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Los grupos yihadistas en el Sahel un año después de la operación militar en Malí

Por  Javier Jordán*

Ha pasado un año desde el inicio de la operación Serval, la campaña militar liderada por las fuerzas armadas francesas contra los grupos yihadistas que se habían apoderado de las principales poblaciones del norte de Malí. Es un buen momento, por tanto, para preguntarnos qué ha sido de esos grupos y qué tipo de amenaza siguen planteando.

Los grupos yihadistas al comienzo de la operación Serval

Antes de responder a ambas preguntas conviene recordar muy brevemente cuál era la situación de partida. Y una primera aclaración es que, aunque efectivamente los yihadistas controlaban las principales poblaciones del norte de Malí, el inicio de la crisis no se debió a un victoria directa de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) y de su escisión el Movimiento de la Unidad y la Yihad en África Occidental (MUYAO) sobre el ejército maliense, sino a la derrota de éste ante los rebeldes tuaregs aglutinados en el Movimiento Nacional para la Liberación de Azawad (MNLA) y en la facción, también tuareg pero islamista, Harakat Ansar Ad Dine (conocido comúnmente como Ansar Dine). A ellos ciertamente se unió AQMI, pero en términos de fuerza el éxito de la rebelión fue posible gracias a los tuaregs.

Las relaciones entre los yihadistas y algunos grupos tuaregs venían de lejos, pero hasta ese momento su colaboración se había limitado a lo que podríamos llamar el mundo de los turbios negocios que tienen lugar en el Sahel. La alianza de conveniencia que a inicios de 2012 forjaron los yihadistas y los rebeldes tuaregs para enfrentarse de manera abierta y total a las fuerzas del gobierno fue un hecho sin precedentes.

Como es sabido, fueron los rebeldes tuaregs de uno y otro signo quienes, armados y endurecidos tras combatir en Libia (algunas fuentes hablan de una fuerza de diez mil combatientes en tres mil vehículos ligeros), arrollaron al precario ejército maliense al comienzo de la primavera de 2012. Y el malestar que ello provocó entre las propias filas de las fuerzas de Malí condujo al golpe militar liderado por el capitán Amadou Sanogo en marzo de ese mismo año. Circunstancia que fue aprovechada a su vez por los rebeldes para ocupar las tres principales poblaciones del norte de Malí: Kidal, Gao y Tombuctú.

En ese contexto AQMI hizo gala una vez más de su oportunismo político y aprovechó la victoria de los rebeldes tuaregs, y su relación previa con algunos de ellos, para afianzarse en el norte de Malí. Especialmente cuando Ansar Dine y MUYAO comenzaron a expulsar de las principales poblaciones a los hasta entonces aliados no islamistas del MNLA, proceso que culminó con la batalla de Gao a finales del mes de junio en la que los combatientes de MUYAO y Ansar Dine derrotaron a los del MNLA. Un hecho que fue seguido de la declaración del Estado Islámico de Azawad, lo cual supuso a su vez una clara advertencia del peligroso giro que estaban tomando los acontecimientos. El conflicto de Malí pasó de ser una insurgencia tuareg más (ya había habido otras en décadas anteriores) y se convirtió en un problema de seguridad internacional. Pero conviene remarcar que, de no haber tenido lugar la revuelta tuareg, AQMI no habría podido combatir a esa escala y con éxito al ejército de Malí. Situación que, muy probablemente, la organización yihadista ni siquiera se hubiera llegado a plantear.

Por tanto, antes de que se iniciase la operación Serval el panorama, en lo que respecta a los grupos yihadistas, era el siguiente:

a) Ansar Dine. Es el grupo creado por Iyad Ag Ghali. La figura de Ghali es interesante. Fue cónsul de Mali es Yeda (Arabia Saudí), lugar en el que se introdujo al islamismo radical y del que fue expulsado por las autoridades del país por los contactos que mantenía con extremistas. Anteriormente había sido uno de los principales líderes de las rebeliones tuareg de la década de 1990 y de 2006, y con posterioridad estuvo al servicio de Gadafi como comandante mercenario en Libia.

Ghali creó Ansar Dine en 2011 tras su intento fallido de hacerse con el control de la MNLA (según fuentes cercanas a este último). Las estimaciones sobre el número de militantes encuadrados en Ansar Dine son todo menos precisas y, en general, se sitúan en cifras algo superiores a los cinco mil. El compromiso ideológico de Ansar Dine con el islamismo radical resultó evidente cuando aplicó interpretaciones extremistas de la sharia en las poblaciones que contralaba en colaboración con los otros grupos yihadistas. El avance liderado por Ansar Dine contra el sur en la primera mitad de enero de 2013, fue el precipitante que motivó la operación Serval.

b) MUYAO.  Es una escisión de AQMI creada a mediados de 2011. MUYAO que acusa a Al Qaeda en el Magreb de tibieza en la práctica de la yihad y de marginar a los no argelinos en la designación de los puestos de mando. El grupo está compuesto principalmente por mauritanos, malienses y algunos nigerianos, y entre sus cuadros de mando también se encuentran saudíes, tunecinos y egipcios. Ello no quiere decir, sin embargo, que su relación con AQMI sea hostil. En abril de 2012 MUYAO anunció el secuestro de la delegación consular argelina en la ciudad de Gao y propuso el intercambio de los rehenes por un miembro destacado de AQMI detenido en Argelia (más un rescate de 15 millones de euros). En sus comunicados MUYAO también ha reconocido su afinidad con los líderes de Al Qaeda Central y del movimiento talibán afgano, aunque en la práctica su agenda más que globalista es regional, centrada en la extensión de la yihad en el Oeste de África (en paralelo a la extensión de Al Shabab en el Este). En coherencia con ello, MUYAO logró una estrecha relación con Ansar Dine y su presencia se hizo notar en varias poblaciones del norte de Malí tras expulsar a los rebeldes tuaregs no islamistas, muy especialmente en Gao, localidad en la que se hicieron con el control completo y donde consiguieron apoyos y reclutas autóctonos, procedentes de poblados salafistas próximos a Gao. Ello quizás explique el celo con que MUYAO se entregó a la aplicación extremista de la sharia, pues en Gao el número de amputaciones superó considerablemente a las realizadas en Tombuctú. MUYAO también ejecutó cuatro atentados en Argelia o contra intereses argelinos (dos de ellos suicidas), además del ya señalado secuestro de diplomáticos. En lo que concierne a los intereses españoles, MUYAO retuvo a dos cooperantes españoles y un italiano que fueron secuestrados mientras estaban trabajando en un campo de refugiados saharaui en Tinduf (Argelia) en octubre de 2011. De hecho, el comunicado que emitieron con motivo de dicho secuestro fue su presentación en sociedad.

c) El grupo liderado por Mokhtar Belmokhtar, que tras años de disputas en el seno de AQMI acabó formando un nuevo grupo en diciembre de 2012 con el nombre de Al-Mulathamin (los Enmascarados) y Al-Mua'qi'un Biddam (los que firman con su sangre). Este último quizás guarde una similitud voluntaria con el del comando del GIA que secuestró un vuelo de Air France en el aeropuerto de Argel en diciembre de 1994 con la intención de estrellarlo en París. Al igual que AQMI, el grupo de Belmokhtar dice seguir los dictados de Al Qaeda central (Belmokhtar se entrenó en uno de sus campos en Afganistán en los años noventa y, según Omar Ould Hamaha, todavía mantiene contacto directo con los líderes de la organización), aunque probablemente dicho gesto tiene más de marketing que de subordinación operativa real por las dificultades de comunicación entre el Sahel y Pakistán. Belmokhtar es una auténtica leyenda en la región saheliana, donde llevó a cabo el ataque contra el cuartel mauritano de Lemghety en marzo de 2005, así como numerosos secuestros y actividades relacionadas con el contrabando y el narcotráfico, lo cual le ha proporcionado cuantiosos ingresos (entre los secuestros se cuenta el de tres cooperantes españoles de una ONG catalana en noviembre de 2009 en Mauritania). Belmokhtar posee buenos contactos en Mauritania, Malí, Níger y con anterioridad a la operación Serval pasó un tiempo en Libia, lugar que le ha permitido adquirir armas y ampliar su área de operaciones.

En lo referente al conflicto de Malí, el grupo de Belmokhtar ha colaborado estrechamente con MUYAO, con quien ocupó las poblaciones de Gao y Khalil. Al comienzo de la operación Serval, el 16 de enero de 2013 la facción de Belmokhtar acaparó los titulares de la prensa internacional por el asalto y secuestro (también en colaboración con MUYAO) de la instalación energética de Tigantourine en In Amenas (Argelia) en la que 39 rehenes perdieron la vida.

d) Al Qaeda en el Magreb Islámico. En los últimos años (y a pesar del repunte  de su actividad en 2007-2008) AQMI ha ido perdiendo terreno en Argelia, donde sus acciones se limitan fundamentalmente a las montañas de Kabilia, y lo ha ido ganando en el Sahel. Las autoridades argelinas afirman que AQMI-Sahel y MUYAO encuadran 146 terroristas altamente peligrosos de origen argelino, la mayoría de ellos condenados a muerte o a cadena perpetua in absentia. Sin embargo, el Sahel se ha convertido en un auténtico quebradero de cabeza para el consejo consultivo de la organización como consecuencia de las disputas internas que han caracterizado tradicionalmente al yihadismo argelino y que en este escenario se han visto probablemente agravadas por el carácter plurinacional de sus militantes y por la abundancia de dinero derivado de los secuestros y el contrabando.

A la escisión de MUYAO en 2011 se unió el cese de Belmokhtar en octubre de 2012. Las razones se encuentran detalladas en una carta recriminatoria enviada por el consejo consultivo de AQMI ese mismo mes, que posteriormente fue encontrada en Tombuctú y difundida por Associated Press, una vez que la operación Serval recuperó el norte de Malí (el texto íntegro de la carta puede leerse traducido al inglés en este enlace). En la misiva los líderes de AQMI echaban en cara a Belmokhtar que no atendiese sus llamadas, no enviase los informes económicos mensuales (un indicio interesante de la estructura formal de AQMI) y se negase a recibir a los emisarios enviados por la organización. El texto habla incluso de un pequeño grupo que tras pasar tres años en el Sahel no pudo encontrarse personalmente con Belmokhtar. La carta incluye un reproche hiriente contra Belmokhtar por no haber llevado a cabo en los últimos años ninguna operación armada de gran calado a pesar de disponer de hombres, armas y dinero. Una recriminación que implícitamente ponía en duda sus credenciales yihadistas. Sin embargo, el asalto a la planta energética de Tigantourine en enero de 2013 (dentro de Argelia, en una zona que en principio era responsabilidad de Abu Zeid, líder de la facción saheliana más cercana al liderazgo de AQMI) y el atentado doble en Niger, contra un yacimiento de uranio y contra un cuartel del ejército cien kilómetros al sur en mayo del mismo año (una operación doble en colaboración con MUYAO) han demostrado a AQMI y al resto del mundo (también a Al Qaeda central) que Belmokhtar puede ser tan peligroso, o más,–si se lo propone– que la organización argelina.

Otro asunto que preocupó al liderazgo de AQMI en los meses previos a la operación Serval fue la política llevada a cabo por las diversas facciones yihadistas tras expulsar al ejército del norte de Malí. En otra carta remitida por Abdelmalek Droukdel (alias del líder principal de AQMI) con bastante probabilidad en julio de 2012, es decir, unos meses antes de la ruptura con Belmokhtar, el jefe de Al Qaeda en el Magreb advierte a los responsables yihadistas de una serie de errores que están cometiendo y que de no enmendarse pueden acarrear graves consecuencias. Dicha carta fue precedida de un comunicado público emitido en mayo del mismo año.

En concreto, Droukdel señalaba las siguientes equivocaciones: 1) el enfrentamiento con los tuaregs del MNLA, 2) la declaración prematura del Estado Islámico de Azawad ya que los grupos yihadistas que operaban en aquel momento no podían asumir de manera realista la creación y administración de un nuevo Estado, 3) la celeridad con la que estaban implantado su interpretación (extremista) de la sharia en una población alejada en su inmensa mayoría de los principios salafistas. Una empresa de esas características debía acometerse de manera más gradual y pedagógica, y 4) la destrucción de los santuarios de Tombuctú. La atención internacional que esto último generó podría favorecer una intervención militar exterior. En opinión en Droukdel, lo prioritario era ganarse el apoyo de la población, ser flexibles e integradores en la formación de alianzas y evitar una reacción internacional que hiciera perder el terreno ganado. La preocupación de Droukdel debió ser profunda pues poco tiempo después visitó personalmente  el norte de Malí (asumiendo el riesgo de desplazarse desde el norte de Argelia). Y, en efecto, los acontecimientos posteriores demostraron que la inquietud del líder de AQMI estaba bien fundada.

Por último, Droukdel propuso a Ansar Dine un reparto de tareas. AQMI se ocuparía de la dimensión global de la yihad y el grupo islamista Tuareg se centraría en lo regional. Como contraprestación AQMI ponía a su disposición sus recursos en la zona: concretamente la facción que hasta ese momento mantenía la lealtad con el consejo consultivo de Argelia, el batallón Tariq Ibn Ziyad, liderado desde 2006 por Abu Zeid, y compuesto por unos doscientos militantes procedentes en su mayoría de Argelia, Mauritania y Malí. Abu Zeid era un sujeto profundamente radicalizado y sanguinario. Su grupo fue responsable del secuestro y asesinato del inglés Edwin Dyer en 2009 y del francés Michel Germaneau en 2010. También llevó a cabo al menos dos decenas de secuestros por razones económicas con los que contribuyó a la financiación de AQMI en Argelia. Una vez que se instaló en Tombuctú tras la expulsión del ejército de Malí su grupo participó en la aplicación extremista de la sharia, lo cual le hizo merecedor también de los reproches de Droukdel. A pesar de ello, los restos de este grupo continúan siendo el principal apéndice de AQMI en la región.

La clasificación que acabamos de ofrecer está orientada a la claridad expositiva. En realidad, las fronteras entre los grupos son menos nítidas. Por ejemplo, el árabe-maliense Sanda Ould Bouamama, que durante la ocupación de Tombuctú fue la cara visible de Ansar Dine, era al mismo tiempo un militante veterano del Grupo Salafista por la Predicación y el Combate (GSPC), el nombre de AQMI antes de enero de 2007. Otro caso es el de Arab Oumar Ould Hamaha, una cara favorita de los medios de comunicación también en el tiempo de la ocupación, al que se solía presentar como miembro destacado de Ansar Dine y MUYAO, pero que en realidad llevaba años formando parte del grupo de Belmokhtar. Tampoco son fiables las divisorias étnicas (una supuesta categorización de árabes con AQMI, subsaharianos con MUYAO y Belmokhtar, y tuaregs con Ansar Dine). Por poner otro ejemplo, desde 2010, una de las unidades de AQMI en la región estaba compuesta mayoritariamente por tuaregs de Niger y Malí, y liderada por el también tuareg Hamada Ag Hama (aka Abdelkrim el-Targui, Abdelkrim Taleb o Malik Abou Abdelkrim). Ag Hama era a su vez primo de Iyad Ag Ghaly, líder de Ansar Dine.

Otro aspecto a destacar es el grado de apoyo que encontraron los yihadistas en las poblaciones ocupadas, y aquí el análisis tampoco debe de ser de blanco y negro. Aunque es verdad que las tropas francesas fueron recibidas con vítores en las poblaciones liberadas y que la amputación de manos, las lapidaciones y las flagelaciones públicas no ayudaron a ganar la aprobación general de las masas, también es cierto que los yihadistas contaron con apoyos locales durante los meses que dominaron el norte del país. Apoyos que se tradujeron en nuevos reclutas para sus filas y en cuadros de gobierno –jefes de la policía, jueces, y miembros destacados de la administración– de las poblaciones que controlaron. Es muy difícil saber hasta qué punto pesaban en cada caso las motivaciones religiosas, las económicas y las derivadas de rivalidades tribales y étnicas a la hora de explicar esa participación en la política y en la militancia de las zonas bajo control yihadista. Pero es innegable que un número no pequeño de casos existió sintonía ideológica y una progresiva radicalización en el ideario musulmán.

Evolución de los grupos yihadistas tras la intervención militar

La intervención multinacional liderada por Francia comenzó el 11 de enero de 2013 y en apenas un mes se hizo con el control de las principales poblaciones del norte de Malí. En ella han participado otras fuerzas a través de la Unión Africana y de la CEDEAO (misión AFISMA) (destacando el rol desempeñado por el ejército de Chad), que desde mediados del año pasado se ha transformado en la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en Mali (MINUSMA). También se mantiene la presencia de tropas occidentales en funciones de apoyo. Entre ellas se encuentran fuerzas españolas con la contribución de aviones de transporte (Destacamento Marfil), asesores, instructores y fuerzas de protección (EUTM Malí).

La operación militar continúa abierta, pero un año después de su comienzo podemos destacar algunos puntos sobre la situación de los grupos yihadistas en la región:

a) Ansar Dine. A finales de enero de 2013, cuando la situación se tornó en contra de los yihadistas, Ansar Dine se escindió creándose el Movimiento Islámico de Azawad (MIA). El nuevo grupo se distanció públicamente de los postulados más radicales, de la práctica del terrorismo y de Al Qaeda en el Magreb. En su primer comunicado se mostró dispuesto a negociar con el gobierno para poner fin al conflicto e incluso a combatir contra sus antiguos aliados.

Por su parte, el núcleo duro de Ansar Dine fue desalojado de las principales poblaciones del norte de Malí. En abril de 2013 varios de sus principales líderes (entre ellos Iyad Ag Ghali) recibieron refugio en Argelia tras rendirse a las fuerzas de seguridad de este país, bajo la condición de no ser extraditados a Malí. Pocas semanas después, ya en el mes de mayo, Senda Ould Boumama, portavoz de Ansar Dine, se entregó a las fuerzas mauritanas con la condición de ser juzgado en ese país.

La actitud de Argelia es coherente con su estrategia en la región. A pesar de ser una potencia militar y de mantener una política antiterrorista dura dentro de sus fronteras, en lo que respecta al Sahel, Argelia prefiere la vía diplomática sobre la armada, tratando de convertirse en un actor destacado en las negociaciones. Es un modo hábil de ejercer su influencia con escaso coste.

Ansar Dine y los otros grupos yihadistas perdieron un número elevado de militantes en las primeras fases de la operación Serval. Las estimaciones sitúan en algo más de seiscientos la cifra de muertos, y más de trescientos prisioneros. Lo cual quiere decir, sin embargo, que una proporción mayoritaria logró escapar. Las fronteras borrosas entre grupos han facilitado que a pesar de verse privados de su liderazgo, los militantes de Ansar Dine que han decidido seguir combatiendo sigan contando con apoyo de AQMI, MUYAO y el grupo de Belmokhtar.

b) AQMI. Al Qaeda en el Magreb Islámico perdió a su líder en la región, Abu Zeid, en un combate con las fuerzas chadianas en el que también cayeron una decena de miembros de la organización. Para reemplazarlo AQMI ha nombrado como emir de la zona a Abu Al Hammam, un veterano fiel a Droukdel y al consejo consultivo de la organización. Se dice de él que es una elección de compromiso para tender puentes con los restos de Ansar Dine y MUYAO. La facción de Al Hammam agrupa a argelinos, mauritanos, malienses y algunos marroquíes. AQMI sigue operando en la zona aunque ha decaído el ritmo de sus actuaciones, lo que está suponiendo una cesión de protagonismo a favor de MUYAO y Belmokhtar.

AQMI está tratando de establecer vínculos con las diversas ramas de Ansar Al Sharia en Libia, Túnez, Marruecos y Egipto. Según el diario alemán Die Welt, a finales de 2013 AQMI mantuvo una reunión de tres días con representantes de esos grupos en Bengasi con el fin de consensuar una estrategia para toda la región. Y, al mismo tiempo, está tratando de afianzar su presencia entre los radicales de Derna (al sur de Libia) y la zona tunecina de Yebel Chaambi (fronteriza con Argelia). Con ello AQMI demuestra una vez más su espíritu de supervivencia al procurar compensar las pérdidas sufridas en Malí y Argelia con nuevas alianzas.

c) MUYAO y el grupo liderado por Mokhtar Belmokhtar. En agosto de 2013 ambas organizaciones anunciaron su fusión en un nuevo grupo denominado Al Murabitún, en alusión al imperio almorávide (bien conocido en la Península por el rey Alfonso VI de León y Castilla, y el Cid Campeador). No obstante, dicha alusión se refiere fundamentalmente a la expansión de los almorávides en el norte de África y el Sahel, pues el grupo quiere centrar su atención primero en ese espacio, para más adelante unir a los muyahidín desde el Nilo hasta el Atlántico. Un obstáculo para lograrlo es Francia, motivo por el cual Al Murabitún no ahorra amenazas contra la injerencia gala. En el primer comunicado Al Morabitún manifestaba su compromiso con los objetivos de Al Qaeda Central y reconocía su inspiración en figuras como el Mulah Omar, Ayman Al Zawahiri y Osama Bin Laden. También citaba a notables ideólogos yihadistas como Abdullah Azzam y el sirio-español Mustafá Setmarian.

La unión de ambos grupos no supone una sorpresa ya que Belmokhtar había mantenido una estrecha relación con sus líderes. De hecho, varios de ellos habían sido con anterioridad lugartenientes suyos. Puede ser también un intento de consolidar a MUYAO, pues desde su creación hace apenas tres años ya había experimentado tres restructuraciones de su cúpula. Al mismo tiempo, y como ya se ha señalado anteriormente, MUYAO y el grupo de Belmokhtar han realizado varias operaciones conjuntas que incluyen el secuestro de In Amenas (enero de 2013), el doble atentado contra un cuartel y una mina de uranio en Níger, en mayo del mismo año, y el asalto contra la prisión de Niamey (capital de Níger) al mes siguiente. Previamente MUYAO ejecutó varios atentados suicidas contra las fuerzas internacionales en el norte de Malí.

Para finalizar este epígrafe ofrecemos un listado de los ataques ejecutados en Malí tras la recuperación del norte del país (en su mayoría ataques contra las fuerzas extranjeras). Nuestra relación sólo recoge los que han trascendido en los medios de comunicación internacionales, por lo que es posible que haya habido más atentados:

  • 8 de febrero de 2013. Un terrorista suicida se hace estallar en un control en Gao hiriendo a un soldado maliense.
  • 21 de febrero de 2013. Un coche bomba hace explosión en Kidal a 500 metros de una instalación ocupada por soldados franceses y de Chad, hiriendo a dos civiles. El ataque es reivindicado por MUYAO.
  • 22 de febrero de 2013. Doble atentado suicida con coches bomba en Inhalil. Mueren al menos tres civiles. El ataque es reivindicado por MUYAO
  • 26 de febrero de 2013. Un ataque suicida contra un control a la entrada de Kidal mata a seis militantes del MNLA, aliado en ese momento con las tropas internacionales en la lucha contra los yihadistas.
  • 20 de marzo de 2013. La explosión de un coche bomba causa la muerte de un soldado maliense en Tombuctú.
  • 12 de abril de 2013. Un ataque suicida mata a tres soldados de Chad en Kidal.
  • 4 de mayo de 2013. Cinco suicidas cargados con explosivos atacan una patrulla matando a dos soldados malienses cerca de Gao.
  • 10 de mayo de 2013. Tres ataques suicidas contra soldados de Malí y Níger cerca de Gao dejan un soldado maliense herido. Ese mismo día se produce un ataque suicida contra una base militar en Menaka sin causar víctimas.
  • 28 de septiembre de 2013. Dos ataques suicidas en Tombuctú causan la muerte de cuatro civiles y hieren a dos soldados malienses.
  • 23 de octubre de 2013. Un atentado con coche bomba causa la muerte de dos soldados de Chad en Tessalit. MUYAO reclama el atentado.
  • 30 de octubre de 2013. Bombardeo contra el aeropuerto de Gao sin causar heridos.
  • 2 de noviembre de 2013. El periodista francés Ghislaine Dupont y su técnico de sonido Claude Verlon son secuestrados y asesinados cerca de Kidal.
  • 30 de noviembre de 2013. Ataque suicida contra un batallón de tropas de Niger cerca de Menaka. No hay víctimas.
  • 14 de diciembre de 2013. Un ataque suicida con coche bomba mata a dos soldados de Senegal en  Kidal.
  • 25 de diciembre de 2013. Ataque con cohetes en Gao en represalia por la detención de un miembro de MUYAO.
  • 9 de enero de 2014. Tres soldados de Chad heridos en un tiroteo cuando realizaban una misión de búsqueda de un campamento de militantes al norte de país.

Conclusión: evaluación de la amenaza yihadista en el Sahel

Como ha sucedido en otros casos históricos de insurgencia, los yihadistas perdieron la batalla y el control de las principales poblaciones del norte frente a un enemigo superior en medios militares convencionales. Pero tras huir y dispersarse, sigue contratacando mediante acciones puntuales que mantienen vivo el conflicto.

Por tanto, a los enormes retos que supone el fortalecimiento del Estado maliense con su pobreza extrema, su debilidad de la Administración, sus problemas de integración étnica, etc, se añade la acechanza continuada de los grupos yihadistas. Muy particularmente de Al Murabitún. El énfasis en él se debe en buena medida a la figura de Belmokhtar, a sus recursos y relaciones, y a la audacia que ha demostrado en las operaciones efectuadas a lo largo del último año. También a la actividad de MUYAO durante este periodo.

Como ya demostró el inicio de la revuelta tuareg de 2012, existe un claro vínculo entre la estabilidad de Malí (y por extensión en los otros países vecinos del Sahel) y el curso de los acontecimientos en Libia. La actividad de yihadistas vinculados a Al Qaeda en el suroeste libio mantiene vigente dicha asociación. Algunas fuentes hablan de AQMI pero muy probablemente también se trate de Al Murabitún, pues de allí partieron para realizar el ataque contra la planta de gas en In Amenas. Según funcionarios norteamericanos, dichos grupos han establecido campos de entrenamiento al sur de Libia y están reforzando sus vínculos con los yihadistas al norte del país, especialmente en las ciudades de Derna y Bengazi. La situación tiene escasos visos de solucionarse pues el gobierno libio encuentra serios problemas a la hora de ejercer su control en la región sur, lo que concede un amplio margen de maniobra a los grupos radicales en términos de refugio, reclutamiento, compra de armas y creación de alianzas. Desde allí seguirán exportando inestabilidad al Sahel.

Afortunadamente, el conflicto de Malí y los problemas del Sahel no se han traducido en complots terroristas en territorio europeo (a pesar de las amenazas vertidas en tal sentido contra Francia). Tal como apuntábamos el año pasado en un análisis al comienzo de la intervención francesa, Al Qaeda en el Magreb o bien no tiene intención real o bien no cuenta con capacidades (o ambas cosas a la vez) para atentar en Europa. Dichas carencias son aún mayores en Ansar Dine y en Al Morabitún. Al mismo tiempo, el conflicto en Siria ha desviado durante todo este periodo las energías y el reclutamiento de los islamistas radicales en Europa. En principio, no es de esperar que se produzca un cambio de tendencia en este sentido a corto plazo, aunque honestamente hemos de reconocer que –al igual que sucede en otros muchos aspectos del estudio del terrorismo– la información con la que contamos es sólo una parte del iceberg (y el ‘iceberg’ es además una realidad dinámica).

En cualquier caso, lo cierto es que la amenaza yihadista sigue activa en el Sahel y peligrosamente acechante en Libia. Es la región en conflicto más próxima a España y su inestabilidad nos afecta de diversos modos (especialmente a través del tráfico de personas y de estupefacientes). De ahí que la atención y los esfuerzos realizados por nuestro país estén suficientemente justificados. Al mismo tiempo –y esto sería tema de otro análisis– el país europeo con mayores intereses en la zona es Francia. Por ello convendría que España rentabilizara al máximo, política y diplomáticamente, la ayuda militar que le está prestando.

*Agradezco los comentarios hechos al borrador de este análisis por el Teniente Coronel Jesús Diez Alcalde, buen conocedor de la situación en Mali.

Javier Jordán es Profesor Titular de Ciencia Política en la Universidad de Granada y director del Grupo de Estudios en Seguridad Internacional (GESI)

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