Durante aproximadamente 20 días, el avión de combate Gripen E FAB 4100, utilizado en campañas de desarrollo y certificación en Brasil, volvió a ser sometido a condiciones climáticas extremas. Durante las evaluaciones, la aeronave voló aproximadamente 12 horas en 10 misiones con temperaturas de 35 grados y un 85% de humedad en el estado amazónico de Pará, en el norte de Brasil.
Se centralizaron las actividades en la Base Aérea de Belém, donde se encontraban el apoyo terrestre y los equipos de Saab y Embraer. Tras cada despegue, la aeronave se dirigía al balneario de Salinópolis, a 160 kilómetros de Belém, donde se instaló una estación de telemetría para recoger los datos del vuelo.
Las pruebas se realizaron para evaluar el desempeño de todos los sistemas en condiciones extremadamente calurosas y húmedas, asegurando una adecuada refrigeración de los equipos, la comodidad del piloto y el comportamiento general de la aeronave al ser colocada en ese ambiente. Durante la campaña, se asignaron responsabilidades a Embraer en el marco del programa de transferencia de tecnología, con el objetivo de mejorar la experiencia de la empresa brasileña en esa área.
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Se realizaron vuelos transónicos (velocidades de 980 a 1470 km por hora) para evaluar el rendimiento del caza y del motor en altitudes más bajas, permitiendo a los técnicos medir la acumulación de calor y las tensiones estructurales del avión. La prueba con el radio altímetro tienen impacto directo en varios sistemas de la aeronave, incluido el sistema de alerta de proximidad al suelo (GPWS), que es un equipo anticolisión de precisión para vuelos a baja altitud.
El caza exploró rangos de 200 a 500 metros sobre el denso y húmedo bosque para permitir al equipo validar la precisión de las mediciones del altímetro del radar en ese entorno. Las pruebas realizadas incluyeron el transporte de una variedad de configuraciones de carga útil externa, como misiles IRIS-T y Meteor, así como tanques de aire, combustible, etc. (Javier Bonilla)
