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Sábado, 20 de abril de 2024 Iniciar Sesión Suscríbase

La BOEL, Operaciones Especiales de la Legión en Alicante

El jefe del Mando de Operaciones Especiales, y el Teniente Coronel Alberto Daniel Torres Bea, jefe de La Bandera de Operaciones Especiales de la Legión, nos hablan de la BOEL

La creación de la Bandera de Operaciones Especiales de la Legión (BOEL) representó en su momento una decisión con visión innovadora, de resultados significativos a corto plazo, tanto para La Legión como para el Ejército de Tierra. Su renovada vinculación legionaria, de carácter institucional, hace ahora apenas dos años, continúa contribuyendo a engrosar el prestigio de La Legión, casi cuatro décadas después de que por primera vez el espíritu legionario y guerrillero se fusionarán en uno. Hoy en Alicante un reducido grupo de hombres y mujeres visten de «verde legión», cultivan un espíritu legionario que les cala hasta los huesos y lo concilian con arte y orgullo con el del guerrillero, en el que se han educado y les guía en el modo de llevar a cabo sus misiones.

La BOEL celebra el centenario por la puerta grande, aportando a La Legión uno de sus principales valores, su aspecto operativo, «único y sin igual» por las connotaciones diferentes de sus cometidos y medios de la acción. Sin ir más lejos, durante el último año, compuesta por un reducido grupo de unos 140 militares altamente especializados, ha participado en cuatro misiones internacionales en Irak, Afganistán, Líbano y Túnez, dos de ellas de lucha contra el terrorismo y ha intervenido en dos importantes operaciones de apoyo a autoridades civiles, las inundaciones de la Vega Baja, en Alicante, y la Balmis contra la COVID-19. El acontecimiento de los 100 años nos sirve para detenernos a reflexionar sobre algunos de los aspectos positivos de la creación de la que es una de las banderas más jóvenes. Igualmente, nos es de utilidad para identificar elementos de valor añadido aportados a La Legión. Por último, siempre resultará de interés reservar un momento para esbozar los retos futuros a los que se enfrentará la BOEL.

El Siglo pasado, a mediados de los años ochenta, La Legión como Institución atravesaba una de sus peores épocas existenciales, cuestionándose incluso su permanencia. En 1985 se creaba la BOEL en Ronda, tierras malagueñas dónde se profesa un profundo aprecio y cariño a La Legión. Al igual que gran parte de las iniciativas que se ponen en marcha en Málaga, que suelen prosperar con energía y rapidez, en muy poco tiempo la BOEL había entrado en eficacia y producía retornos tangibles a La Legión. En aquel momento de necesidad corporativa de los ochenta, dotaba de dimensión internacional a La Legión, demostrando con ello su utilidad más allá de nuestras fronteras. La BOEL acudía a los campos de maniobra y polígonos de adiestramiento europeos participando en ejercicios y competiciones internacionales con un éxito y un impacto incontestable y, desde luego, cuantificable. Quedó primera en varias competiciones de patrullas de operaciones especiales. 

En aquella época todavía se estaba en vías de hacer efectivo el ingreso de España en la organización militar de la OTAN y aún no era habitual ver a unidades españolas participando en actividades internacionales. La BOEL fue una de las pioneras del Ejército de Tierra que, de forma periódica e ininterrumpida, participaba en ejercicios conjunto-combinados, obteniendo siempre reconocimientos expresos de admiración por su buena labor. Aquella labor supuso un activo para La Legión en un momento clave de su historia. Trabajar en entornos internacionales le permitió madurar rápidamente y acumular un conocimiento y una experiencia tremenda, que compartía con sus unidades hermanas de La Legión, especialmente con la X Bandera que, alojada en la misma base, formaba parte también del 4º Tercio Alejandro Farnesio. La Bandera llegó en 1985, pero varios años antes la inquietud y el empuje de muchos diplomados en operaciones especiales que se hallaban en las filas de La Legión, hizo que comenzaran a fraguarse diferentes iniciativas. 

Historia

De hecho, la BOEL fue un desarrollo de la Unidad de Operaciones Especiales de la Legión (UOEL), de entidad compañía, que comenzaría su andadura en el año 1982. Pero fue incluso antes cuando los tercios saharianos, tras observar el tipo de adiestramiento y elevada operatividad de las compañías de Operaciones Especiales que se trasladaban al Sahara para hacer ejercicios y adiestramientos periódicos anuales, normalmente desde las Islas Canarias, consideraron de utilidad contar con una unidad de similares características. Así, aprovechando los diplomados que se incorporaban de los cursos, crearon las secciones de Operaciones Especiales (SOE). Ejemplos del buen empleo de estas unidades durante los años finales de estancia en el Sahara encontramos muchos. Uno de ellos lo constituyen las emboscadas nocturnas montadas por la SOE del Tercio 3 Juan de Austria en los accesos al Aaiún, en la zona de dunas donde más posibilidades existían de infiltración de bandas rebeldes (el Polisario entre otras). La idea de incorporar SOE a los tercios sería seguida años más tarde en Ceuta y Melilla.

foto: Salto HAHO de alta cota del XIX BOEL. Innovación, destreza y máxima operatividad.

Con mayor perspectiva de tiempo, podemos encontrar cierta conexión con la necesidad de disponer de una alternativa de utilidad en el empleo de la fuerza en los primeros años de la actuación de la Legión en la guerra del Norte de África. En el año 1924, para contrarrestar la acción adversaria de ataques en retaguardia propia, se crearon unidades de legionarios voluntarios que realizaban incursiones por la noche en el campo enemigo. Terminaron autodenominándose hijos de la noche. Se consideraba un signo de distinción entre los legionarios pertenecer a aquella unidad. Se apuntaban italianos, rusos, españoles, todos querían demostrar qué pueblo era el más valiente. El banderín con fondo negro de la 6ª Compañía de la 2ª Bandera de La Legión, en Melilla, ribeteado con búhos y murciélagos, nos recordó durante mucho tiempo su herencia de aquellas gestas. Gestas mitad temerarias, mitad audaces, en todo caso heroicas, de un puñado de hombres moviéndose con sigilo, seguridad y discreción, tratando, gracias a un efecto sorpresa, lograr una superioridad relativa puntual y temporal ante el enemigo. 

Los amantes de la historia, sin duda, encontrarán interesantes paralelismos entre las hazañas legionarias de los hijos de la noche con las encamisadas de los Tercios de Flandes, de gran impacto psicológico en el adversario al atacar por sorpresa durante la noche o al amanecer, sorprendiendo al enemigo dormido. En cualquiera de los casos, lo cierto es que la necesidad de contar con fuerzas especializadas que proporcionen alternativas al empleo de la fuerza tradicional, para realizar operaciones muy sensibles de carácter encubierto o secreto, mantener muy baja visibilidad y realizarlas en entornos de alto riesgo ha representado siempre una constante histórica. En el año 1990, la BOEL se incorporaría en diversas rotaciones a operaciones en el exterior, normalmente acompañando a otras fuerzas de La Legión en los Balcanes. Los buenos resultados cosechados en el ámbito internacional sedujeron, como siempre terminan haciendo las unidades de La Legión, al Estado Mayor del Ejército. Durante la época dorada del Cuartel General de la Fuerza de Acción Rápida, en los años noventa, la BOEL se convirtió en una herramienta crítica que proporcionó gran flexibilidad. 

Cambios

Desde el año de su fundación no dejó de atraer a gran parte del talento del Ejército de Tierra. Muchos oficiales y suboficiales pujaban por lograr un destino en sus filas. Los Tercios permitían realizar una buena selección de legionarios formados y con experiencia. Fue una de las primeras unidades totalmente profesionales de aquellos años, integrando muchos legionarios veteranos, o bien a los voluntarios especiales de la época. La concentración de talento durante su tiempo de existencia en Ronda fue extraordinaria. Oficiales, suboficiales y legionarios atesoraban conocimiento y habilidad. Sabían y sabían hacer y, además, poseían actitud y compromiso. Todo ello aderezado por el valor de una ética reforzada con elementos de dos culturas: la de La Legión y la de Operaciones Especiales, para nada antagónicas y siempre complementarias e integradoras. Muchos de aquellos profesionales terminaban destinados en otras unidades de La Legión llevándose con ellos grandes dosis de conocimiento, experiencia y actitud de trabajo, aportando un extraordinario valor añadido al conjunto de La Legión. 

Durante los primeros años se sucedieron los cambios de nombre de la BOEL. Cuando llegó la traumática pérdida de su carácter legionario, en 2002, pudo conservar el guion, el emblema, el historial y el nombre de ese momento. Se había decidido años atrás que se denominara Caballero Legionario Maderal Oleaga, el ultimo laureado de La Legión en el Combate de Edchera, en el antiguo Sahara español. Esa decisión no pudo ser más acertada y positiva. Cualquier otro nombre quizás hubiese quedado vinculado a un legado histórico-museístico. Sin embargo, la denominación de BOEL XIX, Maderal Oleaga, la dejaría necesariamente ligada a uno de los últimos héroes de La Legión, cuyo aniversario comenzó a celebrarse anualmente en la recién creada Brigada de La Legión, precisamente como homenaje a los veteranos legionarios. Sin duda, el cambio de la naturaleza de la unidad, de Bandera a la de Grupo afectó, no obstante el espíritu siempre permaneció latente y cada año renovaba votos, ya que una representación del GOE XIX CL Maderal Oleaga asistía sin falta, cada año, a los actos de los Veteranos a mediados de enero en Almería. 

Un ejercicio de paciencia, persistencia, humildad y, sin duda, la suerte de los valientes, quiso que el último lefe que tuvo la BOEL y que sufrió el doloroso trance de asistir a la pérdida del carácter legionario de una unidad que hasta ese momento había sido ejemplar y había funcionado a la perfección, llegara a ser jefe del Ejército de Tierra. A veces uno promete la luna y llegado el momento no se puede cumplir. Sin embargo, en esta ocasión la promesa era más terrenal, se podía llevar a cabo. Dicho y hecho. El General Varela se había comprometido con sus legionarios que si estaba en su mano lo haría. En 2018, el GOE XIX recobraba su vínculo tradicional-institucional legionario. Una decisión que quizás llame la atención en nuestras Fuerzas Armadas como novedosa, pero que ciertamente es habitual en otros Ejércitos amigos y aliados, donde en una misma unidad de Operaciones Especiales se combinan con normalidad distintos tipos de boinas y prendas de cabeza en general. ¿Por qué no se iba a hacer en España? Finalmente, la Legión llegó a Alicante.

Aportacion de la BOEL

La Legión puede presumir hoy que cuenta con un grupo de militares expertos en infiltraciones por alta montaña, estival, nevada, en condiciones de frio extremo; paracaidistas en apertura manual a alta y baja cota; inserciones por agua en embarcaciones de gran autonomía o buceo; y de movilidad en vehículos especiales para misiones de interdicción terrestre de gran alcance. Se trata de una forma diferente de afrontar el riesgo y las operaciones. Por eso hay que profundizar en el valor del mensaje de las palabras del Credo. Un legionario de operaciones especiales cumple su misión con excelencia si se infiltra y exfiltra del objetivo sin ser detectado, ni tener encuentro con el enemigo; si cumple su misión con ciega y feroz acometividad, pero sin llegar a la bayoneta, si es posible. Aislado en territorio enemigo, lejos de apoyos y bases propias, cumpliendo cometidos de alta sensibilidad en áreas dominadas y controladas por el enemigo, pasar desapercibido es la mejor protección. Llegar a la bayoneta queda reservado a momentos desesperados de supervivencia, evasión y escape. 

Los hijos de la noche en 1924 realizaban las incursiones en pequeños grupos para no ser detectados, con discreción y precisión. Pocos encontraremos con más valor y más acometividad que aquellos legionarios de principios del Siglo XX que se exponían a un alto riesgo realizando sus misiones desprotegidos y con sigilo, infiltrados en el área de dominio enemigo. Sólo utilizaban la bayoneta si desafortunadamente les detectaban antes de tiempo. El dilema de la coexistencia de dos culturas con fuerte personalidad, como son las de La legión y la de Operaciones Especiales, siempre fue recurrente. Al guerrillero nunca le ha seducido en exceso la palabra especial. La palabra especial deriva de las especialidades destinadas a llevar a cabo una acción con formas y medios diferentes. En este sentido, una gran mayoría de las Fuerzas Armadas son especiales, por cuanto gran parte de ellas están diseñadas y organizadas en función de sus medios de la acción. Por tanto, no es propósito de las fuerzas de operaciones especiales, ni cautiva la intención de diferenciarse de lo común, con la única finalidad de pretender singularidad. 

foto: Procedimientos de movimiento vertical e intervención urbana: Equipo Especialistas Alta Montaña Aplicación, con procedimientos OE en todos los ámbitos

Tampoco ha embaucado nunca a los militares de operaciones especiales la idea de élite. El término élite, es en sí mismo chocante. Podríamos decir que, por definición, todo profesional es élite en cierta medida, en algún aspecto de su actividad. Cualquier militar a mitad de su carrera o vida profesional desempeñando la misma especialidad o práctica ha atesorado suficiente número de horas para ser considerado un experto. Malcon Gladwell, en su excepcional libro Outliers, cuantifica en 10.000 horas de acumulación de conocimiento y experiencia en un determinado campo, como el número mágico de la grandeza. Equivale a unos 7 o 10 años, por lo que hoy en día, en el que una parte importante de los militares de nuestro Ejército atesoran ese tiempo de servicio realizando una misma actividad o especialidad, a la que unen su experiencia en operaciones en el exterior, podrían considerarse élites.

Las culturas

Para el Cuerpo de los Marines de Estados Unidos supuso un gran problema crear unidades de operaciones especiales dentro de su organización. Tardaron muchos años en hacerlo y, finalmente, accedieron a regañadientes, con una formula a medio camino. Su tesis era que, si todos ellos eran especiales y élite, por qué habría de crearse un grupo diferenciado. Aceptaron la formación de unidades de operaciones especiales porque los otros ejércitos y la Armada los tenían hacía muchos años y desde que comenzó la guerra contra el terrorismo, a partir de 2001, estaban perdiendo mucho prestigio y, sobre todo, recursos económicos, un lujo que el Cuerpo de los Marines de Estados Unidos no se podían permitir. En sus inicios, la convivencia de esas dos fuertes culturas de La Legión y Operaciones Especiales no estuvo exenta de tiras y aflojas. Sin embargo, el cumplimiento del Credo legionario no defraudó. El Credo de La Legión se había elaborado con un espíritu eminentemente inclusivo. 

La idea principal que presidía todo era que las puertas estaban abiertas, cualquiera podía entrar en La Legión independientemente de la razón que motivara su decisión. Después, una vez dentro, llegaría la cohesión. La fuerte cultura de la organización hacía que cualquiera quedara enganchado para siempre a esa forma de vida. Vida de compañerismo, lealtad, combate, en definitiva, grandes valores de plena vigencia y necesidad hoy en día en cualquier ámbito de la vida militar o civil. Así sucedió y la BOEL quedó para siempre enganchada y con su trabajo, buen hacer y prestigio, logrando una aceptación generalizada de los fieles cumplidores del Credo de la Legión. En la actualidad, la BOEL continúa su andadura orgullosa de su carácter legionario y del tipo de cometidos que, al amparo de las hojas de roble y el machete, tiene la oportunidad de realizar. Incluso durante esta temporada escolar de septiembre del 2019 a julio del 2020, a pesar del fuerte impacto de la crisis de la COVID-19, su aportación al historial de La Legión y a la comunidad de Operaciones Especiales ha sido colosal.

En mayo de este mismo año finalizaban sus despliegues en Irak y Afganistán, escenarios en los que ha permanecido seis meses en labores de lucha contra el terrorismo. Una lucha que se llevaba a cabo de manera indirecta realizando una asistencia militar de calidad con apoyos muy especializados y labores de acompañamiento hasta el mismo objetivo a las Fuerzas de Operaciones Especiales locales. Trabajo realizado con la necesaria discreción, humildad y eficacia y que está proporcionando un conocimiento y una experiencia en combate dignos de reseñar. La naturaleza discreta de las misiones de operaciones especiales, obligan a la necesaria reserva, lo que no debe ser óbice para que en el ámbito interno del Ejército de Tierra, y desde luego en La Legión, se difundan adecuada y oportunamente las lecciones aprendidas de este tipo de misiones con alta exigencia y riesgo, así como excelentes resultados. En Líbano, las consecuencias de la crisis sanitaria del coronavirus han prolongado una misión orientada a proporcionar seguridad a tropas propias para que las labores de estabilidad se puedan llevar a cabo con la imprescindible libertad de acción. En Túnez, las actividades de seguridad cooperativa han permitido estar al tanto, entender la situación en un área próxima y siempre de riesgo para la seguridad de España. 

Su intervención en los trabajos de apoyo a autoridades civiles durante las inundaciones de la Vega Baja en Orihuela (Alicante) en septiembre de 2019 supusieron un gran desafío por las características de cometidos, como la búsqueda y recuperación de personal desaparecido, así como asistencia y apoyo a una población civil desesperada por una tragedia de grandes proporciones. El adiestramiento y materiales de combate en agua fueron esenciales para prestar el apoyo de calidad, rápido y eficaz requerido. La proximidad y el aprecio de la ciudanía trasmitiendo un claro sentimiento de utilidad de la labor desempeñada representó una recompensa para los militares de la BOEL difícil de describir. La participación en la Operación Balmis, en cierta medida, mantuvo algunos elementos comunes con la de Orihuela, aunque es cierto que suponía un nuevo reto, algo inédito. La misión requería grandes dosis de entereza, presencia, buena imagen para trasmitir calma, tranquilidad y confianza a una población civil angustiada por la incertidumbre y el temor a lo desconocido.

Construyendo futuro

Coincide el centenario también con un proceso de cambio en el Ejército, Fuerza 35, que afecta a la BOEL, incluida en la iniciativa Mando de Operaciones Especiales 2035 (MOE 35). Cambios positivos de refuerzo de sus capacidades cuantitativa y cualitativamente. Casi doblará el personal militar de su plantilla y el número de sus equipos operativos crecerá, completado de este modo determinadas especialidades con las que no contaba en los últimos años. El material experimentará, igualmente, una mejora: vehículos especializados, comunicaciones de última generación, medios de visión nocturna avanzados y nuevos sistemas RPAS (Remotely Piloted Aircraft System) constituyen algunos ejemplos. Todo ello necesario para afrontar un nuevo concepto de empleo de la fuerza que sea capaz de proporcionar respuestas a las situaciones derivadas de la competición estratégica de potencias globales y regionales, que llevan a cabo una confrontación oculta en la zona gris (umbral entre paz y conflicto armado generalizado). 

La mezcla de la cultura legionaria y de operaciones especiales es un buen ejemplo para todos. Su fórmula está basada en un código de conducta, de comportamiento, de valores que se incrustan en el alma y producen tal grado de cohesión y lealtad que constituyen un modelo de utilidad para cualquier unidad militar, corporación o institución. Por los resultados pragmáticos que aporta y por su estilo de liderazgo, bien podría cotizar y extenderse a ámbitos académicos, universidades y escuelas de negocio. Vestirse de verde legión conlleva una mezcla de ritual místico y emoción que evoca un sentimiento de honor, orgullo y pertenencia que solo saborean aquellos que, teniendo la oportunidad, tuvieron el atrevimiento de desear estar en las filas de la Legión. La Bandera de Operaciones Especiales de la Legión en Alicante se siente horrada de poder vestirse de verde legión. (General de brigada Raimundo Rodríguez Roca, jefe del Mando de Operaciones Especiales y Teniente coronel Alberto Daniel Torres Bea, jefe de La Bandera de Operaciones Especiales de la Legión.)


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