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1965: La Fuerza Interamericana de Paz en Santo Domingo

Ayer noticia

La guerra civil dominicana de 1965 fue el escenario donde actuó por primera vez en la historia del Continente americano una fuerza multinacional integrada por efectivos norteamericanos y de países iberoamericanos: brasileños, nicaragüenses, hondureños, costarricenses y paraguayos. La experiencia de la Fuerza Interamericana de Paz (FIP), fue exitosa, puesto que el contingente multinacional permitió la realización de elecciones libres en la República Dominicana y la implantación de un gobierno constitucional.

La FIP estuvo bajo el mando del general brasileño Hugo Penasco Alvim, actuando como segundo el general norteamericano Bruce Palmer, que fueron reemplazados en enero de 1966 por el general Alvaro da Silva Braga. Ejército de Brasil, y el general de brigada estadounidense Robert Linvili.

GUERRA CIVIL

En septiembre de 1963 el presidente Juan Bosch, primer jefe de Estado designado en elecciones libres en la República Dominicana fue destituido y en su lugar se instaló un triunvirato civil. Los días 25 y 26 de abril de 1965 una revuelta militar dirigida por el coronel Francisco Caamaño destituyó al triunvirato, pero esta iniciativa provocó el estallido de una guerra civil al ponerse el general Elías Wessin y Wessin al frente de la oposición de extrema derecha. Wessin y Wessin había sido uno de los jefes del golpe de 1963 contra Bosch, y Caamaño se proclamó como constitucionalista.
Caamaño contaba con la mayor parte del Ejército, pero tenía en su contra a la Fuerza Aérea, una unidad blindada y a la Marina de Guerra. El 28 de abril, una junta militar, con el apoyo de Wessin y Wessin, decidió oponerse al regreso de Bosch, exigido por Caamaño y los constitucionalistas. Cuatro días antes, el 24 de abril de 1965, 400 fusileros navales de Estados Unidos desembarcaron del portaaviones Boxer y en la madrugada siguiente. paracaidistas de la 82° División Aerotransportada del US Army llegaban a la base militar de San Isidro, a 40 km. al norte de Santo Domingo.

foto: Soldados norteamericanos de la FIP abriendo fuego de cañón Contra los seguidores del coronel Caamaño.

PERIMETRO DEFENSIVO

En un primer momento, los Estados Unidos explicaron que el envío de efectivos obedecía a la necesidad de “proteger y evacuar a los ciudadanos de Estados Unidos y otros extranjeros”.  El 2 de mayo, los efectivos norteamericanos sumaban 9.500 hombres, incluidos 3.000 Marines y 6.500 paracaidistas de la 82°. Los norteamericanos chocaron en varias oportunidades con las tropas caamañistas y ese mismo día, 2 de mayo, contabilizaban 8 muertos y 36 heridos.
Las tropas norteamericanas erigieron una zona de seguridad internacional en Santo Domingo, que incluía la embajada de su país, otras representaciones diplomáticas y el hotel Embajador. Otros efectivos estadounidenses levantaron un  perímetro defensivo alrededor de la base de San Isidro, donde se había instalado la junta de derecha. El presidente Lyndon B. Johnson anunció que las tropas norteamericanas habían venido no sólo a proteger a sus compatriotas, sino a “impedir que se establezca otro Estado comunista en el Hemisferio”.  El 5 de mayo los norteamericanos sumaban casi 20.000 soldados (6.924 Marines y 12.439 de otras unidades, en su mayoría paracaidistas de la 820 Aerotransportada).

CREACION DE LA FIP

El 6 de mayo, reunida en Washington, la Organización de Estados Americanos (OEA), aprobó el envío de una fuerza interamericana de paz a la República Dominicana. Votaron a favor de la resolución: Estados Unidos, Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Guatemala, Haití, Honduras, Nicaragua, Panamá, Paraguay y El Salvador. En contra: México, Uruguay, Chile, Ecuador, Perú. Se abstuvo: Venezuela.
La resolución de la OEA dispuso que la FIP “tendrá como su único propósito, dentro de un espíritu de imparcialidad democrática, la siguiente misión: 1) cooperar en la restauración de la normalidad de la República Dominicana; 2) mantener la seguridad de sus habitantes y la inviolabilidad de los derechos humanos; 3) establecer un ambiente de paz y conciliación que permita el funcionamiento de las instituciones democráticas “.

foto: Una ametralladora antidiluviana en el sector caamañista, a los pocos momentos de un tiroteo.

El 23 de mayo se emitió el acta de creación de la FIP, que expresó:
1) “Por la presente queda establecida la Fuerza Interamericana como una fuerza de la Organización de Estados Americanos.
2) La Fuerza Interamericana consistirá de un Mando Unificado y los contingentes nacionales de los Estados miembros asignados a la misma
3) El Mando Unificado constará del Comandante de la Fuerza Interamericana, el subcomandante y el Estado Mayor.
4) El Comandante de la Fuerza Interamericana ejercerá el control operacional sobre todos los miembros de la Fuerza. El será responsable por el desempeño de todas las funciones asignadas a la Fuerza por la OEA, y por la asignación y el destacamento de todas las unidades asignadas a la Fuerza.
5) Los miembros de la Fuerza continuarán siendo miembros de sus respectivos servicios nacionales. Sin embargo, durante el período de asignación a la Fuerza, ellos servirán bajo la autoridad de la OEA y estarán sujetos a las instrucciones del Comandante a través de las vías jerárquicas. El mando de los contingentes nacionales con excepción del control operacional, quedará investido en el Comandante de los respectivos contingentes nacionales

EFECTIVOS Y ORGANIZACION

La FTP fue constituida con los 22.000 soldados norteamericanos presentes en la República Dominicana al 24 de mayo de 1965. A ellos se unieron 250 soldados hondureños, 164 nicaragüenses, 25 policías costarricenses (Costa Rica no tiene Ejército), 1.250 brasileños y 286 paraguayos.
Los brasileños llegaron a fines de mayo y a su arribo, los Estados Unidos evacuaron 6.000 Marines. A fines de mayo, la FTP contaba con 24 muertos y 36 heridos norteamericanos más 6 brasileños heridos. El 3 de julio se retiraron otros 1.400 norteamericanos y la FIP quedó reducida a 12.700 hombres.

foto: Miembros del contingente de la Policía costarricense desembarcando en Santo Domingo el 15 de mayo de 1965. En primer lugar el teniente Jorge Alparo Morales, con la bandera de su país.

La acción de la FTP culminó con elecciones libres que llevaron al poder al presidente Joaquín Balaguer el 1 de julio de 1966, tras un largo proceso en el que actuó como jefe de Estado provisional Héctor García Godoy. La evacuación de la FIP fue completada el 20 de septiembre de 1966, cuando volvieron a su país los últimos soldados brasileños.
La FIP estaba organizada a base de una unidad norteamericana que incluía la 82° División Aerotransportada y unidades de sostén y logística, y una Brigada Latinoamericana Esta última comprendía un batallón brasileño y el Batallón Fraternidad. Este último estaba formado por una compañía nicaragüense, una hondureña, una paraguaya, el destacamento policial costarricense y fusileros navales brasileños. El total de bajas de la Fuerza fue de 24 muertos y 164 heridos.
Además de restablecer el orden, la FIP realizó una tarea de acción cívica, que incluyó servicios médicos, ayuda por catástrofes naturales como inundaciones, construcción y reparación de puentes y carreteras, suministro de agua y otras. El vicepresidente de Estados Unidos, Hubert Humphrey, sintetizó así las tareas de la FIP: “Miro a esta gran fuerza —pequeña en número pero grande en importancia— como un símbolo de paz y no de violencia. Ustedes han ayudado a salvar vidas, ustedes han ayudado a una nación a sobrevivir.

Habla un testigo

La intervención norteamericana en Santo Domingo, a los ojos de los periodistas que cubrimos aquella acción, no fue más que un deseo —logrado— de conservar intactas las estructuras socioeconómicas de la República Dominicana, íntimamente enfeudada a los intereses, particulares pero también oficiales, del Tío Sam. El jefe de la rebelión, el coronel Caamaño, así como quienes les seguían, eran hombres que luchaban por unas metas minimalistas de tipo reformador y por ellas se batieron duramente. Después de hablar con muchísimos de ellos y, sobre todo, después de observar las condiciones en las que vivían los más, así como las nulas esperanzas de mejora que contemplaban de cara al futuro, trascendía claramente que aquellas gentes no necesitaban ser comunistas, o castristas, para abordar el camino que habían emprendido. Y, desde luego, no lo eran aunque esa etiqueta les fue asignada para justificar lo que iba a ocurrir: la intervención militar norteamericana.
Desencadenada con el pretexto de evacuar a sus connacionales, tuvo lugar con una precisión matemática como si hubiesen contado con planes elaborados desde mucho antes, ya que conocían perfectamente las carreteras, calles, puntos neurálgicos, etcétera, de los que se apoderaron en un tiempo récord. En un abrir y cerrar de ojos, mientras que desde la azotea del Hotel Embajador contemplábamos a una poderosa escuadra desplegada, Santo Domingo y sus alrededores se cubrieron de campamentos, helipuertos, barricadas, puntos fuertes, etc. E incluso al citado hotel, en el que nos hallábamos los periodistas, le asignaron seis cañones —para su defensa— que fueron apostados en los jardines. La intervención norteamericana, en solitario, demasiado descarada, dio paso a la de la FIP que resultó mucho más lamentable al tratarse de un maquillaje burdo de la anterior. Tanto que el general Hugo Penasco Alvim me dijo: “Yo no puedo contarle nada. Para cualquier cosa que desee, diríjase a los norteamericanos. Ellos son los que mandan aquí’.
Una sola cosa positiva: la gran capacidad de encaje de las fuerzas de ocupación yanquis. Todos los periodistas —incluyendo buena parte de los norteamericanos— les criticábamos pese a lo cual nos daban de comer, se encargaban de nuestros télex y nos aseguraban los enlaces vía aérea con Puerto Rico. Una paradoja que, luego, constataría, repetida y multiplicada, en Vietnam.


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