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Viernes, 29 de marzo de 2024 Iniciar Sesión Suscríbase

El Torpedero submarino “PERAL” 1889

Láminas históricas de la Revista Defensa

Isaac Peral y Caballero, insigne marino militar e inventor español, nació en Cartagena el 1 de junio de 1851 y murió en Berlín el 23 de mayo de 1895 durante el post-operatorio de una intervención quirúrgica a que se le sometió para extirparle un tumor cerebral. Desde el 1 de julio de 1865, fecha de su ingreso en el colegio Naval, hasta el 5 de enero de 1895, día en que solicitó y obtuvo la licencia absoluta, escribió una brillante historia militar jalonada de grandes hechos de armas, comisiones técnicas y de mandos que le acreditaron como experimentado y bizarro marino, hombre estudioso y sabio profesor. Todos estos méritos hubieran pasado posiblemente desapercibidos de no haberse dedicado a resolver el problema de la navegación submarina.

Tras algunos años de constante labor que simultaneó con sus ocupaciones oficiales, concibió en el año 1884 su proyecto de torpedero submarino que mantuvo oculto hasta 1885, fecha en que ante el conflicto de las Carolinas, creyó que el patriotismo le obligaba a revelar su secreto. Aconsejado por sus jefes y compañeros comunicó desde Cádiz su proyecto en carta reservada al almirante Pezuela, entonces ministro de Marina. Este le llamo a Madrid en septiembre del citado año, exponiendo ante una junta técnica los detalles de su diseño. Se realizaron estudios parciales sobre el mismo con resultados satisfactorios. Las obras de construcción del sumergible comenzaron el 23 de octubre de 1887 en el arsenal de la Carraca (Cádiz) botándose al agua el 8 de septiembre de 1888. Se efectuaron numerosas pruebas durante los años 1889 y 90. En junio de este año, el capitán general del Departamento de Cádiz dio cuenta al Ministro de Marina de una prueba que había presenciado, afirmando que el experimento de inmersión había sido perfecto y completo.
En aquellos años, la prensa dedicaba extensas reseñas telegráficas de los experimentos del señor Peral. El inventor era objeto de entusiastas recibimientos, las masas le vitoreaban con delirio y daban su nombre a calles y plazas. No obstante, y a pesar del resultado de las pruebas del submarino, casi siempre favorables a Peral y del dictamen de la Junta Técnica, pronto variaron las corrientes. Le faltó el favor oficial y el entusiasmo popular se desvaneció. Los mismos que antes exageraban su triunfo le miraban después con desvío, envidiosos y enemigos trabajaron con ahínco hasta que un centro técnico del Ministerio de Marina emitió un dictamen adverso a la continuación de las pruebas, suspendiéndose éstas.
De manera tan lamentable se privó a España de un elemento que a corto plazo hubiera sido de incalculable valor militar en la guerra hispano-americana y al mismo tiempo de las bases de una tecnología en el campo de la Marina de Guerra.
El sumergible Peral era un barco esencialmente más ligero que el agua por lo que su tendencia natural era la de mantenerse a flote. Toda la energía que utilizaba tanto para la navegación de superficie como para la inmersión era de origen eléctrico y estaba almacenada en baterías de acumuladores diseñadas por Peral. Para conseguir la inmersión se procedía de la siguiente forma: primero, y para facilitar esta maniobra, se lastraba el barco con agua para reducir la fuerza ascensional y dejarlo más dócil a la acción del aparato de profundidades. Seguidamente los acumuladores suministraban la corriente eléctrica a un par de dinamos, las que por su rotación hacían girar las hélices de eje vertical situadas a proa y popa. Estas, por así decirlo, atomifiándose en el agua arrastraban el barco hacia abajo. El sumergible podía así bajar indefinidamente hasta que la resistencia estructural del navío fuese inferior a la presión del agua. Si en cualquier momento cesaba el giro de las hélices la fuerza de flotación inherente del navío preponderaba y éste ascendía. Esta característica le confería un margen de seguridad para el caso de avería. Una vez llegado el buque a la profundidad deseada se sustituía la corriente eléctrica que llegaba a las dinamos por otra de menor voltaje capaz de compensar la fuerza ascensional pero sin vencerla. El sumergible quedaba inmóvil debido a la situación de equilibrio de fuerzas que se originaba. En realidad sólo existía una corriente cuya diferencia de potencial se variaba por medio de una caja de resistencias adosada al aparato de profundidades.
Otro componente de interés, era el mecanismo diseñado por el ingeniero Peral para mantener la posición horizontal durante la inmersión. Consistía en un péndulo cuyo extremo superior se podía conectar a una serie de resistencias que, al inclinarse el buque hacia proa o popa, enviaba más o menos corriente a la hélice correspondiente, haciéndola girar proporcionalmente para recuperar la posición adecuada.
El armamento consistía en dos torpedos que se cargaban por la escotilla posterior de la torrecilla y por medio de una rampa se deslizaban hasta la santabárbara, donde por un sistema de poleas se situaban en posición horizontal. El primer torpedo era alojado directamente en el tubo disparador y el segundo inmediatamente detrás, en espera para ser utilizado.
El sumergible era de construcción enteramente metálica, de líneas hidrodinámicas. Entre los defectos se encontraba el de su poca autonomía, debido a la limitada capacidad de las baterías. El Peral está expuesto en la actualidad en la ciudad de Cartagena donde también reposan los restos de su creador.
Si bien afirmar que Isaac Peral inventó el submarino sería pura demagogia, el negarlo y no valorar en sus justos término las excelencias de su diseño sería altamente injusto. De su valor e interés militar dio fe la Marina norteamericana, la que algunos años después de Cavite reconoció oficialmente que “la sola presencia de dos sumergibles de la clase Peral en el teatro de operaciones hubiesen convertido a la flota americana lo suficientemente cauta como para no poder actuar con la impunidad con que lo hizo
Características: Eslora: 22 m. Manga: 2,87 m. Velocid ad: 7,7 nudos. Desplazamiento: 77 Tm. en superficie, 85 toneladas en inmersión. Potencia: dos motores de 30 CV cada uno.
(Texto y dibujos de R. Treviüo)


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