Finalmente y pese a las conversaciones al respecto que mantuvieron en Bariloche días atrás los máximos responsables aeronáuticos argentinos y brasileños, finalmente Brasil no facilitará los cuatro o cinco F-5M que, como mínimo, son necesarios para realizar la cobertura aérea de la próxima Conferencia del G-20 a realizarse en 2018 en Argentina, hoy sin aviación militar que pueda prestar una modesta superioridad aérea tras el desquicio de los presupuestos militares registrado durante el gobierno kirchnerista.
En esta oportunidad, debido a las características de las aeronaves requeridas, si bien puede jugar un papel secundario (como en la asunción de Macri en 2015, cuando Cristina Kirchner desactivó horas antes de relevar el cargo los sistemas de defensa aérea) la Fuerza Aérea Uruguaya, cuyos vectores de combate son los viejos A-37, no sería suficiente para esta misión, si bien en muchos otros aspectos se contaría con la misma.
En realidad, la Fuerza Aérea Brasileña sí estaría dispuesta a colaborar, aunque volando sus aeronaves con tripulación propia y no argentina (sin experiencia en el modelo), desde bases militares también argentinas, esto último un aspecto no aceptado por gran parte de los militares de este país. Coloquial e informalmente se maneja la tímida posibilidad de que las aeronaves de la FAB pudieran operar desde los cercanos aeropuertos uruguayos, mientras las Fuerzas Armadas uruguayas trasladan radares a Colonia, municipio ubicado a 49 kilómetros de Buenos Aires, sede de la cumbre. (Javier Bonilla)
