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Jueves, 28 de marzo de 2024 Iniciar Sesión Suscríbase

Hitos de la Fuerza Aérea del Perú en operativos contra el narcotráfico

(defensa.com) Las operaciones de la Fuerza Aérea en la lucha antidrogas se remontan a 1985, cuando se pusieron en marcha las operaciones Cóndor I, II, III y IV. En estas operaciones – que incluyeron bombardeos a baja altura - fueron destruidas varias pistas clandestinas y laboratorios, obligando a los narcotraficantes establecidos en el Alto Huallaga a cambiar su modo de operación. En abril de 1990 se desplegó operacionalmente, además de un Radar P-37F en Iquitos,  a los Cessna A-37B Dragonfly y a los Embraer T-27, así como a los Bell 212 al Aeródromo de Santa Lucia para los operativos Chubasco I, II y III. Más tarde, se realizo la Operación Halcón –de apenas 16,5 horas de vuelo efectivo - que envolvió por el lado peruano a un destacamento de A-37B Dragonfly basados en el Aeropuerto de Andoas y por el de la USAF a un Boeing E-3B AWACS y a un Lockheed P-3 AEW Orion del US Customs Service que despegaban desde la entonces Base Aérea de Howard (Panamá). Los resultados  fueron  modestos: una  avioneta  derribada y otras dos destruidas en tierra.

En 1991 se realizo la Operación Dragón que tras 128 horas operacionales logro un buen resultado al interceptar 11 avionetas, de las cuales 4 fueron obligadas a aterrizar, 6 derribadas y una destruida en tierra. Ya para entonces la USAF había instalado Radares Westinghouse AN/TPS-43 en Iquitos y Andoas a fin de optimizar la detección de objetivos y el control del espacio aéreo. El 10 de Abril de 1992 la Fuerza Aérea asumió el control de los aeropuertos de Ayacucho, Juanjui, Pucallpa, Santa Lucia, San Ramón, Tarapoto, Tingo María, Tocache, Uchiza y Yurimaguas. A fines de ese mes, concretamente el día 24, dos Sukhoi Su-22 Fitter F interceptaron y dispararon contra un C-130H Hércules de la USAF (Operación Furtive Bear para detectar y ubicar pistas clandestinas) que volaba sin autorización e hizo caso omiso de la orden para identificarse y aterrizar. Como consecuencia del incidente, en el que un tripulante del C-130H falleció y otros tres resultaron heridos, se interrumpieron las Operaciones Combinadas con la USAF y los Radares AN/TPS-43 fueron retirados. Aun así, la Fuerza Aérea realizo las Operaciones Chubasco IV y V – incorporando a los Aermacchi MB-339A- que mantuvieron el resultado del año anterior interceptando 11 avionetas: 4 obligadas a aterrizar, 6 derribadas y una destruida en tierra.

A partir de 1993 se retoman las Operaciones Combinadas con la USAF – que instalo Radares AN/TPS-43 en Iquitos y Yurimaguas, y desplego nuevamente a sus E-3B AWACS – incrementándose (ver cuadro) el numero de intercepciones a 25. Las operaciones combinadas, a las que se sumarían eventualmente aeronaves de la Drug Enforcement Administration (DEA) y la Agencia Central de Inteligencia (CIA), mantuvieron el ritmo: 15 interceptaciones en 1994, 20 en 1995, 3 en 1996 y 10 en 1997. Entre 1998-2000 las interceptaciones, debido a lo eficaz del accionar de la Fuerza Aerea en el Alto Huallaga, se redujeron drásticamente. Apenas dos: una derribada y la otra destruida en tierra por su tripulación. A estas cifras se deben sumar otras 223 avionetas que fueron disuadidas, durante el periodo 1985-2000, de ingresar en el espacio aéreo nacional. Finalmente, en abril de 2001 ocurrió un grave incidente que conllevó la cancelación definitiva de las operaciones combinadas con  los Estados Unidos. Dos A-37B de la Fuerza Aérea derribaron por error – debido a una serie de errores de procedimiento, fallas en la identificación del blanco, falta de entendimiento en el lenguaje y saturación de los sistemas de comunicaciones - a un Cessna A-185E Skywagon (Matricula OB-1408) causando la muerte de una misionera y su hija de apenas siete meses. Otras tres personas resultaros heridas.

Desde entonces, la Fuerza Aérea no realiza, salvo la recopilación de información de inteligencia, operaciones de Interceptación. Esta situación ha sido aprovechada por el narcotráfico, que ha construido decenas de pistas clandestinas, en especial en el Valle de los Ríos Ene, Apurímac y Mantaro (VRAEM), e incrementado los vuelos clandestinos a Bolivia y Brasil. De acuerdo a estadísticas extraoficiales, se estima que al mes salen como mínimo unos 60 vuelos clandestinos del VRAEM – en su mayoría Cessna 206 – cada uno de los cuales transporta entre 400 y 500 kg. de droga. (Alejo Marchessini, Corresponsal de Grupo Edefa en Lima).

Fotografía:
·Cessna A-37B/OA-37B de la FAP.


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