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100 Años de la Fuerza Aérea Colombiana

FONDO DOCUMENTAL

Como base fundamental de las Fuerzas Militares de Colombia, la Fuerza Aérea cumplió 100 años defendiendo la soberanía e integridad de la nación. Desde sus inicios han sido muchos los sucesos que han transcurrido, pasando de ser un simple sueño hace un siglo, a posicionarse como la más operativa de Latinoamérica.

Sus orígenes se remontan al Gobierno del presidente Marco Fidel Suárez, denominada para la época Arma de Aviación, mediante la expedición de la Ley 126 del 31 de diciembre de 1919, gestionándose con el Gobierno francés de Alexandre Millerand el envío al país de una misión militar aérea y la adquisición de las primeras aeronaves. Francia tenía por aquella época muchos pilotos militares veteranos, sobrevivientes de la I Guerra Mundial y una floreciente industria aeronáutica, dando como resultado que en 1921, en el municipio de Flandes (Departamento del Tolima) se inaugurara la primera Escuela Militar de Aviación, bajo orientación gala.

Se eligió esta zona por ser un terreno plano, de baja altura sobre el nivel del mar, facilitando el despegue de las aeronaves y con la ventaja de la cercanía de la capital, Bogotá. La Escuela de Aviación Militar en Flandes contó en sus inicios con cinco hangares de latón y una pista de aterrizaje en grama de 300 m. de longitud y 40 de ancho. Fue creada mediante Decreto 2172 del 10 de diciembre de 1920  y contó con un presupuesto inicial de 170.000 pesos oro y aviones Caudron G-3 de instrucción, G-4 de bombardeo y Nieuport Delage de caza. Los primeros aviones de la Aviación Militar colombiana llevaron pintadas cucardas iguales a las usadas en la francesa, por obvias razones.

Posteriormente  se realizaría el primer vuelo solo de un piloto nacional, el mayor Félix Castillo Mariño, el 18 de junio de 1920. La primera Misión Militar Aérea de origen galo, que llegó al país en 1920, estuvo al mando del coronel Pierre René Guichard y permaneció hasta el 28 de abril de 1922, año en el que la Escuela de Aviación  fue cerrada debido a problemas técnicos y económicos que no permitían la instrucción de nuevos aviadores, pero con anterioridad, el 4 de octubre de 1921, en Flandes recibieron la licencia de piloto militar de pista los alumnos de vuelo Félix Castillo Mariño, Luis Silva Gómez, Abraham Liévano, Delfín Torres Durán, Eduardo Gómez Posada y José Ignacio Forero.

Tiempo después, por decreto 1756 del 8 de noviembre de 1924, se reabrió la Escuela de Aviación Militar en el municipio de Madrid (Departamento de Cundinamarca), esta vez bajo la orientación de la misión suiza. Durante este año, bajo la presidencia de Pedro Nel Ospina, no sólo se reactivó la Escuela, sino que también significó el nacimiento de la Base Aérea Mayor Justino Mariño, actualmente sede del Comando Aéreo de Mantenimiento (CAMAN). Los aviones biplanos helvéticos de entrenamiento Wild WT ingresaron al servicio activo de la Aviación Militar Nacional en noviembre de 1924.

Aviones de combate, entrenamiento y transporte

El 12 de enero de 1927 entró en servicio activo el avión de combate Falcon O-1 Ricaurte, que se sumó a los suizos de entrenamiento Wild X. El 12 de junio se rea­lizó el primer vuelo en Escuadrilla sobre Bogotá, con los Wild con numerales 13 y 14, pero nuevamente la aviación colombiana sufrió un tropiezo, pues en 1928  las deficiencias en las instalaciones y el pésimo estado del material de instrucción obligaron a su cierre temporal. A pesar de esto, el primer vuelo internacional de un piloto colombiano lo realizó el teniente Benjamín Méndez Rey, de Nueva York a Bogotá, entre el 29 de noviembre de 1928 y el 2 de enero de 1929.

La Escuela fue nuevamente activada el 20 de marzo de 1929 y desde entonces ha funcionado de manera ininterrumpida. Los éxitos siguieron acumulándose y, el 12 de enero de 1931, el teniente Enrique Santamaría Manccini y el mayor Delfín Torres Durán realizaron el primer vuelo nocturno sobre la capital, el cual duró 1 hora y 15 minutos. Ese mismo año se inició uno de los cruceros más arriesgados en la historia colombiana, a cargo del capitán Arturo Lema Posada y los tenientes Abraham Liévano y Ernesto Esguerra, entre las ciudades de Madrid, Cundinamarca, Cartago, Buga, Palmira, Cali, Popayán, Pasto, Ipiales y Neiva.

foto: Caudron G III, de los primeros aviones que arribaron a Colombia en 1921 para la Escuela de Aviación en Flandes-Tolima

Además de llegar a la Aviación Militar los primeros biplanos norteamericanos de entrenamiento Fledgling J-2 y Trainer Mk-I, en  1932 se incoporaron los aviones de combate del mismo país C-14R, F-8F Falcon y Hawk II F-11C, junto con los alemanes Junkers K-43. Las mejoras no quedarían ahí y en 1933 la Escuela fue trasladada a Cali (Departamento del Valle del Cauca). La hacienda El Guabito fue convertida en Base Aérea y es donde funciona actualmente. De 1933 a 1936 se contó con la asistencia sucesiva de las misiones alemana, cubana y norteamericana.

En 1935 la Escuela adoptó el nombre del piloto comercial Ernesto Samper Mendoza hasta 1955, cuando se cambió por el de Marco Fidel Suárez, siendo este con el que se denomina actualmente. El 3 de septiembre de 1932 se inició el servicio de transporte militar en Colombia, adquiriéndose aviones germanos Junkers F-13, W-34 y Ju-52 y Dornier Merkur II Do-K y Wal Do-J. Pero la aviación militar colombiana empezó realmente a desarrollarse como consecuencia del conflicto con el Perú.

Esta confrontación condujo a la creación de bases aéreas en diferentes regiones del territorio nacional y Colombia afrontó la inexperiencia del combate terrestre, fluvial y aéreo con la necesidad de maximizar los recursos nacionales para fortalecer el poder militar y defender sus derechos territoriales. Además, significó el reconocimiento de la soberanía sobre el territorio en conflicto y dio sentido histórico y justificación militar a la creación y existencia de la Fuerza Aérea Colom­biana (FAC).

La guerra con Perú

El 1 de septiembre de 1932, tropas peruanas incursionaron en territorios fronterizos del Sur del país, violando la soberanía nacional establecida por el Tratado de Límites y Navegación Salomón-Lozano suscrito entre los dos estados el 24 de marzo de 1922. Para la época, la Fuerza Aérea tenía 16 aviones: 3 Fledgling J-2 de entrenamiento, 8 Wild X de observación y ataque, 4 C-14 de instrucción y un O-1 Falcon de combate. que operaban desde la única Base Aérea con que contaba, Madrid, sede de la Escuela Militar de Aviación.

foto:  Junkers W-34: adquiridos en 1932, participaron en la guerra contra el Perú, actualmente se expone en el Museo Aeroespacial.

Por el contrario, los peruanos estaban mejor preparados, contaba con muchos más pilotos y aviones que Colombia y ya para esa fecha poseía  bases aéreas organizadas en el nororiente de su territorio ubicadas en Puca, Barranca y Pantoja, sobre el río Napo, en Itaya, cerca de Iquitos, incluso en la misma Leticia recién ocupada. Disponía de dos escuadrones de entrenamiento; uno de reconocimiento, uno de enlace, uno de transporte, uno aeronaval, y seis de combate, con más de 18 tipos de aviones diferentes.

Mientras se esperaba la llegada al país del material que se había adquirido en Estados Unidos y en Alemania para reforzar la capacidad militar de respuesta a la agresión, se desplazaron a la zona del conflicto 2 Junkers F-13,  2 W-34,  2 Ju-52,  2 Dornier Wal Do-J y 1 Merkur Do-K, los cuales fueron provistos por la aerolínea SCADTA (Sociedad Colombo-Alemana de Transportes Aéreos), con sus tripulaciones de pilotos y mecánicos, en su mayoría de origen germano. Al poco tiempo llegaron otros Junkers, incluyendo 3 K-43 y 2 Dornier de Alemania, así como, 30 Hawk II F-11, dos Commodore P2Y-1 y 22 F-8 Falcon de Estados Unidos.          

La acción más importante se llevó a cabo el 26 de marzo de 1933 en Güepí, guarnición peruana sobre la orilla derecha del río Putumayo. La Fuerza Aérea empleó 11 aviones de ataque: 6 F-11 Hawk II, 3 Wild X y 2 Osprey C-14 de caza y bombardeo. El combate fue muy duro. La aviación por espacio de 8 horas consecutivas estuvo hostigando y ablandando las posiciones enemigas, para que las fuerzas terrestres y fluviales pudieran cruzar el río y ocuparlas. Al final de la tarde, el Ejército peruano se retiró, dejando abandonados prisioneros, heridos, muertos, armas y municiones, material de guerra y varios aviones de guerra, que ya habían sido inutilizados.

Una vez resuelto el conflicto con el Perú, cuyas acciones militares se suspendieron el 25 de mayo de 1933, la aviación militar colombiana tenía 42 pilotos, 35 mecánicos, 60 modernos aviones, además de la Base Aérea de Palanquero, en el municipio de Puerto Salgar (Departamento de Cundinamarca), hoy  sede del Comando Aéreo de Combate Nº1 (CACOM 1); las bases auxiliares de Tres Esquinas, Puerto Boy, Caucayá, Flandes, Puerto Arica y Potosí y, en proceso de desarrollo, la Base Aérea de El Guabito, en Cali (Valle del Cauca), a donde sería trasladada la Escuela Militar de Aviación, desde el municipio de Madrid (Cundinamarca).

Las auxiliares, que se habían creado durante el conflicto para prestar apoyo a las Fuerzas, se desactivaron y se concentraron en la nueva Base Aérea de Tres Esquinas (Caquetá), actualmente llamada Capitán Ernesto Esguerra Cubides, sede del CACOM 6. Durante los nueve meses del enfrentamiento armado, la aviación militar colombiana perdió 4 pilotos y 4 mecánicos, 3 colombianos y 1 alemán en cada caso, en accidentes aéreos, pero ninguno en combate; y 4 aviones: un O-1 Falcon, un C-14 Osprey, un Junkers F-13 y un F-11 Hawk II.

Nuevas actividades y aeronaves

La actividad del paracaidismo en Colombia nació en la Fuerza Aérea el 2 de enero de 1933 en la Base Aérea de Madrid, cuando el mecánico de aviación Balbino Cardeñosa efectuó su primer salto en compañía del norteamericano John Todhunter. A partir de ese momento esta actividad comenzó a ganar adeptos y fue así como algunos oficiales y suboficiales se dedicaron a ella. Pioneros en esta especialidad fueron los mecánicos de aviación Henry Rippe, Víctor Martínez y Daniel Chacón. Ellos conformaron el primer grupo de paracaidistas con sede en Cali, ciudad a la cual había sido recientemente trasladada la Escuela Militar de Aviación.

foto: En 1956 la FAC compró 6 F-86 “Sabre Mark IV” de fabricación canadiense

Los esfuerzos del Gobierno por adquirir nuevas aeronaves daban resultado y  en 1934 la Aviación Militar adquirió los aviones norteamericanos de entrenamiento PT-11C Husky, como también los primeros hidroaviones de esa procedencia Air Bomber Bellanca 77-140. Además, compró en 1935, los hidroaviones estadounidenses Seversky P-35-2-PA-L y la Base Aérea de Palanquero tomó el nombre de Capitán Germán Olano. El crecimiento en experiencia y aeronaves era vertiginoso, pero, lamentablemente, el 24 de julio de 1938 se accidentó el capitán César Abadía Méndez durante una revista aérea en el campo de Santa Ana, en Bogotá.

El accidente causó la muerte de 75 personas, pero esto no fue impedimento para que se efectuara la adquisición en 1940 de  100 aviones North American AT-6 Texan de entrenamiento básico para la preparación de pilotos. También se envió a la Base de Randolph (Texas) el primer grupo de oficiales de la Fuerza Aérea, integrado por los tenientes Alberto Pauwels Rodríguez, Carlos Uribe Uribe, Jesús García Bonilla y Rafaél Valdés Tavera.

En 1942, ingresaron al servicio activo de la Fuerza Aérea Nacional los aviones de entrenamiento PT-17 Kaydet y PT-19A Cornell. Las adquisiciones  continuaban y en 1943, llegaron al país los monoplanos de entrenamiento BT-15 Valiant, los aviones de combate Navigator AT-7 Kansan y los primeros transportes C-60A Lodestar. En 1944, se compraron los aviones de transporte C-47B/D Sky Train.

El primer salto nocturno en paracaídas fue realizado el 18 de mayo de 1945 en Cali, por el teniente Alberto Mariño Sabogal y el mecánico de aviación Luis Javier Martínez. En 1952 el Cuerpo de Paracaidismo de la FAC fue desactivado para dar paso a la organización de los batallones de Tropas Aerotransportadas en el Ejército Nacional. Años después, durante la II Guerra Mundial (SGM), un acontecimiento importante fue la ruptura diplomática entre Colombia y los países del Eje (Alemania, Italia y Japón) el 18 de diciembre de 1941, cuando el presidente Eduardo Santos tomó la decisión a raíz del ataque japonés a las bases militares, navales y aéreas de Estados Unidos en Pearl Harbor (Hawaii).

La SGM y la posguerra

A partir de entonces, el Gobierno implantó medidas especiales para limitar y contrarrestar la acción militar del Eje en áreas de la jurisdicción nacional. Sin embargo, el 23 de junio de 1942 un submarino alemán atacó y hundió la goleta colombiana Resolute 50 millas al Noroeste de la isla de San Andrés. Este navío había rescatado días antes a 5 oficiales y 23 marinos de la Armada Real británica sobrevivientes de un hundimiento ocurrido a 200 millas al Norte de Cartagena (Bolívar).

A raíz de estos acontecimientos, el Gobierno Nacional dispuso el patrullaje y vigilancia de la Costa Atlántica y el Caribe colombiano. La Base Aérea de Palanquero ordenó el desplazamiento a Barranquilla (Departamento del Atlántico) de una de sus unidades, denominada Escuadrón de Reconocimiento y Combate, del cual formaban parte aviones F-8 Falcon. En 1943 fueron relevados de la misión y reemplazados por los AT-6 Texan. Este Escuadrón estuvo activo hasta 1945, cuando éstos fueron trasladados nuevamente a Palanquero.

Las necesidades nacionales y la experiencia obtenida en el campo aéreo a raíz de la SGM llevaron a la reestructuración de la aviación militar en Colombia, durante el Gobierno de Eduardo Santos. Mediante el Decreto Nº 1680 del 15 de julio de 1942, se determinó la separación de la aviación militar nacional y la civil, que hasta ese momento se encontraban unidas en un sólo ente jurídico: La Dirección General de Aviación, pasando a denominarse Fuerza Aérea Nacional (FAN) y se creó la Aeronáutica Civil como máximo organismo en ese área.

Sólo dos años después, y en virtud de la Ley 102 del 31 de diciembre de 1944, la Institución cambió su nombre de nuevo, para convertirse definitivamente en Fuerza Aérea Colombiana (FAC), consolidándose la actual estructura orgánica militar de la nación conformada por las tres fuerzas: Ejército, Armada y Fuerza Aérea. En 1946, la FAC incorporó los hidroaviones PBY-5 Catalina (OA-10) y llegaron al país los aviones de combate norteamericanos P-47D Thunderbolt. En 1947 se adquirieron bombarderos B-25J Mitchell estadounidenses, construyéndose también el Aeródromo Nacional de Apiay (Departamento del Meta), el cual se desempeñó como Base Auxiliar de la FAC.

foto: Douglas A-26 “Invader”: se adquirieron 20 unidadesy el 2519 es exhibido en el Museo Aeroespacial.

En 1952 llegaron al país helicópteros OH-12 Hiller adquiridos inicialmente para el Ministerio de Obras Públicas y operados por pilotos norteamericanos, un año después estas aeronaves fueron asignadas a la FAC. En consecuencia, en 1954 se creó en Melgar, Tolima, la primera Base Aérea de Helicópteros de Colombia, actualmente Base Aérea Teniente Coronel Luis F. Pinto Parra, sede del Comando Aéreo de Combate Nº 4 y de la Escuela Conjunta de Helicópteros de las Fuerzas Militares, posteriormente en 1954, se adquirieron 50 aviones de entrenamiento primario T-34 Mentor destinados actualmente a la Escuela Militar de Aviación, después de casi 60 años en servicio fueron remplazados en 2013 por el T-90 Calima de fabricación nacional, en 1955 se adquirieron 20 Douglas A-26 Invader, asignándoles matrículas del FAC 2500 al 2519, los aviones operaron desde el Comando Aéreo de Combate Nº 1, CACOM 1, posteriormente, debido a una reestructuración institucional, todos los aviones fueron trasladados a la Base Aérea de Apiay, sede del Comando Nº 2, CACOM 2, este avión operó hasta 1968, durante estos 13 años tuvo siete accidentes fatales, lo cual condujo a la salida definitiva del servicio mediante Resolución Orgánica Nº 4 Art. 81 de 1960. La Institución como homenaje a este guerrero del aire, destinó 2 aviones con matrículas FAC 2504 y FAC 2519 para ser exhibidos como piezas de museo, al finalizar este periodo ya se contaba con una flota de  313 nuevos aviones de 10 tipos diferentes. En Colombia, la era del reactor comenzó en 1954, bajo el comando del teniente coronel Alberto Pauwels Rodríguez, cuando arribaron al país los primeros 6 reactores de entrenamiento y ataque aire-tierra T-33 Silver Star, comprados en Estados Unidos. Un año después, llegaron los primeros aviones de combate de propulsión a chorro, los monoplazas F-80 Shooting Star.

En 1956, la FAC compró 6 aviones F-86 MK.IV Sabre, fabricados en Canadá, capaces de traspasar la barrera del sonido en picada. Estos equipos fueron asignados a la Base Aérea de Palanquero, denominada hoy como CACOM 1. Para la compra de esos primeros Sabre se realizaron conversaciones con el fabricante, Canadair, desde  1955. El pedido inicial fue de 24 ejemplares e incluso se llegó a hablar de la adquisición de los nuevos Avro Canada CF-100 Canuck, pero, ante los temas presupuestarios de aquellos tiempos, fueron solo 6 Sabre los que finalmente se compraron, recibiendo los numerales 2021 al 2026. Estaban armados con 6 ametralladoras Browning M3 de .50, además de armamento de caída libre y cohetes.

Entre 1956 a 1964 se sufrieron los accidentes de 4 de estas aeronaves, quedando solo operativos 2 Sabre. Ante la necesidad de remplazar las siniestradas y mediante negociaciones con el Gobierno de Estados Unidos, llegaron al país 4 North American F-86F Sabre pertenecientes al Ejército del Aire Español, siendo esto posible gracias al Programa de Ayuda Militar, o MAP (MIlitary Aid Program) de Washington, siendo dados de baja definitivamente en 1967.

(*) El autor le agradece al mayor Yesid Peña Ortiz, historiador de la Fuerza Aérea de Colombia., su colaboración en la elaboración del artículo.

Revista Defensa nº 494, junio 2019, Carlos Vanegas


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