenía gracias a la mayor flota mercante del mundo: 3.000 buques, que sumaban casi 18 millones de ton. Pero, además de los buenos resultados obtenidos con el sistema de convoyes(2), los británicos se jactaban de poseer el sistema ASDIC(3), capaz de detectar la presencia de submarinos a 1.000 m de distancia, valiéndose del eco producido por ondas ultrasónicas. Así pues, según los medios oficiales ingleses, el submarino era un arma superada.

(2) En 1918, último año de la PGM, el tonelaje hundido por los submarinos alemanes había casi descendido a la mitad del logrado por los mismos buques el año anterior.

(3) Allied Submarine Detection Investigation Commitee.

Mientras tanto, Dönitz, no solo dudaba de la eficacia real del ASDIC, como más tarde se demostraría(4), sino que trabajaba firme en sus convicciones: habiendo combatido durante la Gran Guerra en buques de superficie antes de pasar al submarino, consideraba fundamental proporcionar a sus futuros comandantes esa doble formación, tanto en el desa­rrollo de acciones desde superficie, como bajo el agua; y tanto en el ataque como en la retirada. Solo así, a su juicio, se podía conocer por sí mismo la esencia de ambos modos de combate y adoptar, sin tanteos inseguros, las medidas oportunas, cuando no hay tiempo para cometer errores. De esta forma, sabiendo cómo piensa el capitán de un navío adversario, el jefe del submarino podría más fácilmente anticiparse a sus movimientos: acecho y persecución en una singular partida de ajedrez, en la que la fatiga mental puede provocar la derrota y también la muerte.

(4) El ASDIC no permitía localizar a los submarinos en superficie, lo cual contribuyó aún más si cabe a potenciar los ataques nocturnos.

Desde 1936 empiezan a acudir a la base naval de Kiel las primeras remesas de oficiales alumnos aspirantes a dirigir submarinos, la mayoría muchachos de poco más de 20 años de edad. En el discurso de bienvenida, Dönitz les recordó el legado de sus antecesores y les previno sobre la intensa labor que tenían por delante: Algunos de vosotros comandaréis un día vuestro propio submarino; pero la mayoría regresará a los grandes buques de superficie de donde habéis venido. El futuro de cada uno depende del propio esfuerzo individual en logro de los niveles que exigiré de todos voso­tros. Entre los primeros jóvenes que escuchaban entusiasmados estas palabras del nuevo jefe de sumergibles se encontraban Günther Prien, Joachim Schepke y Otto Kretschmer, tres novatos tenientes de corbeta que buscaban el campo de acción ideal para desarrollar su genio individualista.

El toro resoplando y la herradura dorada

A pesar de los esfuerzos por potenciar al máximo tanto la construcción de buques de guerra de superficie como de submarinos, cuando Inglaterra y Francia declaran la guerra a Alemania, el 3 de septiembre de 1939, su Armada no está preparada para hacer frente al poderío naval militar aliado. En lo que a sumergibles se refiere, aunque Dönitz tenía bien preparados e instruidos a casi 3.000 hombres para sus tripulaciones, no disponía en cambio de más de 46 submarinos listos para entrar en acción, de los cuales sólo 22 resultaban aptos para realizar incursiones en el Atlántico. Los restantes eran unidades pequeñas de 250 ton. y de corto radio de acción, operables solo en el Mar del Norte. Teniendo en cuenta que las rotaciones de patrullas obligaban a mantener a un tercio de esta flota en sus bases de mantenimiento y otro tercio en viaje de ida o regreso, esto significaba que al principio de la guerra solo podría haber entre 5 y 7 submarinos operando en todo el Océano Atlántico. Hasta febrero de 1941 no se pudo contar con 22 unidades a la vez en este frente. Pero los comandantes y tripulaciones de estos escasos submarinos demostraron de inmediato su eficacia.

foto: Werner Hartmann: En 1938, como jefe del U-26, tuvo bajo sus órdenes nada menos que a Günther Prien, patrullando en aguas españolas durante la guerra civil. Ya en el conflicto mundial, mandó el U-37 y el U-198, hundiendo 26 barcos (25º en el ranking). Tras la guerra se retiró como Kommodore (capitán de navío) en la Bundesmarine, falleciendo en 1963.

Desde el principio de las hostilidades, el jefe estaba pensando en planear una audaz empresa. Más allá de la necesidad de hundir transportes y unidades logísticas, hacía falta impresionar a los dirigentes del Reich, tambalear la confianza del enemigo y, en definitiva, lograr que el pensamiento del Führer, que es quien autorizaría o no a potenciar la construcción de más sumergibles, fuera desviado de la batalla terrestre a la guerra que ya se libraba en el mar. Tenía que ser una acción naval sin parangón, meticulosamente organizada y brillantemente ejecutada. Y ésta fue llevada a cabo según lo previsto por Günther Prien al mando del U-47, de 66 m. de eslora y 750 ton., sobre una de las principales bases navales británicas, que los alemanes habían intentado varias veces atacar sin éxito por mar y aire durante la Gran Guerra: Scapa Flow. Ubicada en la costa Norte de Gran Bretaña, entre el Mar del Norte y el Océano Atlántico, Prien consigue el 14 de octubre de 1939 atravesar la hasta entonces inexpugnable barrera antisubmarina que cerraba su vasta bahía, atacar y hundir el acorazado HMS Royal Oak de 33.000 ton., regresando sanos y salvos tripulación y submarino a su base en Alemania.

Nada más llegar, la tripulación entera fue trasladada a Berlín en el avión privado Hitler y a continuación conducida en convoy por las calles abarrotadas de enar­decidos ciudadanos. Un triunfo sin precedentes, obtenido precisamente en el mismo lugar donde una Alemania derrotada entregaba su flota en 1918. Este era el efecto que Dönitz había tratado de provocar en el Führer, que otorgó a Prien la más alta distinción militar, la Ritterkreuz o Cruz de Caballero de la Cruz de Hierro, que se lucía en la garganta y distinguía a su portador como un verdadero héroe alemán. Durante la SGM serían 161 los submarinistas que obtendrían esta condecoración, pero Prien fue el primero en recibirla, tras este éxito de la que se denominó Operación Baldur, en la que no faltó una fase previa años atrás con espía infiltrado. Era su segunda misión: un mes antes, durante su primera patrulla de 28 días, este teniente de navío había hundido ya 3 buques ingleses. Apodado El toro de Scapa Flow, su tripulación decoró la torreta del U-47 con la mascota de un toro resoplando. La filmografía alemana tampoco se resistiría a inmortalizar la figura de este lobo de mar y su hazaña, estrenando en 1958 una película en su honor, dirigida por Harald Reinl.

foto: Alférez de navío Amelung von Varendorff: fue el segundo oficial a bordo durante el ataque sorpresa a Scapa Flow dirigido por Prien en el U-47 (14 de octubre de 1939). Se le otorgó el mando del U-213 el 30 de agosto de 1941, pereciendo un año después a la edad de 28 años con toda su tripulación al Sureste de las Islas Azores, por ataque con cargas de profundidad. La gorra con funda blanca era utilizada a bordo sólo por el oficial con rango de jefe de la nave.

Todos los submarinos alemanes tenían una insignia o emblema de algún tipo pintada en la torre de mando. En abril de 1940, Otto Kretschmer recibía el mando del U-99, un flamante sumergible oceánico con un poder de fuego de 12 torpedos y 44 tripulantes. Con el vetusto U-23 que dejaba, Kretschmer ya había realizado numerosas misiones con un centenar de días en mar y 8 barcos hundidos, entre ellos el destructor inglés HMS Daring, de 1.375 ton., que se encontraba escoltando a un convoy. Este ataque fue ejecutado de una manera tan sigilosa que la Marina Real creyó durante mucho tiempo que el Daring había sido presa de las minas. El nuevo submarino no tenía aún insignia asignada. Justo en el momento de levar anclas en Kiel para su primera patrulla de combate, desde la cubierta de proa el teniente Bargsten, segundo jefe a bordo, observó con sorpresa como una herradura aparecía colgada de una de las uñas del ancla de estribor. Cuando un marinero se apresura a retirarla, vieron que de la otra uña del ancla colgaba una segunda herradura...

Y el caballo ¿dónde está? observó Kretschmer sonriendo. Entonces Bargsten sugirió tímidamente a su comandante que, ya que aún no habían decidido lo de la insignia, bien podían utilizar con ese fin las herraduras que habían surgido de esa forma tan providencial. Volvieron a puerto para que varios obreros del arsenal colocaran una herradura resplandeciente, pintada en color dorado, a cada lado de la torre de mando. Lo normal era que ese tipo de insignias volvieran medio borradas tras cada misión, pero los marineros del U-99 simplemente pintaban sus herraduras poco antes de entrar a puerto tras cada travesía.

foto: 23 de mayo de 1945: arresto por parte del Ejército británico del almirante Karl Dönitz, jefe de la U-Bootswaffe (Arma Submarina) alemana durante la SGM y desde el 30 de abril nombrado por Hitler su sucesor como jefe del Estado, cargo que ostentaría durante 23 días, hasta firmar la capitulación de Alemania.

Un torpedo, un barco; doce torpedos, doce barcos; este era el lema de Otto Kretschmer, considerado por sus superiores como un comandante de submarinos de primera categoría, además de muy popular entre sus subordinados, a pesar de su carácter muy reservado. Abarcaba inmediatamente una situación táctica, reconocía las mejores posibilidades, las explotaba y ejecutaba su ataque con gran calma, persistencia y capacidad. La noche del 3 al 4 de noviembre de 1940, al Oeste de Irlanda y nada más hundir un mercante inglés, se enfrenta a 2 cruceros auxiliares, con un volumen y fuerza combativa muy superiores al U-99: HMS Laurentic y Patroclus, de 18.724 y 11.314 ton., respectivamente. El enfrentamiento termina con el resultado de que Kretschmer envía al fondo del océano a ambos esa misma noche. Por otra parte, las estadísticas inglesas reconocen que, en el otoño de ese año, el 70 por ciento de los barcos hundidos lo fueron durante ataques nocturnos llevados a cabo por submarinos en superficie. Kretschmer fue también meticuloso y caballeroso en su conducta con respecto a las tripulaciones de los buques torpedeados. Está documentada la entrega de mantas y víveres a los marinos que permanecían en los botes salvavidas, así como les daba indicaciones respecto al curso de la tierra más próxima.

foto: 13 de septiembre de 1944 (Academia Naval de Flensburg): Korvettenkapitan Wolfgang Lüth (abajo, en el centro), 2º de los ases, destinado a la instrucción de futuros capitanes desde enero de ese año. Posa con los 50 hombres de la tripulación del nuevo U-1305, Tipo VIIC/41, que entra en servicio al mando del alférez de navío (Oberleutnant zur See) Helmuth Christiansen. Este tipo muy avanzado, del que solo pudieron producirse 91 unidades, ya era capaz de sumergirse sin novedad hasta 250 m. de profundidad.

Tres de ellos estaban comandados por los tres oficiales más capacitados en aquel momento: Günther Prien, El toro de Scapa Flow, muere con toda su tripulación; Joachim Schepke también perece con parte de sus subordinados: mientras que Otto Kretschmer y todos sus hombres, excepto tres, caen prisioneros de los británicos. Cuando se presentó ante él, el capitán de fragata Macintyre, quien le había vencido en esta su última batalla, todo un caballero, Kretschmer le saludó en perfecto inglés, agradeciéndole haber recogido a su tripulación, al mismo tiempo que le felicitó por su triunfo. Al año siguiente fueron enviados a un campo de prisioneros canadiense.

Desde el principio de la guerra, el Kapitänleutnant (teniente de navío) Schepke se había distinguido como uno de los ases de referencia: durante año y medio, con 14 patrullas y un total de 200 días en mar, llegó a hundir 37 barcos y dañado otros 4 (puesto 11º). Por su parte, en ese mismo período, Prien y Kretschmer (238 y 224 días en mar, respectivamente) habían alcanzado unas cifras incluso superiores, que los situaron entre los diez primeros en número de toneladas hundidas (ver Cuadro de Honor), constituyendo este último el de mejores resultados, con medio centenar de barcos en su haber y más de 300.000 ton. hundidas o dañadas.

Balance

Estas tres pérdidas resultaron especialmente duras para el Estado Mayor de Dönitz. Ante la imposibilidad por parte de su Marina de Guerra de disponer de una gran flota de superficie como la británica, para el almirante lo ideal consistía en mantener a la vez un centenar de sumergibles operando en el frente (Océano Atlántico, y mares Mediterráneo, del Norte y Negro), un ideal que la industria bélica alemana nunca logró satisfacer. El año 1943 había comenzado con 212 unidades en todos los frentes, estando más de la mitad de ellas en el Atlántico. Sin embargo, tan solo había 39 submarinos a la vez en zonas de operaciones atlánticas, ya que los restantes se encontraban realizando el viaje de ida o de vuelta de dichas zonas a sus bases en la Francia ocupada. A pesar de los excelentes resultados de los años anteriores, los ingleses dejan de cometer errores y a lo largo de la primavera de 1943 se constata que la poderosa defensa marítima, pero sobre todo la localización aérea por radar, de las dos mayores potencias navales (Gran Bretaña y Estados Unidos) superaba claramente la capacidad de los submarinos alemanes, a pesar del inquebrantable espíritu combativo de sus tripulaciones: de unos 40.000 hombres que integraron estas dotaciones, las cifras de bajas en el mar oscilan, según diversas fuentes, en torno a 30.000, además de varios miles de prisioneros.

foto: 17 de abril de 1943 (Atlántico Norte): desde la cubierta del guardacostas estadounidense “Spencer” observan la explosión de una carga de profundidad que conducirá al submarino alemán U-175 a la superficie, justo cuando se disponía a atacar al convoy que se aprecia al fondo de la imagen.

Pero las acciones de estos sumergibles y sus hombres, muchas de ellas excepcionales, continuarían sin descanso hasta el final de la guerra, con el desarrollo de nuevos modelos mucho más avanzados y mejor armados, aunque en número demasiado escaso. Sin contar el medio centenar de unidades que ya operaban antes del inicio de las hostilidades, desde el 1 de septiembre de 1939 hasta el 8 de mayo de 1945 fueron puestos en servicio 1.113 U-Boot(5) (10 de ellos capturados al enemigo) por la Kriegsmarine, de los cuales 863 unidades realizaron una o más patrullas de combate en primera línea. En zona de operaciones se perdieron 630: 603 por acción enemiga, 20 por causas desconocidas y 7 por accidentes. Mientras, en las bases propias, es decir, lejos de las zonas de combate, se perdieron otras 81 unidades por ataques enemigos, y otras 42 por accidentes. Al finalizar la guerra, 215 sumergibles fueron volados o hundidos por sus propias tripulaciones, mientras que 153 fueron trasladados a puertos británicos o aliados. (Joaquín Colorado)

(5) U-Boot: abreviatura de Unterseeboot (nave submarina).


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