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La gran carrera espacial militar China

José Manuel Sánchez Arribas

El crecimiento político, económico y militar que, de forma paulatina, ha tenido China durante los diez últimos años, ha puesto nerviosos a países de la órbita occidental. Particularmente en el área espacial, China está volcando un gran esfuerzo económico que da como resultado importantes avances tecnológicos. Este artículo pretende discutir sobre las difusas intenciones del Gobierno chino respecto a su veloz carrera espacial, relacionada con su actual escuela de pensamiento militar, con la influencia que la política de su Comité ejerce y las amenazas que implica sobre las principales potencias occidentales y asiáticas.

Para muchos expertos occidentales el experimento anti-satélite (ASAT)(1) que en 2007 llevó a cabo China sólo fue una cortina de humo para ocultar sus verdaderas intenciones de cambiar el estatuto de dominio espacial que desde hace 50 años lleva ejerciendo Estados Unidos. Por el contrario, también los hay quienes consideran que, tras las investigaciones e inversiones en materia espacial, China sólo esconde meras voluntades de desarrollo y avance científico y tecnológico.

Existe una ingente cantidad de material publicado referente al Ejército Popular de Liberación (EPL)(2) y al conflicto espacial, pero, pese a su existencia, no queda claramente reflejada en él la postura oficial de Beijing al respecto(3). Sin embargo, tras el experimento chino de 2007, quedó demostrada la plena concienciación del EPL sobre la importancia de poseer capacidades ofensivas espaciales, difuminándose si la intención es ofensiva o meramente disuasoria.

Programa anti-satélite chino

El 7 de enero de 2007 el EPL destruyó un satélite meteorológico chino lanzado en 1999 con un misil balístico SC-19 Fengyun-1C de segunda fase(4), disparado desde una lanzadera transportador-erector móvil. Lo derribó en trayectoria ascendente en vez de descendente, revelando el incremento de sofisticación de su sistema de control y guiado. De esta forma, China pasaba a formar parte, junto con Estados Unidos y Rusia, de los países con capacidad ASAT.

El éxito del experimento sorprendió al mundo, especialmente a Estados Unidos, cuyo sistema de inteligencia no había tenido constancia del importante avance militar y tecnológico. El EPL derribó un satélite a unas 500 millas de altitud, que es la misma que emplean los espías de Estados Unidos. Ante ello, la amenaza era obvia(5). Sin satélites espía y de navegación, muchas de las capacidades militares norteamericanas se volvían vulnerables de la noche a la mañana.

La respuesta no se hizo esperar por parte de la administración del entonces presidente George W. Bush. Tras un año de presiones diplomáticas, Gates, con el respaldo del presidente, decidió pasar a la acción y derribar un satélite espía norteamericano inoperativo. De cara a la opinión pública y para acallar protestas por el alto coste del experimento, se informó que no había sido otra cosa que una medida de seguridad, debido a que estaba en trayectoria descendente y podía impactar en la tierra creando graves consecuencias.

Por su parte, también la India tomó nota del asunto mediante unas declaraciones de su jefe de Estado Mayor de la Defensa, general Deepak Kapoor, quien concluyó que su país también debería optimizar las aplicaciones espaciales para fines militares. La India emplea una gran cantidad de medios espaciales como satélites de comunicaciones, meteorológicos y de observación, por los cuales ha expresado en numerosas ocasiones su preocupación ante el avance en materia aeroespacial del gigante vecino.

Este hecho llevó en 2009 a que el ministro Indio de Defensa, AK Antony, decidiese la creación de una célula espacial que se encargase de la planificación y control del desarrollo espacial indio, para poder hacer frente a la amenaza(6), incluyendo contratos en materia espacial con otros países, como los contraídos con Israel para el empleo de sus satélites de observación y reconocimiento.

Muchos son los analistas, los que consideran que el programa antisatélite chino, influenciado por la corriente de pensamiento de la Revolución Militar, va acompañado de algo más. Estas actividades coinciden con la postura mucha más agresiva de Estados Unidos sobre el uso del espacio aéreo y con los fracasos diplomáticos chinos de alcanzar algún avance en la no militarización del espacio.

Desde la perspectiva china, las intenciones americanas de dominar el espacio han sido siempre claras. La Administración de George W. Bush apoyó un robusto programa militar y llevo a cabo numerosos ejercicios (wargames) para asegurar su preeminencia en el espacio. Simultáneamente, China y Rusia han buscado durante años un integral enfoque del control armamentístico para asegurar la seguridad en el espacio, intentando China, mediante su ensayo de 2007, presionar a Estados Unidos para negociar la firma de un tratado que suponga el fin del dominio espacial americano.

El 11 de enero de 2010, la agencia china de noticias Xinhua anunció el éxito de otro ejercicio espacial, en el que se lanzó un misil superficie-aire HQ-19 equipado con un vehículo cinético, que destruyó a otro misil chino que orbitaba alrededor de la tierra. El exitoso experimento fue perfectamente coreografiado al más puro estilo comunista por la autoridades, para darle la máxima publicidad.

Con este segundo test espacial, de marcado carácter defensivo, China lanzó un mensaje con doble matiz. Por un lado, el experimento coincidió con la venta estadounidense de armas a Taiwan(7) y con la destrucción en 2007 del satélite meteorológico. Y, por otro, al no ser oficialmente ni tecnológicamente reconocido como un experimento antisatélite, no provocó una adversa reacción por parte de Estados Unidos ni de la comunidad internacional ya que lo ofrecieron como una respuesta antimisil frente a un hipotético ataque con un ingenio balístico.

A pesar que el auge chino en el sistema antisatélite es un problema de preocupación principalmente para los países occidentales, y más especialmente para Estados Unidos, las capacidades que los chinos estarían buscando, tanto en el aspecto tecnológico, organizativo y doctrinal se quedan muy atrás con respecto al actual dominante del espacio (Estados Unidos).

Para sus países vecinos, sin embargo, China ha demostrado poseer unas capacidades que igualan e incluso exceden las de cada uno de los países limítrofes, excepto las de Rusia. La tecnología demostrada, pese a no ir acompañada de desarrollo organizativo y doctrinal, es suficiente para rivalizar vis-a-vis con las capacidades espaciales de sus países vecinos, siendo una muestra clara de la influencia que también en el desarrollo de capacidades espaciales tiene la segunda corriente de pensamiento militar chino (Guerras locales).

Programa espacial tripulado

El 27 de septiembre de 2008 fue un día histórico para China. El EPL lanzó una misión espacial y, como consecuencia, el astronauta Zhai Zhigang llevó a cabo el primer paseo espacial a lo largo de la estructura exterior del la nave Shenzhou VII, durante la primera actividad extra-vehicular china en el espacio. Con ello la nación daba un paso de gigante en el desarrollo de su programa tripulado, simultáneo a su militarización espacial. Este hito en su carrera constituye la punta de lanza de los esfuerzos que realiza el país para consolidar su estatuto de gran potencia. No obstante, desde el otro lado del globo son muchos los que piensan que estas acciones de aparente carácter tecnológico-civil esconden verdaderas intenciones de aumentar sus capacidades militares en el espacio, pese a que China sigue insistiendo en que este experimento espacial podría compararse con el programa americano Apolo(8), dentro de sus aspiraciones de aumentar el prestigio nacional, su imagen de país avanzado y su esfuerzo tecnológico.

Los antecedentes de esta hazaña surgen por el año 1992, cuando el entonces presidente Jiang Zemin inició el denominado Proyecto 921, el cual fue bien visto por los principales líderes chinos, como una oportunidad de obtener grandes beneficios para la nación. China había estudiado los beneficios que los americanos estaban sacando del programa Apolo, los cuales incluían un aumento del producto interior, y del prestigio internacional, desarrollo tecnológico en el campo de la ciencia y en el militar, expansión de la ciencia e ingeniería a las universidades y, por último, gran desarrollo económico e industrial.

Oficialmente, los chinos han dividido su programa espacial tripulado en tres fases. La primera, ya concluida, contemplaba el lanzamiento de astronautas al espacio. Comenzaron experimentado con naves no tripuladas, entre 1999 y 2002, realizando en 2003 el lanzamiento del primer astronauta en el Shenzhou V.

Las fases segunda y tercera están en proceso. La segunda consiste en el establecimiento de un laboratorio espacial, para cuyo cumplimiento han comenzado con la adquisición y mejora de las habilidades de los astronautas en el espacio encargados de montar el laboratorio. La tercera y más ambiciosa contempla para 2020 la construcción de una estación espacial permanente que orbite alrededor de la tierra. Hasta aquí el programa no presentaría ningún signo de intencionalidad por parte del régimen chino de militarizar el espacio mediante su programa tripulado.

Pero para analistas occidentales, y especialmente norteamericanos, el programa chino está demasiado influenciado por el Ejército de Liberación Popular. Surgió como único, parte civil y militar a la vez. Con el tiempo se dividió en ambas ramas y es ahí donde no se sabe a ciencia cierta el control que la parte de defensa ejerce sobre los científicos que trabajan para el proyecto. La máxima autoridad civil la ostenta el Consejo Estatal para asuntos espaciales, el cual es supervisado por la parte militar, proporcionándole seguridad, instalaciones, medios y personal, astronautas incluidos, procedentes del Mando Aéreo.

Debido a la fuerte implicación del EPL y la relativa opacidad de China, Estados Unidos ha mostrado públicamente una cierta preocupación sobre la aplicación militar en el campo aeroespacial de la nación asiática, en primer lugar por el desarrollo de la tecnología de cohetes lanzadera para poner en órbita satélites o estaciones espaciales.

La principal investigación china se centra en el desarrollo del cohete Long March V, cuyo lanzamiento al espacio se prevé para el año 2014. Se trata de la continuación de sus predecesores (Long March I, II, III, y IV), que ya han realizado 150 vuelos balísticos(9) y de cuyo desarrollo dependerá que se llegué a poner en órbita la estación espacial china en la fecha prevista (2020).

En segundo lugar, la preocupación occidental se centra en el uso de aeronaves y sistemas espaciales para incrementar las capacidades militares de supervivencia y reconocimiento ya que, según informes del Pentágono, los chinos ya han desplegado en el espacio un pequeño satélite de imágenes con aplicación contra-espacial, denominado Banxing-1. Además, siguen en su ambición de llegar a tener su sistema propio de navegación mediante la puesta en órbita de 35 satélites en 2020, teniendo actualmente 10(10), lo que le daría una total autonomía de la tecnología extranjera en el área de la navegación y localización.

Conclusiones

El mundo bipolar ha muerto y China tiene muy clara su posición en el nuevo contexto internacional. No sólo en su resurgir económico se está poniendo de manifiesto esta tendencia, sino también en el campo científico y armamentístico, que es donde está volcando todos los esfuerzos para consolidar su posición como potencia regional y como potencia mundial.

La arcaica escuela de pensamiento militar basada en la movilización de masas (Guerra Popular), está dando paso a un pensamiento más cercano al occidental (Guerra Local y Revolución en Asuntos Militares), basado en la tecnología como factor principal para alcanzar la supremacía(11). Para ello han considerado que el dominio del espacio es la pieza clave para llegar a tener dicha supremacía.

Como muestra de ello, el pasado año el Consejo de Estado Chino lanzó a la luz pública su Libro Blanco(12). En él se recogen los avances realizados por el gigante en materia espacial durante los últimos cinco años y los objetivos espaciales previstos para el lustro siguiente. Sigue aparentemente el mismo tono de no agresión y no injerencia y enfatiza a la hora de remarcar el carácter pacífico de sus objetivos estratégicos en el área espacial.

Pese a esto, los temores son palpables en el mundo occidental, fundamentalmente en Estados Unidos, como ha quedado constatado a lo largo del artículo. Estos últimos, han reflejado en su Estrategia de Defensa ese resurgir chino al que nos referíamos y la importancia que el eje Asía-Pacífico tiene para los intereses de la seguridad norteamericana, que se une al hecho de que la excesiva confianza militar china en el nuevo equipo que está adquiriendo podría dar lugar a una sobre estimación de sus capacidades como gran potencia emergente.

Con la proliferación del espacio y de otras tecnologías, específicamente con la capacidad del sistema antimisiles demostrada en 2007 (ASAT), hay un riesgo de que China u otros países que desarrollasen o adquiriesen esta tecnología en el mercado pudiesen explotar la sobredependencia de los aliados (satélites americanos y europeos) en el espacio para debilitarlos militar y económicamente. Rusia, que parecía que no le estaba  dando excesiva importancia a este asunto antimisil afirmó, a través de su viceministro de Defensa, general Valentín Popovkin, que estaban trabajando en ASAT.

Para finalizar, no podemos obviar otro problema añadido a la proliferación armamentística en el espacio, como es la gran cantidad de residuos espaciales que se están generando. Los que orbitan la tierra no caen inmediatamente sobre ella, sino que pueden deambular en el espacio durante cientos de años sin rumbo aparente, suponiendo un gran riesgo ante posibles colisiones o la caída de los mismos sobre la superficie terrestre. La reciente colisión(13) entre el satélite Iridium 33 norteamericano y el ruso Cosmos 2251 es un claro ejemplo del riesgo al que nos vamos a tener que enfrentar en el futuro próximo.

China ha entendido que el futuro se juega en el espacio y se ha lanzado a su conquista, tanto en la dimensión civil como en la militar. Sus expertos han estudiado paso a paso la rivalidad espacial soviético-estadounidense, extraído conclusiones y toda la información necesaria para emprender su propio camino. Aunque Beijing ha colaborado con las demás potencias espaciales en el desarrollo de sus capacidades, todo apunta a que de ahora en adelante el grueso de su programa espacial lo abordará en solitario.

Su Gobierno, que tiene un ejército de investigadores (500.000 especialistas dedicados a los más diversos campos científicos, tecnológicos e industriales), comenzó ya a multiplicar por 8 cada yuan que dedica a la investigación espacial, a veces en dinero y a veces en prestigio. Al igual que hicieron predecesores orientales, como Japón, Taiwan y Corea del Sur, China pretende dar el salto desde los productos manufacturados baratos a la alta tecnología e innovación, para lo que una carta de presentación espacial le ayudará en el empeño.

Pies de página:

(1) El 11 de enero de 2007, China sorprendía al mundo con la destrucción de un viejo satélite meteorológico propio mediante un sofisticado sistema de misiles balísticos anti-satélites (ASAT). Se produjo a unas 500 millas de la superficie terrestre, demostrando su capacidad de neutralización de satélites de potencias potencialmente enemigas. La respuesta no se hizo esperar y, un año más tarde, Estados Unidos realizaba el lanzamiento de un misil balístico desde el crucero USS Lake Eire, destruyendo un satélite espía norteamericano en desuso. La actitud de Washington puso de manifiesto su compromiso de seguir siendo la nación líder en el dominio espacial.

(2) El EPL es el brazo armado del Partido Comunista Chino.

(3) El Libro Blanco sobre actividades espaciales chinas recoge en su preámbulo que la carrera espacial a la que se ha lanzado es para contribuir a la del hombre en el espacio.

(4) Tipo de sistema de propulsión.

(5) En enero de 2008, Condoleezza Rice, secretaria de Estado, afirmó que cualquier decidida interferencia en el sistema espacial norteamericano sería considerada como una infracción de sus derechos y considerada como el inicio de la escalada de crisis o de conflicto. Estados Unidos se reserva el derecho, según la carta de Naciones Unidas y el Derecho Internacional, a proteger y defender sus sistemas espaciales con un amplio espectro de posibilidades, desde diplomáticas a militares.

(6) AK Antony se llegó a preguntar públicamente, tras el experimento chino del 2007, que hasta cuando la India podría seguir cumpliendo la política internacional de no proliferación armamentística del espacio, cuando su vecino estaba llevando a cabo una emergente avance en sistemas contra espaciales.

(7) China y Taiwan mantienen diferencias sobre el principio de Una China, por el cual la República Popular afirma que sólo hay una y que Taiwán es parte inalienable de ella. Beijing dice que Taiwan está obligada a reconocer dicho principio por el pacto alcanzado en 1992 entre los representantes de ambos gobiernos en Hong Kong, el denominado Consenso de 1992. Por su parte, Taiwan afirma que dicho Consenso está abierto a interpretación y es un punto de partida para futuras negociaciones.

(8) Es el nombre de un programa espacial americano y de las astronaves que formaron parte de él, que el 20 de julio de 1969 consiguió llevar por primera vez al hombre a la Luna.

(9) Los predecesores del Long March V han puesto en órbita satélites de Nigeria, Venezuela y Paquistán.

(10) Programa espacial de navegación Beidou. China ha estado trabajando en este sistema desde 2000 para proporcionar una alternativa al americano de posicionamiento global (GPS).

(11) Recientemente ha llevado a cabo la construcción de una base de submarinos en la isla de Hainan, en las orillas del mar de China, realizado el acondicionamiento de un portaviones comprado a Ucrania y desarrollado un bombardero invisible, sosteniendo que estos sistemas son necesarios para mantener la seguridad en sus líneas de suministro de recursos energéticos y defender sus fronteras.

(12) Actividades Espaciales de China en 2011.

(13) La colisión de satélites de 2009 fue la primera grande entre artificiales orbitando la Tierra. Tuvo lugar a las 16:56 UTC a 776 km. sobre la Península de Taimyr (Siberia) el 10 de febrero de 2009.

Fotografías (por orden de aparición)

·Cosmódromo de Xichang.

·Primer paseo espacial chino.

·Lanzadores móviles de misiles balísticos.

·Réplica del “Iridium 33”.

·Propaganda popular ensalzando el programa espacial como símbolo nacional.

·Astronautas chinos del “Shenzhou VII”.

·Venezuela ha lanzado sus dos satélites desde China.

·“Shenzhou VII”.

·Carros de combate chinos desfilando por Beijing.

·“Long March V”.

·Simulación de acoplamiento en la estación espacial china.

·Proceso de lanzamiento del ASAT SC FY-1C.

·El objetivo lunar está entre los planes chinos.

·Sonda lunar “Chang E-2” lanzada en 2010.

 


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