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Lauri Törni. Desde Finlandia a Vietnam. El silencioso camino de un héroe.

Ayer noticia

Lauri Törni, un hombre “nacido para ser soldado”, como él mismo se auto -definía, era un finlandés de ojos azules y pelo rubio quien tras verse envuelto en la guerra de Invierno (1939-40) y de Continuación (1941-45), libradas entre Finlandia y la Unión Soviética, se encontró con que no le quedaba más alternativa que continuar la lucha. Y eso es lo que hizo aunque ahora en el Ejército de los Estados Unidos y con un nuevo nombre: Larry A. Thorne, por el que en ese país sigue siendo conocido.

El taciturno finlandés de puños de hierro es aún hoy un héroe para muchos hasta el punto de que tanto en los Estados Unidos como en Finlandia se organizan competiciones militares que llevan su nombre. Entre los miembros norteamericanos de las Fuerzas Especiales probablemente no hay nadie que, en una u otra fase de su formación, no haya oído hablar del capitán Larry Allan Thorne y de sus hazañas en Vietnam aunque las mismas comenzaron mucho antes, en su tierra natal.

En la Guerra de Invierno

Lauri Törni nació el 25 de mayo de 1919 en Viipuri, una ciudad situada en el istmo de Carelia, al norte de San Petersburgo. Viipuri era la ciudad más internacional de Finlandia y allí fue donde nuestro protagonista cursó sus estudios participando, a partir de un momento dado, en las actividades de la rama juvenil de la Guardia Cívica. Ingresó en el Ejército como voluntario y al estallar la guerra apellidada de Invierno, por haberse desencadenado en esa inclemente época del año, era sub-sargento (un grado entre cabo y sargento), encargado de las vituallas. Un puesto anodino que sin duda se acomodaba muy poco con su carácter emprendedor y valeroso ya que un día, con una temperatura de 42 grados bajo cero, Törni cruzó en solitario las líneas enemigas regresando con un prisionero. Lo hizo de manera tan silenciosa que ni los propios centinelas finlandeses se enteraron de nada. Esta hazaña tuvo un efecto electrizante, levantando el ánimo de lucha y la confianza entre sus conmilitones.
Durante las encarnizadas batallas que caracterizaron a la Guerra de Invierno, Törni tuvo a sus órdenes una patrulla especializada en destruir carros de combate sobre todo durante el cerco de Lemetti, al norte del lago Ladoga. También se hizo cargo, como suplente, de una compañía y hacia el fin de la guerra superó un curso para oficiales de reserva. Sin hablar una palabra de sueco, recibió entonces el mando de una compañía de finlandeses de ese origen y edad avanzada resolviendo el problema que suponía la incomunicación oral supliéndola por el lenguaje de las manos ya que el objetivo de todos era el mismo: ¡destruir al enemigo!.
Y es que el Ejército de un pequeño país está compuesto por individuos, no por masas. Gentes resueltas, que saben lo que se juegan y siempre dispuestas a dar lo mejor de sí. Gracias a ellas —de las que el francotirador Simo Háyhá y Lauri Törni son dos ejemplos excepcionales—, Finlandia pudo sobrevivir.

En las SS alemanas

En el verano de 1940, Törni fue distinguido  con las Medallas de la Independencia de 1 y 2 Clase ingresando en el verano del año siguiente, tras superar unas severas pruebas, en las SS y más concretamente en el SS Freiwilligen Bataillon Nordost. El viaje a Alemania lo hizo en secreto y, en general, los finlandeses que como él pasaron a prestar servicio en las Fuerzas Armadas del III Reich lo hicieron para mejorar su formación militar considerándose herederos de la tradición del glorioso Batallón nº 27 de Cazadores que, formado en Alemania durante la Primera Guerra Mundial, había sido la fuente nutricia del futuro Ejército de Finlandia, a la sazón un Gran Ducado ruso.
En las SS, los oficiales recibieron un grado equivalente al que ostentaban en su país así que Lauri Törni pasó a ser Untersturmführer, equivalente a alférez (subteniente).

foto: Lauri Türni luce el grado de teniente, el 27 de julio de 1944 (Foto: SA -kuva).

Cuando en 1941 los alemanes invadieron la URSS y Finlandia decidió sumarse a esa campaña para recuperar los territorios perdidos durante la Guerra de Invierno, el mariscal Mannerheim solicitó a Berlín que al menos una parte de los voluntarios que servían en los Ejércitos germanos regresaran a la Patria para tomar parte en la lucha. Tórni fue uno de ellos y durante el viaje por aguas del Báltico en lo que parecía un buen augurio de lo que le esperaba, pudo ver como unos cazas de la Luftwaffe derribaban a varios aviones soviéticos mientras que el resto se daba a la fuga.

En la Guerra de Continuación

Törni, ahora de nuevo luciendo uniforme finlandés, recibió el mando de una patrulla de la Sección Ligera nº 8 perteneciente a la 1ª División. Con ella avanzó hasta Petrosavodsk, capital de la Carelia del Este, alcanzando la región del Canal de Stalin y siendo gravemente herido por una mina en la noche del 23 de marzo de 1942 mientras que, con sus hombres,  recorría utilizando esquís, las líneas enemigas. Fue ascendido a teniente y durante el verano regresó a su antigua unidad sin importarle los fragmentos de metal que aún permanecían incrustados en su cuerpo. En el hospital sólo pudieron comentar: ¡ Törni se escapó al frente!.
Por esas fechas, en las divisiones se crearon compañías de cazadores en base exclusivamente a voluntarios, para realizar misiones especiales. En enero de 1943 nuestro hombre formó una de ellas en el seno de la 1ª División y cuando más tarde esta unidad fue disuelta puso en pie otra que se encargaría de combatir a los partisanos.
Durante las sangrientas batallas del verano de 1944 la fama de Törni se extendió por doquier.
Su destacamento, cuyos miembros lucían como emblema un relámpago amarillo, fue empleado en muchas misiones caracterizadas tanto por la peligrosidad como por la urgencia.
El entrenamiento de los cazadores de Törni era de lo más exigente, pero absolutamente necesario dadas las acciones de destrucción y reconocimiento en la retaguardia profunda enemiga que llevaban a cabo habiendo hervido, pasado el tiempo, de inspiración a muchos libros de aventuras. Su habilidad con el puukko, el cuchillo nacional finlandés, durante las misiones de guerrilla llegó a convertirse en una leyenda. Los comandos actuaban sigilosamente obteniendo tales éxitos que la propaganda radiofónica rusa llegó a ofrecer tres millones de marcos finlandeses (¡464.OOO euros de hoy!), por la cabeza de Törni. Por cierto que uno de sus hombres, Mauno Koivisto, años más tarde sería presidente de Finlandia.

La Cruz de Mannerheim

El 9 de junio de 1944, cuando los rusos lanzaron un gran ataque estratégico con la intención de descargar un golpe decisivo contra los finlandeses en el istmo de Carelia, el teniente Törni había vuelto a distinguirse desbaratando una amenaza de cerco y causando severas pérdidas al enemigo. Dos semanas más tarde, mientras desarrollaba una incursión de combate, obtuvo inteligencia sobre los planes y potencialidad de los rusos lo que iba, de nuevo, a permitir rechazar sus ataques.
Del 24 al 26 de junio de aquel aciago 1944, la compañía de Törni obligó a retirarse a dos regimientos enemigos que habían conseguido aproximarse a un cruce de carreteras importante y que casi les cortaba ya la retirada a las tropas finlandesas.
El 9 de julio, Lauri Törni recibió, como su titular número 144, la máxima condecoración al valor del país: la Cruz de Mannerheim. Si tenemos en cuenta que eran alrededor de 600.000 los finlandeses que vestían uniforme y luchaban en esos momentos y que sólo 191 fueron agraciados con esa Cruz, se comprenderá los destacados servicios prestados por nuestro protagonista. Por cierto que, caso poco frecuente en el mundo, esta recompensa se otorgaba a cualquiera que hubiese hecho méritos suficientes importando poco que fuese un general, jefe de un Cuerpo de Ejército, o un simple soldado.
Pese al empeño heroico de sus ciudadanos, militares o civiles, Finlandia tuvo que claudicar. Un país de tan escasa demografía no estaba en condiciones de soportar la erosión de una guerra como la planteada y mucho menos ahora que Alemania encajaba derrotas en serie y las esperanzas de victoria se habían evaporado. Para un hombre patriota y valeroso como Törni fue sumamente amargo soportar las humillantes condiciones de paz impuestas a Finlandia por la Unión Soviética y que le supuso perder el 10 por cien de su territorio incluyendo la hermosa capital de Carelia, Viipuri, y el pasillo de Petsamo que daba acceso al Océano Ártico. Unos 420.000 carelianos debieron abandonar para siempre sus hogares, Lauri Törni, sus padres y sus hermanos entre ellos.

La Batalla de Berlín

En noviembre de 1944, cuando ya era capitán, Tórni fue desmovilizado y por vez primera en su vida se encontró sin nada que hacer aunque no tardaría en presentársele la posibilidad de volver a la única profesión que conocía y que estaba seguro de dominar, la castrense. En efecto, regresó de nuevo a Alemania para mejorar su formación con vistas a ser más útil si la Unión Soviética, que había aceptado no ocupar Finlandia, rompía ese compromiso como era de temer. Un submarino de la Kriegsmarine recogió en secreto a algunos finlandeses y los desembarcó en Hamburgo desde donde se dirigieron a un campamento situado cerca de Mecklenburgo para recibir instrucción en cosas tales como uso de explosivos, técnicas de sabotaje, reconocimiento por radio, etc. Pero a las pocas semanas el curso fue interrumpido al saberse que el Ejército Rojo había iniciado el cerco de Berlín.
El III Reich estaba a punto de desplomarse y, por increíble que pueda parecer, a Törni le dieron el mando de una compañía de Infantería de Marina compuesta por un centenar de efectivos a los que debía guiar hasta la asediada capital. Una vez más tuvo que recurrir al lenguaje de las manos. Con sus hombres, Tórni luchó valerosamente al este de Berlín hasta que, ya con todo perdido, se rindió a una unidad británica que acababa de aterrizar en un aeropuerto cercano y que, en lugar de entregarle a los rusos, que es lo que solían hacer, lo mandaron a un campo de prisioneros situado en Bélgica de donde no tardaría en fugarse y en encaminar sus pasos hacia Finlandia donde le esperaba una desagradable sorpresa.

En la cárcel

Recién llegado a su país natal la Policía de Estado, la Valpo, ahora en manos de los comunistas, le detuvo siendo juzgado y condenado a seis años de cárcel por actividades contra el Estado. Inició así un recorrido penitenciario que pronto habría de quebrar fugándose y hubiera sido muy difícil que volviesen a echarle el guante de no ser porque la Valpo le tendió una trampa psicológica al atribuirle un robo. Para un hombre de la entereza moral de Törni ese era un insulto insoportable y se presentó voluntariamente, para lavar su honor, sin conseguir otra cosa que verse de nuevo tras los barrotes. Una vez más, intentó la fuga valiéndose de un gancho de hierro y de cuerdas hechas con sábanas siendo descubierto y si sus días no acabaron allí mismo fue porque el vigilante, al apretar el gatillo de su fusil, se encontró con que no funcionaba.
Lo peor de todo es que sus compatriotas, aquellos por los que había derrochado heroísmo, le trataron mal. Desde luego, en la época Finlandia vegetaba bajo el arbitrio de una Comisión de Control Aliada cuyo mando recaía en los rusos y la mayoría de los instrumentos básicos del Estado los dominaban los comunistas, fieles satélites de Moscú. En diciembre de 1948 las cosas habían cambiado lo suficiente como para que el presidente J.K. Paasikivi absolviese a Törni de sus supuestos delitos. Pero todavía hoy aún no se ignora en base a qué le quitaron el grado de capitán, lo que condujo a borrar su nombre del registro de oficial es de las Fuerzas Armadas finlandesas el 6 de octubre de 1950.

De Suecia a los Estados Unidos pasando por Venezuela

Ante las dificultades de todo tipo a las que se enfrentaba, Lauri Törni puso tierra de por medio cruzando clandestinamente la frontera con Suecia donde pensaba ejercer temporalmente el oficio de leñador. Allí encontró a una joven a la que le propuso matrimonio y fijada la fecha de la boda aquella viajó a Finlandia para recoger el uniforme de Tórni para que posase con él en la foto nupcial. Pero el hombre propone y Dios o el diablo dispone. En este caso fue la repentina obtención de un visado a nombre de Ema Mbrsky y la posibilidad de embarcar rumbo a Venezuela lo que puso punto final al noviazgo.

foto: A este voluntario finlandés de las Waffen SS le es impuesta la Cruz de Hierro de 2 Clase. Laurí Torni recibió también esa condecoración (Foto: SA-kuva).

En Caracas, Törni contactó con sus compatriotas que le procuraron pequeños trabajos; entre ellos la custodia de niños lo que, por cierto, hizo muy bien. ¡Habría sido cosa digna de ver al veterano guerrillero convertido en canguro!. También le ayudaron a sentar plaza como marinero en un mercante que cubría la línea entre Venezuela y la costa sur de los Estados Unidos aunque las disposiciones en vigor en la época impedían echar pie a tierra en este último país. Poca cosa para el finlandés que, fugitivo profesional como era, se tiró al agua cerca de Nueva Orleans alcanzando indemne la costa y dirigiéndose acto seguido a Nueva York.
Tras un corto periodo en el que se ganó la vida duramente en Harlem, tuvo la fortuna de establecer relación con Paavo Fleming, presidente de la asociación Compañeros de Armas Finlandeses en América (Suomalaiset Asevel jet Amerikassa) quien pensó, y no se equivocaba, que un hombre con la experiencia bélica de Tórni podría serle muy útil al general William Donovan. Como resulta sabido, Donovan había sido uno de los artífices del OSS, el antecedente de la CIA, y de numerosas acciones secretas en los frentes europeos y asiáticos de la Segunda Guerra Mundial. Fue así como nació Larry Allan Thorne en cuyo beneficio fue ideada una excepción a las leyes inmigratorias de los Estados Unidos, la Private First Class, que hoy lleva su nombre. Gracias a ese artificio legal pudo ingresar en el US Army, donde estaba llamado a hacer una carrera extraordinaria. Por cierto que el contacto con el general Donovan llegó justo a tiempo ya que el FBI acababa de detener al finlandés y no hubiera tardado en expulsarle.

Al servicio del Tío Sam

En enero de 1954 nuestro protagonista ingresó en Fort Dix, Nueva Jersey, para iniciar su reconversión a las reglas y hábitos del Ejército norteamericano. La media de edad de sus compañeros era de 19 años siendo la suya de 35 lo que no dejaba de resultar llamativo pero más sorprendente todavía era su vocabulario, compuesto apenas por una mezcla de palabrotas y órdenes. Convertido por fin en soldado de Infantería, se presentó al exigente Mountain Arid Cold Weather Survival Caurse (Curso de Supervivencia en Montaña y en Tiempo Frío), que tenía lugar en el Estado de Colorado, graduándose acto seguido como paracaidista en Fort Benning, Georgia, y obteniendo a continuación la calificación en HALO (High Altitude Low Opening). El siguiente paso, ya como miembro de una división de tropas aerotransportadas fue, en 1957, servir en la localidad bávara de Bad Tblz en el 1º Grupo de Guerra Especial.
Debido a la confianza en él depositada por el Mando y la percepción que el mismo tenía sobre sus capacidades, le fue confiada una misión secreta en los montes Zargos, en Irán, donde había caído un avión de reconocimiento U-2, de la USAF. Se trataba de recuperar los sensibles equipos que montaba así como los restos de su tripulante, tarea en la que habían fracasado previamente varios grupos de alpinistas europeos. Thorne, y su dirty dozen (docena sucia) de subordinados, consiguieron regresar aureolados por el éxito.

 En Vietnam

En 1963, mientras que nuestro héroe realizaba un curso en la Escuela de Infantería de Fort Benning fue enviado por vez primera a Vietnam del Sur. Allí obtuvo las alas de Maestro de Salto en Paracaídas después de haber llevado a cabo varias acciones paracaidistas acompañando a las tropas especiales sudvietnamitas. En 1965 reapareció en Fort Benning para concluir el curso tan abruptamente interrumpido, siendo destinado de nuevo al Sudeste asiático.
Allí estaba, en Phan Chau, al frente de un campo de Operaciones Especiales, cuando fue herido. No fue la única vez pues en dos ocasiones recibió el Purple Heart (Corazón Púrpura) con el que son recompensados, en los Estados Unidos, quienes derraman su sangre en combate. Dados sus años y las muchas cicatrices que lucía su cuerpo, al ser dado de alta en el hospital le ofrecieron la posibilidad de asumir un trabajo burocrático a lo que se negó en redondo.
La última foto de Thorne data del 18 de octubre de 1965 y le presenta caminando hacia un helicóptero que se disponía a acompañar a otro de reconocimiento en el curso de la supersecreta operación Shining Brass. La aeronave del finlandés desapareció durante el vuelo de regreso siendo él, en esos momentos, capitán y estando propuesto para ascender a mayor lo que tuvo lugar a título póstumo.
Lauri Törni, alias Larry A. Thorne, fue declarado desaparecido el 18 de octubre de 1965 y fallecido un año después, el 19 de octubre de 1966. Uno de sus compañeros y subordinados, el capitán Bobby Evans, dijo de él: Larry fue el mejor mando que haya jamás conocido en nuestra unidad. Las Fuerzas Especiales perdieron en él a su más brillante oficial, los Estados Unidos a un gran guerrero y el mundo a un gran hombre.
Cabe señalar que sus hazañas fueron de tal calibre que cuando el escritor Robin Moore, que le había conocido en la fortaleza de Tinh Bien, escribió su libro The Green Barets”, hizo del finlandés el protagonista aunque por razones de seguridad dándole otro nombre: Sven Kornie. Ficción que se mantuvo al llevar John Wayne a la gran pantalla, como actor y director, la gesta de los boinas verdes en Vietnam.

Condecoraciones recibidas por Lauri Törni

Finlandia : Cruz de Mannerheim . Dos Cruces de la Libertad. Dos Medallas de la Libertad  Medalla de la Guerra de Invierno. Cruz de la 1ª División. Cruz de los Cazadores de la Frontera. Medalla al Mérito de las Fuerzas de Defensa.

Alemania: Cruz de Hierro de 2ª Clase.

Estados Unidos: Legion of Merit. Distinguished Flying Cross. Purple Heart (dos). The Air Medal. Bronze Star (for Heroism). Army Commendation Medal.

N. de la R.: Esta relación posiblemente es incompleta ya que si por un lado resulta extraño que no posea la Medalla de la Guerra de Continuación, habiéndose distinguido tan sobresalientemente en la misma, por otro es muy probable que la Cruz de Hierro haya sido acompañada por alguna otra condecoración como, por ejemplo, la de la campaña en el curso de la cual se hizo merecedor de la misma.

Revista Defensa nº 303-304, julio-agosto 2003, Markku Onttonen


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