¿Desea recibir notificaciones de www.defensa.com?
X
Viernes, 29 de marzo de 2024 Iniciar Sesión Suscríbase

La Legión, las operaciones y el eterno retorno

Articulo ganador del ‘I Premio Nacional de Periodismo José Ortega Munilla’

(Revista Defensa, octubre 2019), «Repentinamente languidece la Legión; ya se había firmado su disolución cuando de nuevo derrama su sangre al servicio de la Patria. Bosnia-Herzegovina, Albania, Kosovo, Macedonia, Irak, Afganistán, República del Congo, Líbano, Mali; 23 misiones en las que se ha combatido contra la violencia  y se ha servido en busca de la paz. Guerras crueles de odios salvajes.»  (1)

El pasado día 20 septiembre celebramos el 99 aniversario de la fundación de La Legión y al siguiente [día] comenzamos a pensar en el siguiente [aniversario], nada más y nada menos que el número 100. Sin embargo, al repasar la centenaria historia caímos en la cuenta que, igual que vamos a celebrar el centenario de las fuerzas legionarias, bien podríamos estar lamentando el 30 aniversario de su desaparición. 

Por todo ello creímos oportuno sentarnos a escribir este artículo que abordaremos desde la perspectiva del eterno retorno describiendo como el destino hizo nacer y renacer a esta singular fuerza de combate. Tras una breve introducción sobre la concepción de la historia como proceso cíclico, expondremos y analizaremos las causas y circunstancias de los hitos que dan forma y sentido a nuestro ciclo: nacimiento (la Guerra de Marruecos), estado de coma (cambios socio-políticos en un contexto de transición) y renacimiento (las operaciones de paz). 

«Nada es permanente a excepción del cambio». Damos comienzo a este trabajo con una cita de Heráclito, filósofo griego también conocido como el Oscuro de Efeso (alias que informa sobre el intrincado carácter de su pensamiento y sobre su lugar de nacimiento). Lo hacemos muy a propósito y a sabiendas de que escribimos para una publicación especializada en seguridad y defensa -que no en filosofía– y siendo conscientes de que por ello este metafísico punto de partida podría considerase un tanto anómalo y fuera de lugar. Pedimos paciencia al impenitente lector y anunciamos que el desarrollo y fin del artículo acabará despejando la oscuridad que Heráclito, haciendo honor a su apodo, trae a su principio.

Hecha esta aclaración, sigamos con nuestra filosófica introducción. Heráclito mantenía que el motor del universo era el continuo y perpetuo cambio: el eterno devenir. Esta concepción del cambio que no cesa quedó ilustrada en la metáfora del río. El Oscuro de Efeso enunció la idea en los siguientes términos: «En los mismos ríos entramos y no entramos, [pues] somos y no somos [los mismos]». Aristocles, más conocido como Platón (el de las anchas espaldas) recogió la idea y transformó el enunciado original. En su obra Crátilo (fechada alrededor del 360 aC) narra una conversación entre Hermógenes y Sócrates, donde esté último cuenta al primero: «En algún sitio dice Heráclito “todo se mueve, nada permanece” y, comparando los seres con la corriente de un río, añade “no podrías sumergirte dos veces en el mismo río”»  (2)

 

 

Foto: VEC con cañón M242 de 25 mm. cerca del destacamento de Jablanica en la ruta Mostar-Sarajevo (Bosnia -Herzegovina, 1993) (Archivo de la Legión).

 

La versión platónica, más clara y asequible, es la que con más éxito se ha difundido, siendo por ello la más conocida en nuestros días. La afirmación de que ningún hombre puede bañarse dos veces en el mismo río nos indica que nada es inmutable, que todo cambia. Ni el río ni el bañista son los mismos un día y el siguiente. Así como las aguas se renuevan constantemente, el ser humano está sometido a un continuo proceso de evolución (físico, psicológico y moral). Como el propio Heráclito ya había sentenciado: panta rei (todo fluye). La idea original, desa­rrollada en la Grecia clásica, fue recogida, discutida y reformulada desde diversas perspectivas por un buen número de autores (Nicolás Maquiavelo, Giambattista Vico, Arthur Shopenhauer, Henri Pointcaré, Herman Hesse, Mircea Eliade, Jorge Luis Borges, Gabriel García Márquez…). Pero, sin duda, el autor más conocido por adentrarse en las profundidades de estos mares es Friederich Nietzsche.

El controvertido filósofo alemán abundó en la teoría del eterno retorno, desarrollándola con un estilo tan enigmático y oscuro como el del propio Heráclito. Sirva de muestra este fragmento extraído de Así habló Zaratustra (1883), una de sus más famosas obras: «Todas las cosas derechas mienten, murmuró con desprecio el enano. Toda verdad es curva, el tiempo mismo es un círculo»(3). Para Nietzsche la historia no avanza en línea recta y el devenir del hombre se organiza en ciclos. Los hechos realmente relevantes suceden siguiendo patrones más o menos regulares de carácter cíclico. Los acontecimientos tienen lugar en un determinado contexto histórico, adquiriendo una singularidad propia, pero, en lo esencial, forman parte de ciclos que se repiten con infinita insistencia. «Todo va, todo vuelve; eternamente rueda la rueda del ser»(4).

 

EL NACIMIENTO (La Guerra de Marruecos)

 

«El Tercio de Extranjeros – nombre original de La Legión – nació como fuerza de  choque para la dura guerra de Marruecos. Esta nueva fuerza tenía como objetivo sustituir a las Unidades de recluta forzosa cuya pobre preparación y frágil moral era motivo de gran número de bajas y dificultades en el desarrollo de las operaciones terrestres(5). La Guerra del Rif, o 2ª Guerra de Marruecos, es el nombre con que se conoce el conflicto que, entre 1911 y 1927, enfrentó a España con las cabilas rebeldes del Rif. Tuvo su antecedente y prólogo en la llamada Guerra de Melilla, que se desarrolló entre julio y diciembre de 1909.

 

Foto: Dama Legionaria de la Policía Militar de UNIFIL (Líbano, 2008) (Miguel Temprano)

 

El detonante fue la incursión que los cabileños realizaron el 9 de julio en la línea ferroviaria que estaba siendo construida para unir Melilla con el complejo minero de Beni Bu Ifrur (el incidente se saldó con la muerte de seis obreros). Inmediatamente, al día siguiente, el presidente del Gobierno, Antonio Maura, dictó un decreto de movilización que contemplaba el envío de tropas de reserva a la zona de combate. La contestación social fue tal que desembocó en la Semana Trágica de Barcelona (26 de septiembre-1 de agosto). Tanto en la capital como en otras ciudades catalanas se registraron violentísimos disturbios, a resultas de los cuales 78 personas (75 civiles y 3 militares) perdieron la vida y más de 500 resultaron heridas.

La guerra avanzaba y no acababa, el envío de conscriptos a tierras africanas iba en aumento y en igual o mayor media la oposición social a las levas obligatorias. En este contexto surgió la idea de crear una unidad de voluntarios abierta al alistamiento de extranjeros, que calmase los ánimos de amplios sectores de la población que no estaban dispuestos a que sus hijos fueran enviados a tierras africanas. El propio Millán-Astray dejó escrito en su libro La Legión un pasaje bastante ilustrativo: «Y esa es, entre otras, la causa de por qué nosotros la hemos llamado “Legión” y a sus hombres legionarios. Para atraer a los extranjeros […] Porque un extranjero vale dos soldados, uno español que ahorra y uno extranjero que se incorpora»(6).

El empleo de los legionarios –españoles y extranjeros– tras el desastre de Anual certificó que la idea no era mala. El socorro a Melilla representó un punto de inflexión: la intervención de la Legión fue crucial para evitar la caída de la ciudad. Además, a partir de entonces y hasta el desembarco de Alhucemas, las recién creadas fuerzas forjaron a sangre y fuego uno de sus más conocidos lemas: Legionarios a luchar, Legionarios a morir.

 

ESTADO DE COMA (La Legión en la UVI)

 

Con el título de este epígrafe queremos llamar la atención sobre una época –la década de los ochenta del Siglo pasado– en que la Legión anduvo ingresada en una metafórica UVI (Unidad de Vigilancia Intensiva). Empleamos esta licencia literaria con una doble intención y razón: primero porque las fuerzas legionarias estuvieron sometidas a una estricta observación y escrutinio y, en segundo lugar, porque, en cierto modo, la vida de la Legión llegó a correr serio peligro. Efectivamente, en la década de los ochenta, soplaron vientos desfavorables.

La transición había traído grandes cambios a la sociedad española y la Legión estaba en el punto de mira. Las críticas llegaron a sede parlamentaria y sirva de muestra la intervención del diputado Fernando Sagaseta Cabrera (sesión plenaria de 21 de mayo de 1980): «Se están cometiendo crímenes por hombres que pertenecen a la Legión en Fuerteventura; que salen en periódicos, que eso lo sabe todo el mundo, y que en este hemiciclo no se hace caso de ello»(7).

El diputado canario, conocido por su vehemencia e ideas radicales (entre las cuales estaba la independencia del archipiélago), justificaba su ataque sobre la base de una noticia que, parcialmente, a continuación reproducimos: «Los tres legionarios que el 6 de agosto de 1979 desertaron de la Legión Extranjera española y secuestraron un avión DC-9 de Iberia en la isla de Fuerteventura (Canarias) fueron condenados ayer a veinte meses de cárcel por un tribunal de Ginebra. Sergio Muñoz-Carvajal, chileno, y los franceses Eduardo Noel Szyajan y Jean Claude Lyschik deberán cumplir veinte meses de condena por su rocambolesca historia de deserción y secuestro de avión, iniciada en las islas Canarias, y que terminó con su rendición a las autoridades suizas»​(8).

 

 

Foto: Afganistán ha sido uno de las escenarios más duros de los últimos tiempos, en la imagen legionarios ISAF de patrulla (Afganistán, 2012) (Miguel Temprano)

 

A partir de este momento la Legión fue a la UVI. Las fuerzas legionarias quedaban sometidas a una vigilancia intensiva y los incidentes protagonizados por sus hombres –que desafortunadamente los hubo– fueron objeto de pertinaz seguimiento y mordaz atención mediática. A finales de los ochenta la situación llegó a ser crítica. En algunos foros La Legión se daba por muerta: sólo quedaba expedir el certificado de defunción. Incluso llegó a afirmarse que el documento estaba redactado e incluso firmado. Sin embargo, el destino no estaba dispuesto a permitir tal cosa. La rueda de la fortuna seguía girando con infinita persistencia.

Sadam Husein invade Kuwait y estalla el conflicto. La 1ª Guerra del Golfo  se desarrolló de agosto de 1990 a febrero de 1991 y enfrentó a una coalición internacional (un total de 24 países liderados por Estados Unidos) y a Irak. La intervención contaba con el auspicio de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y fue la respuesta a la ocupación de Kuwait por las fuerzas de Sadam Husein. Inmediatamente después de que las tropas iraquíes invadieran Kuwait, el Consejo de Seguridad de la ONU comenzó a aprobar resoluciones de diverso contenido.

La primera (Res. 660) se limitaba a condenar los hechos, pero las siguientes autorizaban la ejecución de acciones más concretas y contundentes: sanciones económicas (Res. 661), embargo marítimo (Res. 665), bloqueo aéreo (Res. 670) y empleo de la fuerza (Res. 678). De todas ellas nos interesa, en lo que al propósito de este artículo se refiere, la Resolución 665, que imponía el embargo marítimo a Irak. España, que había permanecido largo tiempo ajena a los asuntos internacionales de esta índole, no podía eludir sus responsabilidades (sobre todo teniendo en cuenta el ingreso en la OTAN en 1982 y su posterior ratificación mediante referéndum en 1986). El compromiso español se materializó con el envío de una flotilla compuesta por 1 fragata (la Santa María) y 2 corbetas  (Descubierta y Cazadora).

La prensa de la época recogía la partida de las corbetas en los siguientes tércimnos: «Cerca de un millar de familiares se habían congregado en el recinto de la base naval para despedirse de los tripulantes. A las 12.00 horas, zarpó la corbeta Descubierta. Luego lo hizo la Cazadora. Los remolcadores del puerto lanzaron chorros de agua como despedida e hicieron sonar sus sirenas. En el muelle, aplausos, saludos y lágrimas. Madres y novias lloraban sin recato. Los buques se alejaron tras cruzar entre los faros La Curra y Navidad. En tierra, estalló la pena. Varias madres sufrieron ataques de histeria y algún desvanecimiento. "Es mi niño. Me lo han quitado. Quiero que me lo devuelvan", gritaba una mujer mayor»(9)

Aunque el riesgo era moderado, la decisión de enviar buques españoles con marineros de reemplazo a las proximidades de una zona de combate, provocó un notable malestar en algunos sectores de la población y abrió un encendido debate que ponía en tela de juicio el empleo de conscriptos en determinados escenarios y el propio modelo de servicio militar.

 

Foto: El Tercio Don Juan de Austria en UNIFIL (Líbano, 2008) (Archivo  de la Legión)

 

Por su interés transcribimos algunos párrafos de uno de  los muchos artículos que en aquel momento abordaban el asunto. Se trata de un trabajo firmado por Javier Rius y publicado el 13 de septiembre de 1990 (unos días después de la partida de la flotilla): «El pasado martes y ayer ha estado reunida la ponencia de la Comisión de Defensa para proseguir el debate sobre el modelo de Fuerzas Armadas que debe tener el Estado español y, sobre todo, llegar a un acuerdo sobre la polémica cuestión del servicio militar, que para el autor de este artículo ha tomado una nueva dimensión tras el envío de soldados de reemplazo al golfo Pérsico. 
[…]
El debate sobre la mili […] tendrá ahora un nuevo elemento de discordia: […] ¿pueden enviarse a soldados de reemplazo a misiones con riesgo de conflicto real fuera del territorio y aguas españolas? 
[…]
El envío de dos centenares de soldados de quinta al conflicto ha servido además para que la fuerte campaña de presión contra la mili, plasmada hasta la fecha en la creación de entidades como la Oficina del Defensor del Soldado, el espectacular aumento del número de objetores y, sobre todo, en el auge de la insumisión, tomara dos frentes más: el de las familias que protestan públicamente porque sus hijos han sido enviados al conflicto y el de los colectivos pacifistas que han llamado a los soldados a la deserción, siendo ambas cuestiones la nota destacada de los actos de despedida de la flotilla, y que nos recuerdan, salvando las distancias, las movilizaciones que se dieron a principios de siglo contra el envío de tropas a las contiendas del norte de África»
(10).

El contexto político y la sociedad española de los años noventa eran muy distintos a los de principio de Siglo. En este caso la oposición social no iba a derivar en semanas trágicas pero la historia parecía querer repetirse…

 

EL RENACIMIENTO (Las operaciones de paz)

 

Comenzaba la década de los noventa con La Legión en la UVI y buena parte de la población en contra del servicio militar y, por supuesto, del empleo de soldados de reemplazo en operaciones fuera de territorio nacional. «Ningún soldado español tenía que haber ido al Golfo, pero en ningún caso se debió mandar a soldados de quinta a una guerra lejana.»(11). Y de repente, año 1991, Yugoslavia salta en pedazos y estalla una terrible guerra cuyos episodios más cruentos se desarrollarían en Bosnia y Herzegovina. 

El 14 de septiembre de 1992, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (Res. 776) autorizó el despliegue de una fuerza multinacional, que, bajo el nombre de UNPROFOR (United Nations Protection Force), debía garantizar el envío de ayuda humanitaria a Bosnia y Herzegovina. España no podía negarse a participar en una misión de este carácter, pero se enfrentaba al problema de tener que enviar un contingente terrestre. Tropas que debían vivir y operar sobre el terreno, en mitad de una guerra civil donde se desarrollaban violentos combates y las facciones más radicales, de difícil identificación e imposible control, no mostraban gran simpatía por los cascos azules, que en muchos casos eran considerados una interferencia que debían eliminar o neutralizar.

En este contexto, la historia se repite y se decide el empleo de La Legión. Si en 1921 los legionarios no tuvieron ninguna duda en marchar en socorro de los melillenses, en 1992 el socorro a los bosnios generó exactamente la misma duda: ninguna. Sin embargo, yo, que viví la situación en primera persona, he de reconocer que a la hora de encuadrar las unidades también se presentaron ciertos problemas, pero –como a continuación se verá– fueron de otra naturaleza. La Legión en aquel entonces tenía tropa profesional, pero no es menos cierto que una buena parte de sus efectivos eran soldados de reemplazo que habían decidido alistarse para cumplir su servicio militar (nueve meses, si la memoria no me falla).

A la hora de encuadrar las unidades se especuló con la posibilidad de excluir a los legionarios de reemplazo para evitar polémicas y posibles reacciones negativas de familiares y detractores. Pero el problema que se trataba de atajar acabó convirtiéndose en problema, aunque de contraria índole. Los legionarios de reemplazo se negaron a ser excluidos y con tal ímpetu lo hicieron que no hubo forma de dejarlos en tierra. Pasado el tiempo hay que reconocer que llevaban toda la razón, pues disolver unidades adiestradas y cohesionadas para volver a constituirlas a retales hubiera sido muy contraproducente. Al final, todos, profesionales y de reemplazo, marcharon a Bosnia sin hacer mucho ruido y de igual modo los más regresaron con la satisfacción del deber cumplido y algunos –también sin hacer mucho ruido- dejaron su vida en las castigadas tierras bosnias.

Los que proponían la disolución se quedaron sin argumentos, aunque los más contumaces se obstinen en hurgar en la herida. En este punto, y en reconocimiento al teniente general Agustín Muñoz-Grandes Galilea –que tuvo mucho que ver en el envío de La Legión a Bosnia-  transcribimos parte de un artículo publicado en 1996: «A propósito del debate reabierto por algunas asociaciones y partidos sobre la disolución de la Legión, Muñoz Grandes aseguró que ésta "permanecerá porque España necesita un tipo de unidad de vanguardia".» (12). También debemos hacer mención expresa del almirante Gonzalo Rodríguez Martín-Granizo que, siendo Jefe de Estado Mayor de la Defensa, tuvo que tomar la no fácil decisión de designar a las fuerzas que debían constituir la primera unidad española encuadrada en un contingente de cascos azules de la ONU. El Almirante apostó fuerte y lo hizo por La Legión aceptando el órdago de enviarla a BiH (órdago ganador como rápidamente pudo comprobarse).

 

Foto: Mostar, Plaza de España. Legionarios del Tercio Gran Capitán en uniforme tradicional celebran del Día de la Fiesta Nacional (Bosnia – Herzegovina, 2003). 

(Defensa https://www.flickr.com/photos/mindefensa/24375177501/in/photostream/ )

 

CONCLUSIÓN (El círculo se cierra)

Con las operaciones de paz, los legionarios volvían a primera línea dando muestra de su valía en cualquier situación, demostrando a propios y extraños ser una fuerza polivalente que actúa con igual entrega y eficacia en todo tipo de operaciones y escenarios. La Legión, gracias a las operaciones de paz, no solo había superado la crisis, sino que había salido reforzada (incluso ante sus detractores). El ciclo –nacimiento, coma, renacimiento- se había cerrado y el camino al centenario quedaba abierto de par en par.

 

EPÍLOGO (Trg España)

 

Como ya dijimos con anterioridad, algunos de los legionarios -novios de la muerte según reza la canción- que acudieron a BiH no regresaron pues quiso la fatalidad que dicho noviazgo se consumase en lejanas tierras. Su recuerdo y el de otros militares de distintas unidades que también dejaron su alma en aquellas tierras bosnias nos obliga a cerrar este artículo escribiendo sobre Trg España.

Trg es una palabra bosnia que significa “plaza”, luego si hablamos de Trg España estamos hablando de la Plaza de España. La Plaza de España está situada en el mismo centro de Mostar al final del Bulevar que es la calle principal de la ciudad y que, durante la guerra,  se convirtió en línea de frente de combate. El pueblo de la capital de la Herzegovina decidió cambiar el nombre de su plaza más emblemática (de Trg Hit pasó a denominarse Trg España) en reconocimiento al esfuerzo y sacrificio de los militares españoles (legionarios, paracaidistas, mon­tañeros, pilotos, carristas, operaciones especiales…); soldados todos que -durante la guerra y post-guerra- compartieron aventuras y desventuras con los “mostareños”. El asunto no es baladí pues –salvo error u omisión– el contingente español ha sido el único que ha dejado una huella de tal magnitud logrando el impensable consenso de los antaño enemigos (bosnios, serbios y croatas).

En el centro de Mostar se encuentra Trg España y en el centro de la plaza un monumento con una placa donde figuran los nombres de veintidós militares españoles y un intérprete que dieron su vida por España y, en esta ocasión, por Bosnia y Herzegovina. Los primeros diez nombres (seis Caballeros Legionarios y cuatro Caballeros Legionarios Paracaidistas) pertenecen a miembros de la Agrupación Canarias, la segunda –después de la Málaga- que se constituyó sobre la base de Unidades de La Legión.  (Autor: Antonio Esteban López. Artículo galardonado con el I Premio Nacional de Periodismo José Ortega Munilla”)

 

(1)  DAVILA ALVAREZ R. “La Legión 1920-2014”.  https://generaldavila.com/2014/09/19/la-legion-1920-2014/

(2) Platón: Crátilo; Biblioteca Virtual Universal; Pag. 23; https://www.biblioteca.org.ar/libros/133614.pdf.

(3) Nietzsche F.: Así habló Zaratustra; Freeditorial; Pág. 20; https://freeditorial.com/es/ books/asi-hablo-zaratustra.

(4) IBID; Pág. 169.

(5) https://www.lalegion.es/historia.htm.

(6) Millan-Astray J. (1923): La Legión; V.H. Sanz Calleja Editores e Impresores; 3ª edición facsímil; Graficas Urania; septiembre 2009; Pág. 3.

(7) Congreso de los Diputados: Diario de Sesiones nº 92; sesión plenaria del 21 de mayo de 1980. 

(8)El Pais: Tres desertores de la Legión española condenados en Suiza; 2/5/80; https://elpais.com/diario/1980/05/02/internacional/326066416_850215.html.

(9) El Pais (29 de agosto de 1990). La flotilla española parte rumbo al golfo.  https://elpais.com/diario/1990/08/27/internacional/651708007_850215.html

(10) El Pais: Soldados de quinta, a una guerra lejana; 13/9/90; https://elpais.com/diario/ 1990/09/13/espana/653176802_850215.html.

(11) El Pais: Soldados de quinta, a una guerra lejana; 13/9/90; https://elpais.com/diario/ 1990/09/13/espana/653176802_850215.html.

(12) El País: El general Muñoz Grandes dice que en la Legión no cabe la revancha; 17/3/96; https://elpais.com/diario/1996/03/17/espana/827017213_850215.html.


Copyright © Grupo Edefa S.A. Prohibida la reproducción total o parcial de este artículo sin permiso y autorización previa por parte de la empresa editora.