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Apuntes para el recuerdo... La XIII Bandera Independiente de La Legión en el África Occidental española

Revista Defensa nº 330, octubre 2005, Luciano Gajate

Combate de Edchera: “Decir más es hacer literatura militar, para la Historia y sobre el tema, ya se ha escrito y publicado demasiado, por autores que allí no combatieron aquel día.”   Voluntario en la XIII Bandera de la Legión, el autor relata en primera persona su experiencia en el antiguo Sahara español. Instalados en El Aaiún con la misión de reforzar la defensa del África Occidental Española (AOE), en 1958 una misión rutinaria de reconocimiento terminó siendo el combate más sangriento de los allí librados. La acción de guerra de Edchera-Saguia El Hamra se llevó por delante la vida de tres oficiales, cuatro suboficiales y treinta legionarios de la XIII Bandera; un indígena y dos conductores del Grupo Nómada, un radio y un legionario de la IV Bandera agregados a la XIII. En total, 42 muertos. Resultaron además heridos graves, dos oficiales, tres suboficiales y 46 legionarios de la XIII Bandera, dos de la IV y dos conductores. Total, 55 heridos, es decir, 92 bajas en un sólo combate, en un sólo día le arrebataron una compañía al completo a la Bandera. 

La escasa documentación oficial que hoy se conserva en diferentes archivos, como diarios de Operaciones, boletines de Información de la Capitanía General de Canarias, y otros, en ocasiones ambiguos, incompletos y hasta contradictorios entre sí, generalmente no arrojan demasiada luz acerca de la creación de la XIII del África Occidental Española (AOE). Pero en cierto modo, resulta lógico que así suceda, habida cuenta de la escasez y precariedad de medios en la época de la que hablamos. El escenario se sitúa, primero en el Norte de Marruecos, recién entregado por España al todavía sultán Mohamed V, y después, en el protectorado español de Río de Oro, -casi provincia española-, en el Sahara Occidental, parte del gran desierto, con seis millones de km2., considerados territorio de España y gobernados a distancia por el capitán general de Canarias, a través de un subgobierno en El Aaiún. Aquí llegaría la XIII Independiente, nombrándose a su segundo comandante, cuando se incorpora a la Bandera, comandante militar de la plaza, como segundo cargo. Y eso sucedió a los cinco meses del primer desembarco en el Sahara, el 1 de julio del 1956, de una Bandera incompleta con tres compañías únicamente, al mando de otro comandante que no tardaría en marcharse. 
En mi modesta opinión, la decisión de crear esta Bandera Expedicionaria, debió de tomarse por el mando superior bastante antes del mes de junio del 1956 que refleja propio el Diario de Operaciones.

Foto: Franco hablando para todos los españoles en la década de los 50 a traves del NO-DO.​

En el mes de abril ya se reclutaba gente voluntaria, como yo, para constituirla. Tras el período de reclutas, habríamos de incorporamos al Sahara español para defenderlo, por dos años de compromiso. 

Esto es lo que dice el Diario de Operaciones sobre de la creación de la Bandera: 
En el mes de junio del año 1956, se crea la XIII Bandera del África Occidental Española (AOE) que la integrarían una compañía de cada uno de los Tercios 1, 2 y 3 (Tahuima, Ceuta y Larache...) -no se menciona al 4 Tercio-, para el día 1 de Julio del citado año, desembarcar en la playa de Sidi Aztman, y desde allí, trasladarse a pié a la plaza de El Aaiún, donde se instala... Al mando del comandante de Infantería D. Juan Martínez Guirado..., los mandos expedicionarios eventuales, se reincorporaron a sus Tercios de procedencia, hasta que en el mes de octubre se hace cargo de la Bandera el comandante de Infantería D. Ricardo Rivas Nadal. 
La información es incompleta, según se verá, y es correcto que desembarcó el 1 de julio de 1956 un primer contingente desde el crucero Miguel de Cervantes, por redes de cuerda hasta el lanchón K-1 que se acercaba a su costado, trasladando a las tres compañías hasta pocos metros de la playa.

Foto: “Bazooka” español en pruebas en El Aaiún, en 1956.​

Reflexión a lo anterior 
1.- El Historial Oficial de la XIII Bandera, que contiene imprecisiones y omisiones muy importantes, comienza el 1 de octubre de 1956. 
2.- A esta Bandera se la llamó General Mola, XIII de La Legión. Nunca lo supimos pues, oficialmente, a todos los efectos era la XIII del AOE. 
3.- Desembarcamos, bajo fuego de cañoneo de salvas del mencionado crucero, sólo tres compañías de fusileros-granaderos. La 4 compañía se formó en El Aaiún, el 1 de noviembre de ese año, y cito del Diario: según orden del Sr. coronel jefe del Tercio 
(no dice cual de los 4), con personal del resto de las compañías (3) de la Bandera... Esto significa dos cosas: 
a) Nunca estuvimos al completo de efectivos.
b) El IV Tercio de Villa Sanjurjo, no aportó personal por entonces. 
4.- Nos presentamos en El Aaiún, sin compañía de apoyo de ametralladoras pesadas y morteros del 81, es decir, sin la 5ª compañía. Esta llegó más tarde, en un barco carguero, el Almirante Lobo, más pequeño. Cito un texto aparecido en un artículo publicado por el nº 489 de la revista “La Legión” llegamos a la playa de El Aaiún, a los 4 días de zarpar... Nunca, en mis dos años de estancia allí, estuvieron alojados en nuestro pequeño acuartelamiento. Por lo que ignoro casi todo, acerca de esta compañía. 
5- Debido al desbarajuste descrito, casi medio siglo después comprendo varias cosas que nunca entonces entendí: 
a) Entre julio y octubre, gran carencia de medios, falta de mandos, gran desorden en lo que creíamos una Bandera, el guión y los banderines de compañía, tardaron casi seis meses en aparecer... el 14 de diciembre de 1956, como nuestras maletas con ropa, desde los Tercios de cada uno, no habían llegado, estuvimos muchos meses con lo que trajimos puesto y deteriorado. Hubo falta de una organización militar real, demasiada improvisación. 
b) Cabe apuntar igualmente la desmoralización de los legionarios, al no saber quiénes eran sus mandos directos: se iban unos, llegaban otros, de todos los rangos, cada dos por tres. Nunca entenderé como se permitió que esto ocurriera. El final, siempre depende del principio.., y lo que tan mal empieza, mal acaba. 
c) Tantos ascensos de un día para el otro de legionario a cabo de escuadra, (como en mi caso), y de cabos 1 a sargentos... sin más trámites. 
Entorno geopolítico 
El gran Sahara (que en árabe-hassaní significa tierra dura-desierto, por lo que resulta redundante decir desierto del Sahara), cubre un área aproximada de diez millones de km2. del Globo, abarcando varios países. Y en él se encuentra de todo: llanuras, mesetas, macizos montañosos y diversas cadenas de dunas de arena fina, el erg. 

Foto: Los medios aéreos llegaban desde la base aérea de Gando.

En la época en que se llamó Campaña del Sahara, y no Campaña de Ifni, que es otra historia distinta y posterior, la parte española del Sahara Occidental equivalía a más de la mitad de ese territorio inhóspito y desconocido para los aproximadamente 350 hombres de la Bandera en ciernes, que desembarcaron con medios inadecuados, insuficientes y sin preparación alguna para la supervivencia en semejante lugar, y menos aún para defenderlo. Y eso a pesar que, ya entonces, la Legión Extranjera, en la fronteriza Argelia, llevaba años combatiendo con los medios necesarios a las guerrillas del coronel Huari Boumedian y Ahmed Ben Bella (ambos gobernaron años más tarde Argelia, cuando obtuvo la independencia de Francia). Se les podía haber pedido, al menos, asesoramiento en aquella primera fase tan improvisada. 
Cuando la XIII consiguió por fin hallarse más o menos organizada, pienso que en sus primeros dos años en el Sahara, nunca llegó a contar con más de 500 efectivos, entre legionarios y agregados. Entre estos, el Grupo de Automovilismo, que trajo consigo los camiones Ford-K, y los jeeps que nos movilizaban-transportaban, por compañías y por secciones, hasta destacamentos y poblaciones lejanos de El Aaiún, Villa Cisneros o Cabo Juby, a todo lo largo y ancho del territorio. En concreto era a fortines abandonados como Tichla, cercano a la frontera sur con Mauritania; Tan Tan, fronterizo entonces con Marruecos y otros intermedios igualmente abandonados como Aargub, Auserd, Bir Nzaran, o Zug, próximo a Argelia, o la antigua alcazaba de Smara, donde junto a sus ruinas había un pequeño cuartel, por entonces también vacio, hasta que lo ocupó una compañía de la XIII. 
Lo que se pretendía hacer, con solo medio millar de hombres duros y bravos, era garantizar la seguridad en aquel vasto territorio, -inmenso nos parecía-, impidiendo la infiltración de tropas enemigas bien equipadas y controlar los grupos armados de disidentes saharauis nativos, el FLSE. Una misión imposible, para tan escasa fuerza, y con los tan pocos y, ya entonces, anticuados medios, que destinaron para tal fin. 

Armamento y otros medios de la XIII en 1956 
El individual, en uso en La Legión por entonces era para los fusileros-granaderos, esto es, los legionarios de 2, los de 1 y los cabos de escuadra, el mosquetón Mauser español, calibre 7,92, de cinco disparos, fabricado en La Coruña, con su cuchillo- bayoneta y 60 balas en peines de a cinco en las cartucheras, y varias granadas de mano en los bolsillos o macuto de costado, tipo PO-1 o PO-2 poco eficaces. 
Los cabos 1 mandando pelotón, o sargentos de pelotón, portaban el subfusil Star, calibre 9 mm. Largo, de culatín plegable, con tres cargadores (este armamento, ya en la época, era anticuado, y no apto para combate en el desierto debido a que el viento siroco y la arena los bloqueaba). 

Foto: Los “jeeps”, no siempre en buenas condiciones,  trasladaban a la XIII por el vasto y desértico territorio.

Las escuadras de mortero Valero del 50, las mandaba un cabo jefe de escuadra, armado con la pistola Star de 9 mm. L. con dos cargadores, y colgada en bandolera una caja- estuche -auténtica bomba si una bala la hacía explotar- conteniendo espoletas en seguro para enroscar en la punta de las granadas, llavecilla para quitar ese seguro, suplementos en plástico de pólvora para colocar en la cola de las granadas aumentando su alcance y una aguja para pincharlos y que incendiaran dent ro del tubo, al disparar el cartucho de proyección. 
También los cartuchos de proyección para cada granada de la dotación, que, tras desenroscar el tapón de la cola, se introducían, y era donde percutía la aguja del mortero, parecidos a los de las escopetas de caza. Además un extractor por boca del mortero, para sacar, enganchando por la espoleta, las granadas que, por diversas razones, quedaban dentro, sin tener que desarmar vuelta a vuelta de rosca el tubo de su afuste, y sacarlas entonces por debajo... tarea lenta, comprometida y frecuente. 
Los cuatro legionarios de estas escuadras portaban el mismo armamento que los fusileros, acarreando por parejas las dos cajas de 30 granadas cada una, en estado inerte, para dicho mortero, cuyas dos partes, el tubo y el afuste eran transportadas al hombro, turnándose los de la escuadra. 
En las escuadras de apoyo, un legionario de 2, tirador, cargaba al hombro el fusil- ametrallador FAL de 7,92 mm. y el resto el mismo armamento ya citado anteriormente, con la excepción de que el primer proveedor cargaba con el maletín de mano de los repuestos del arma, y los otros miembros de la escuadra, los cargadores con la munición. 
Los oficiales con mando de sección y los capitanes de las compañías llevaban su pistola o revólver personal, que trajeron de sus tercios de origen, menos eficaces y más antiguos, que la moderna Star de dotación oficial. Eran armas de todos los calibres, tamaños y colores, según el gusto -recuerdo un bello revólver del 38 corto cromado y con cachas de nácar, basculante, e inútil para el combate, una vieja Astra de martillo interno, o una Star del 9 mm. corto, no eran armas de guerra. El comandante jefe, solía usar una hermosa pistolita Astra del 6,35 mm., niquelada y con cachas nacaradas, tan inútil para el combate como, incluso, para la defensa personal por su cortísimo alcance. Justifico esto, por el hecho que, en aquellos años, un oficial o jefe tenía la misión de dirigir en un combate a la tropa bajo su mando, no entablarlo personalmente como individuo.., en cuyo caso, con tales armas, lo hubiera tenido crudo... 
Hoy las cosas, ya no son así afortunadamente y un enemigo ha de tener vista de lince para diferenciar entre un oficial y un soldado raso en combate. Todos visten igual, el armamento es de guerra, y los distintivos del rango militar apenas se ven con los uniformes modernos. Antes brillaban al sol las estrellas y galones hasta cabo 1 y los oficiales y suboficiales calzaban, salvo excepciones, altas botas de montar relucientes, mientras que los legionarios, por debajo de suboficial, utilizaban llamativas alpargatas blancas, con suelas de esparto... Mucho se ha aprendido sobre el Arte de la Guerra, con tantas como se han sucedido desde entonces por todo el Planeta... “y lo que te rondaré morena”. 
La compañía de máquinas , la 5ª disponía de ametralladoras pesadas Alfa y morteros de 81,  como no llegaron en el mismo barco y como los alojaron en otro cuartel, desconozco su composición. Me limitaré a citar un párrafo del Boletín de la Capitanía General ya mencionada: . . .manifiesta que se precisa cambiar el material de las ametrallad oras Alfa, por material ZB del mismo calibre, debido a su escaso rendimiento por interrupciones constantes... La fecha, es de tres días después del combate en Edchera-Saguia El Hamra. 

Foto: El autor con una ametralladora Cetme calibre 7,62 en prueba.

Es de suponer que los morteros del 81, también ofrecieron problemas, ya que los del 50, tuvieron muchos... y hasta las propias granadas, deformadas por ser antiguas, que no entraban en el tubo y había que desechar. Afortunadamente, con las espoletas no hubo problemas, pero sí con los cartuchos de proyección más frágiles. Y en fin, que la trilita si se cuida es eterna, o casi, pues provenía de la Guerra Civil, en la cual ya eran viejas. 
Se disponía de un vehículo semioruga Carrier, antiguo, sin armamento en la caja, un cañón también muy veterano montado en ruedas tipo carreta para arrastrarlo enganchado a un jeep -o por tracción humana- que databa de la Guerra Civil, que efectuó tres disparos en Edchera... y quedó averiado. Era complicadísimo maniobrarlo para poder disparar. 
En julio de 1956 se entregó a cada legionario un paquetito de cura individual, consistente en un rollito de gasa, cuatro apósitos y un frasquito de tintura de yodo. Está claro que, un año y medio después, o se había gastado, o no servía de nada. Nunca fue repuesto y en el combate de Edchera nadie llevaba nada para heridas de bala, metralla o explosiones. Sólo algún practicante que otro, de los tres que conocí en dos años, contaba ese día con alguna cajita con polvos de Sulfatiazol y algún rollito de gasa, que fueron gastados enseguida. Pero nadie, ni un simple analgésico, o morfina, que se hubiera usado por litros de haberlos habido. 
La dieta legionaria: La ración de combate 
El desayuno, una tableta de chocolate pequeña, duro como una piedra. La comida, una lata de sardinas en aceite y como cena, otra de carne de Mérida; como acompañamiento, un paquetito de galletitas secas, y tragos de agua de dudosa potabilidad, procedentes de la cantimplora individual, casi capacidad de 2 litros a temperatura ambiente. 
Por el interior, en ocasiones llegaba algún Junker Ju-52 en vuelo rasante y lanzaba algunos sacos llenos de chuscos, que como reventaban al chocar contra el suelo, había que ponerse a cuatro patas para irlos localizando y aprovecharlos. También, en ocasiones, lanzaban bidones de gasolina llenos de agua para las cantimploras o para los radiadores de los vehículos, aunque algunos reventaban, y se perdía todo o parte del preciado líquido. 
Cuando se estaba destacado por el interior y existían edificaciones, se improvisaba una cocina con piedras y trozos de arbustos secos y... a cazar por el entorno cualquier bicho viviente comestible o supuestamente no dañino, para asarlo al fuego, y si por casualidad quedaban patatas, hacer un guiso sin más, con lo que fuera, cortado en trozos, agua salobre de pozo o charca que se hallara cerca, y... buen provecho. No importaba si era camello, gacela, antílope o avestruz -que daba grandes filetes y hasta huevos si se hallaba el nido-, grandes lagartos negros, o no menos grandes serpientes, a las que se cortaba la parte delantera de un tajo, por lo del veneno, si lo tuviera. 
Sólo en las breves estancias en acuartelamientos formales, como el de El Aaiún o Villa Cisneros, y una vez en Cabo Jubi, había cocinas de campaña, resultando el condumio más o menos aceptable, dependiendo de los rancheros y la materia prima que tuvieran para dar de comer a la tropa. Lo citado no incluye a oficiales y suboficiales. La igualdad era esporádica y sólo existía en los destacamentos del interior. 
El día 13 de enero de 1958 en Edchera y La Saguia  El Hamra 
¿Qué ocurrió allí ese día, para que la XIII, en ocho horas, tuviera 92 bajas, si incluimos los agregados a la Bandera? Aplican aquí estas dos máximas o reglas de la antigüedad, siglo V A.C., que leí en El arte de la guerra una vez en Cuba de joven, cuando hacía mis pinitos en la entonces incipiente Revolución, que un año después de Edchera derrocaría al mayor general Fulgencio Batista Zaldivar y a su gobierno dictatorial. Cito: Toda batalla está ganada o perdida antes de ser librada... No emprendas una batalla si no la vas a ganar. 

Foto: Imagen típica de los pueblos del A OE en la época.

Claro está que lo de Edchera no fue una batalla, ni tampoco un gran combate, si se lo compara con los que ha habido y aún continúan en buena parte del Mundo, con mayor número de bajas (militares y civiles), que las que nosotros sufrimos aquella jornada. Sin embargo, estaba perdido antes de comenzar y nunca debió de emprenderse como se hizo. Se gana tiempo y espacio si el lector analiza detenidamente el croquis a mano alzada de la zona que acompaña este trabajo. Decir más es hacer literatura militar, para la Historia y sobre el tema, ya se ha escrito y publicado demasiado, por autores que allí no combatieron aquel día. Fueron más tarde, o investigan en la Historia nunca objetiva perse, o trasladan lo que me contó fulano -desde su óptica personal, claro está-, que asegura estuvo allí. Citaré otra frase que hace al caso: Todos tenemos dos ojos, pero no todos vemos las mismas cosas y las que vemos, ni siquiera lo hacemos de la misma manera. 
El combate 
El comandante militar de la plaza de El Aaiún y jefe de la XIII, a través del Subgobierno, recibió la información de que unos pocos días antes del 13 de enero un avión de reconocimiento había detectado gran movimiento de tropas en camiones, al parecer marroquíes, y caravanas de camellos con nativos armados por el lado norte de La Saguia, en dirección al Paso de Edchera que la cruza de Norte a Sur, como a unos 30 km., de la capital. 
Desde finales de 1957, lo que quedaba de la Bandera, se hallaba prácticamente reunida allí, con todas sus compañías. Hecho poco frecuente a causa de los destacamentos en diferentes puntos del desierto, por compañía s y secciones. De hecho, ya habíamos patrullado varias veces por la zona Sur sin mayores incidentes, en dirección Este (Bir Lethi), mas allá de El Paso y del área donde sucedió el combate, volviéndonos a El Aaiun sin detectar nada anormal. 


Pero por la información aérea citada, el alto mando sospechó que, esta vez, se trataba de una maniobra ofensiva importante y el comandante ordenó una nueva salida para verificar la información. 
Se formó la Bandera de manera rutinaria. Es decir, los destinos tales como rancheros, escribientes de oficinas, machacantes de suboficiales y otros que denominábamos enchufados no salieron en el convoy, considerándose que se trataba de otra operación de rutina. Tanto es así, que ni se pasó revista formal de armamento antes de la salida, ni se cargó con el macuto de costado donde iba la ración de campaña, pues se pensaba volver a comer al cuartel sobre la una o las dos del mediodía. 
Salimos en los camiones y jeeps, tras desayunar el cazo de malta tostada que hacía de café de perola, y el chusco de pan, sobre las 8 horas y en las afueras fue organizado el convoy de la siguiente forma:  Dos o tres jeeps con una escuadra de la 2 compañía cada uno -fusileros/granaderos- en vanguardia, y siguiéndolos, los camiones de la 1, 2, 3 y 4 compañías (ninguna al completo de efectivos) y al final, los de máquinas y morteros de la 5, el único Camer blindado, sin armamento, y el antiguo cañón, ya citado, del 75 si mal no recuerdo, arrastrado por un jeep y seguido por otro supuestamente con obuses, paquetes de pólvora y demás enseres de artillería. Los intervalos entre vehículos eran de cinco minutos y aunque ya se sabe que es norma, en aquel terreno era imposible de cumplir. 
Hacia las 9:30, los de la 1 compañía, que seguíamos a los jeeps de la 2, escuchamos disparos, viendo que los vehículos giraban a la izquierda apenas sobrepasado El Paso de Edchera y disparaban a unos diez o doce hombres azules que les tiroteaban, al tiempo que corrían huyendo hacia el borde del precipicio que forma La Saguia por allí. Supuestamente, tenían que seguir derecho, pero giraron y, a continuación, hicieron lo mismo los camiones de la 1 compañía para apoyarles... y así, el resto de la fuerza según iban llegando. Los supuestos nativos rebeldes (probablemente militares marroquíes disfrazados), desaparecieron por el borde, con todos los fusileros de 1 detrás, disparándoles con mosquetones y subfusiles. 
Personalmente, yo no vi que ninguno de ellos cayera. Habían actuado de señuelo para la trampa que vino a continuación, ya con toda la fuerza en tierra, desplegada en orden de combate y en un área que hace una especie de media luna en esa zona (consultar el croquis). Fue entonces cuando nos atacó una numerosa fuerza enemiga, que estaba parapetada en el borde, ametrallándonos, disparando e incluso lanzando granadas fragmentarias a los más cercanos, desde todas las direcciones. Y allí, en el llano, ya tuvimos bajas. 
Emplazamos los morteros del 50, bombardeándoles con los tres suplementos para que estallaran tras el borde. El comandante dio orden a mi capitán, -1 compañía- para que bajáramos todos, por el paso, al lecho de la Saguia, a combatir desde abajo al enemigo que pudiera haber en ese lugar. Lo hicimos, y recorrimos en los camiones hasta donde fue posible, tal vez 2 km., sin encontrar enemigos, pues al parecer se escondieron, pero el problema estaba arriba, en la llanura de Edchera. Esto ocurría sobre las 12 horas. Los tres morteros ligeros de mi compañía, habían lanzado las 180 granadas, suponiendo que los de las otras tres harían lo mismo, más las de los morteros pesados del 81 de la 5. Pero en un camión los chicos del Pelotón de castigo, sin armamento, y con vigilantes, nos traían más... 
Se pidió apoyo aéreo a Gando (Gran Canaria) para bombardear en el interior de La Saguia y el Ejército del Aire solicitó que se señalizase la zona con lonas blancas -que no teníamos-, recurriéndose a las mantas marrones que cubrían del polvo el camión de la munición suplementaria. Se ordenó al brigada que mandaba mi Sección, que las bajara al lecho y mantuviera la Sección -la 35 allí, a excepción de las tres escuadras de mortero que tenían que disparar desde arriba en el llano. El quedarse ellos abajo, era para proteger la camioneta con la radio que coordinaría el bombardeo, operación que iba a realizar el capitán de la 2 compañía. Al resto de la 1 se le ordenó que regresara con los camiones de nuevo al llano, donde se recibía demasiado fuego enemigo. 

Foto: Desfile del grupo nómada GandaraIV el día de la victoria de 1956

Continuó el combate en el llano, en ritmo decreciente, y con los morteros ligeros, con más granadas, seguíamos disparando, siempre bajo el fuego enemigo, emplazados al descubierto. Al atardecer, sobre las 18 horas, vimos llegar tres Heinkel del Ejército del Aire, que tuvieron que soltar sus bombas a unos 5 km. del Paso de Edchera, seguramente por no conseguir ver los objetivos debido al color de las mantas.., o porque nunca las pudieron poner los compañeros, ni coordinar el capitán de la 2 por radio, por haber caído en el combate de abajo. 
Al oscurecer, se detuvo el fuego enemigo y el nuestro. Nos dedicamos a trasladar heridos y recoger muertos producidos por el combate de arriba. Ya de madrugada, pudimos ver las luces de los camiones enemigos, huyendo o en retirada, dirección Noreste, como hacia la frontera con la Argelia francesa, por Tindouf. En el día 14, al amanecer, hicimos un asalto final, bajando al lecho, por si quedaban enemigos... pero éste, no había dejado ni muertos ni heridos, que debieron ser muy numerosos. Si dejó alguno, yo no lo vi. Mi escuadra recogió el cadáver del brigada y el del legionario de 2 Maderal Oleaga. Cuando concluyó esta penosa tarea, regresamos al cuartel de El Aaiún, por la misma ruta del día anterior, como a las 14 horas. 
Termino diciendo que aquel combate fue una trampa bien planificada que se tendió a la XIII Bandera, llevada a cabo por combatientes enemigos profesionales. Una operación así no la realizan guerrilleros aficionados del fantasmal FLSE -como en la época se dijo-, pues ni armas automáticas tenían y mucho menos vehículos motorizados, ni conocimiento alguno de estrategias militares o de combate. Sagula el Hamra en árabe-hassani, quiere decir Río Rojo, rojo como la sangre y, al menos en esta ocasión, hizo honor a su nombre. 
Ahora me gustaría soltar un taco de los impublicables pero... como no procede, me lo estoy gritando a mi mismo dentro de mi cerebro prohibiéndole olvidar. Yo no creo en heroicidades.., cualquiera puede ser héroe en un momento dado y es un tema este sobre el que habría mucho que hablar, especialmente en casos de guerra. Y como, para mi hoy es mucho más heroico el día a día, he decidido no escribir más sobre el tema. Lo explicado antes y el dibujo que incluyo, son más que suficientes para cerrar este trabajo de manera razonable, respetuosa, y caballerosa, al estilo legionario. • 
N. de la R.: El autor, hoy jubilado de Aviación Civil y antiguo caballero legionario, fue voluntario en el entonces Sahara español, Rio de Oro, cuando se creó la Bandera Expedicionaria en junio de 1956, con 20 años de edad, procedente de la 13 compañía de la III Bandera del Tercio “Gran Capitán”, en Tahuima, Melilla. Tras mes y medio de instrucción allí, desembarcando en las playas Hasi Aotman, a 25 km. de El Aaiún el 1 de julio del citado año. Al organizarse la Bandera, fue ascendido a cabo de escuadra de fusiles, pasando más tarde a mandar una escuadra de morteros ligeros en la 3ª sección de la 1ª compañía, en la que permaneció hasta su licenciamiento en mayo de 1958, finalizadas las últimas operaciones. Le concedieron la Medalla de la Campaña del Sahara y la Cruz Roja al Mérito Militar por oficio recibido en Madrid, fechado en El Aaiún en julio de 1958, dos meses después de licenciarse. 


XIII Bandera del A.O.E. (La Legión). Relación nominal, con expresión del rango militar, al 13 de enero de 1958, que resultaron MUERTOS o HERIDOS GRAVES; en el combate que tuvo lugar en el llano de Edchera y fondo de la Saguia El Hamra, según el diario oficial de “Vicisitudes y Operaciones de la Bandera”, hojas 57 y 58. (no incluyo a los “agregados” a la Bandera, aquel día, más fue apenas un pequeño número, irrelevante al caso).


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