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Jueves, 28 de marzo de 2024 Iniciar Sesión Suscríbase

En Bosnia también estuvo la Infantería de Marina española, o cómo un puñado de Infantes abortaron una acción que pudo terminar en golpe de Estado

Cuando el sargento de la Infantería de Marina española, Juan Luna Álvarez, llega al Cuartel General del VII Cuerpo de Ejército serbo-bosnio en Latsva, a las 09:45 horas del 18 de noviembre de 1996, se encuentra con que le está esperando el teniente coronel Milisevic conforme a lo previsto, pero que también aguardan varios vehículos más, uno de ellos un blindado “BOV”, con personal armado y equipo de combate. Esto ya no estaba previsto, así que Luna se dirige a Milisevic y por señas, pues no tiene intérprete, le indica que ni el blindado ni el resto de vehículos con personal armado pueden abandonar el cuartel ya que no están autorizados por la Fuerza de Implementación de la Paz (IFOR), de la que Luna forma parte.  Milisevic le dice que no se preocupe pues no van a salir de allí.

Nada más lejos de la realidad. En cuanto los dos Hummer de la Infantería de Marina inician la marcha, el grupo serbobosnio sigue a los españoles. En cabeza va Luna con el cabo 1º Víctor Suárez de la Guardia, el soldado conductor Juan Domínguez Oneto y el soldado tirador Sergio Mateos Llamas, acompañándoles Milisevic. En el segundo vehículo viajan el cabo 1º Daniel Alemán Montero, el cabo 1º  Francisco Vera Gutiérrez y el cabo José M. Rosado Molina.
Algo muy extraño está ocurriendo y Luna no sabe a ciencia cierta el qué pero, por encima de todo, tiene muy clara su misión. Intenta enlazar por radio con su jefe, el teniente coronel de Infantería de Marina José Enrique Fojón Lagoa pero la carretera de Latsva a Trebinje, por la que circula, discurre por el fondo de un acantilado que encajona un río, lo que hace que las comunicaciones por radio en VHF no sean posibles. Está, pues, aislado en un ambiente de máxima tensión y Luna es consciente de que tiene que tomar decisiones rápidas, prudentes y sobre todo, correctas.
A poco más de 2 km. de Latsva la columna pasa a la otra orilla del río atravesando un puente que conduce a un rellano situado a otro par de kilómetros. En este rellano Luna, conocedor de la zona, detiene los Hummer pues ahí sí hay un buen enlace radio. Trata de que los serbobosnios regresen a Latsva sin llegar al uso de la fuerza, ni siquiera de las amenazas, pues está en una misión de paz y es consciente de que una de las cualidades más importantes demostradas por los españoles en Bosnia ha sido saber tratar a la población en general y a los contendientes en particular, sin la arrogancia, prepotencia y brusquedad de otros pueblos alejados de la mentalidad mediterránea.

Foto: Este “Hummer” blindado actuó como puesto de mando.

Al detener a la columna, Milisevic sale del Hummer e indica a sus compatriotas que no obedezcan a Luna y que le sobrepasen. No lo dudan y a toda velocidad, tanto el blindado como el resto de los vehículos emprenden la huída hacia Trebinje, situado a unos 9 km. Los infantes de Marina emprenden la persecución para adelantarles de nuevo acelerando al máximo lo que permiten los Hummer. La carretera es muy estrecha y apenas hay espacio para dos vehículos.  Los serbobosnios marchan por la parte interior mientras que los españoles tienen a su izquierda un barranco y al fondo, el río. La visibilidad es muy reducida pues se ha desencadenado una tormenta con un fortísimo aguacero.
El blindado está dispuesto a llegar a Trebinje, no importándole lo que pueda pasarles a los españoles así que, huyendo a la máxima velocidad, cuando tiene al Hummer de Luna a su altura, le propina fuertes golpes laterales para tirarlo por el barranco. Saltan los espejos retrovisores a causa de los empujones. Sin embargo, el conductor mantiene firme el volante y con una pericia extraordinaria aguanta los envites. Los infantes saben que se están jugando la vida pero son de los que asumen las consecuencias de su responsabilidad y, además, no se asustan, no pertenecen a la pléyade de los que se arrugan ante las dificultades por lo que, ni lo defectuoso del pavimento ni los golpes hacia el precipicio les van a impedir continuar su marcha acelerada.
Los Hummer responden perfectamente al esfuerzo que se les exige pero, cuando llevan algo más de un kilómetro de carrera salvaje, el vehículo de Luna va a recibir el golpe de gracia hacia el barranco. En ese momento, Milisevic, consciente de que está a punto de morir, gesticula y grita desaforadamente a los del blindado para que cejen en su criminal propósito. Estos se dan cuenta de que van a tirar al río a su jefe y dudan, se apartan un poco, lo suficiente para que Juan Domínguez acelere y de un volantazo se coloque delante del blindado. ¡Se han salvado por segundos! En ese momento, a poco más de 7 km. de Trebinje, cruza el Hummer en la carretera y detiene a la columna mientras que el segundo Hummer se queda en la cola, impidiendo la marcha atrás de los serbobosnios.  
Armas en ristre, los españoles saltan de los vehículos y se dirigen al blindado. En su interior, Luna reconoce nada menos que a los generales serbobosnios Grubac y Prstojevic intentando pasar desapercibidos y les comunica que no pueden seguir porque su movimiento no ha sido autorizado por IFOR. A los generales les acompañan cuarenta hombres armados; todos ellos en actitud amenazadora frente a siete españoles. Sólo trescientos metros más adelante se encuentra situada una patrulla de Infantería de Marina armada con una ametralladora pesada y un lanzador de misiles TOW. Esta patrulla, que había sido desplegada con anterioridad al ver la evolución desfavorable de la situación política, está oyendo por radio lo que ocurre y, sin dudarlo, se dirige hacia el lugar de los hechos para controlar el paso del grupo escoltado por Luna. Además, en el Cuartel General de la Brigada serbobosnia de Trebinje, los partidarios del general Milosevic, rival de Grubac, han tomado posiciones y permanecen con sus armas en las ventanas del Cuartel General listos para rechazar a la fuerza que se aproxima. Frente a este edificio, otra patrulla española se encuentra alerta. En la carretera, la tensión es enorme y si llega a producirse un sólo disparo, una hipotética reacción en cadena por parte de los presentes puede resultar infernal. El enfrentamiento parece inminente.

Foto: Vehículos de la Infantería de Marina española frente al castigado edificio de la Biblioteca de Sarajevo.

Luna consigue comunicar con el Destacamento de Infantería de Marina situado en Duzi (a unos 3 km. al Oeste de Trebinje) y Fojón ordena al comandante de Infantería de Marina José Luis Torres Domingo que vaya rápidamente al lugar donde está la columna detenida y comunique al general Grubac que tiene que volver a Latsva. Pasan 50 minutos interminables en los que Luna sigue, impávido, haciendo frente a la situación hasta que llega Torres al mando de una compañía de infantes. Torres resulta convincente por lo que el general accede y pide entrevistarse con el teniente coronel español en Latsva. Cuando éste llega al punto de la cita le comunican que Grubac le presenta sus disculpas pero que su estado de ánimo no le permite verle. No es para menos. La actuación decidida del sargento Luna y sus seis hombres acaba de abortar una acción que pudo haber llevado a un golpe de Estado de consecuencias imprevisibles, como veremos más adelante.

LA INCORPORACIÓN
Para estos infantes del Tercio de Armada (TEAR), todo empezó el día 25 de junio de 1996 cuando despegó del aeropuerto de la base naval de Rota (Cádiz), en dos aviones CASA CN-235 del Ejército del Aire, el Trozo avanzado del III Batallón de la Brigada de Infantería de Marina (BRIMAR) con base en San Fernando (Cádiz) a poco más de 30 km. de Rota.
El TEAR es una unidad polivalente cuya misión consiste en lograr la proyección del Poder Naval sobre la tierra. Se compone de la BRIMAR, que tiene unos 2.500 hombres y la Unidad de Base que, con alrededor de 500, es responsable del apoyo logístico en San Fernando. El TEAR se encuentra bajo el mando operativo del Almirante de la Rota y dispone de armas ligeras y pesadas entre las que figuran carros M-60, obuses de 105 mm. y autopropulsados de 155, vehículos anfibios, misiles contracarro TOW y Dragón, misiles antiaéreos Mistral, etc. Tiene una gran disponibilidad y un altísimo grado de adiestramiento, en especial en operaciones multinacionales; pues, no en vano forma parte de una Infantería de Marina que, desde su creación en 1537, ha estado combatiendo prácticamente por todo el Globo.
Desde Rota, los componentes del Trozo avanzado marcharon, en vuelo hasta el aeropuerto de Mostar Ortijes y desde éste, por carretera, al destacamento de Duzi Trebinje que estaba ocupado por el Grupo Ligero Acorazado de Caballería Castillejos al cual debían relevar, integrándose en la Brigada Española (SPABRI), con Cuartel General en Medjugorje. La SPABRI formaba parte de la denominada División Multinacional Sureste (bajo el control del Cuartel General de División francés), a su vez compuesta por una brigada francesa con fuerzas ucranianas y una brigada italiana con fuerzas egipcias y portuguesas. Además contaba con unidades de apoyo francesas y marroquíes.

Foto: Posando junto a un vehículo confiscado al VRS.

En muy pocos días, los componentes del Trozo avanzado tenían que prepararlo todo y hacerse cargo de la situación para que, cuando se incorporasen el resto de los infantes, no hubiese merma alguna de la eficacia. Así pues, se integraron en el Castillejos informándose de las actividades de la Plana Mayor, secciones, unidades de maniobra, etc. Todo esto junto con reconocimientos de la zona de responsabilidad, incluyendo uno aéreo en helicópteros del Ejército francés.

El 7 de julio llegó el resto del III Batallón al puerto de Ploce (Croacia), a bordo del buque de desembarco Pizarro de la Armada Española iniciándose, en el acto, el relevo entre las unidades de Caballería y las de Infantería de Marina. Pudo hacerse con tal agilidad que el 8 de julio tuvo lugar el cambio de responsabilidad entre las dos unidades, precisamente el mismo día en que el presidente del Gobierno, D. José María Aznar, visitaba el destacamento acompañado por el ministro de Defensa, Sr. Serra, y por el jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), teniente general Valderas.

LA MISION
Como señalamos al comienzo de estas líneas, el batallón estuvo incorporado a IFOR, fuerza que, como recordarán los lectores, fue desplegada en Bosnia-Herzegovina para velar por el cumplimiento de los acuerdos de paz de Dayton, firmados el 21 de noviembre de 1995. Constituida casi un mes más tarde, el 20 de diciembre, su misión se prolongó durante un año poniendo fin a la sangrienta guerra civil que asolaba la ex Yugoslavia. Operando según lo dispuesto en la Resolución 1031 de las Naciones Unidas, IFOR estuvo bajo mando unificado de la OTAN y actuó de acuerdo con las “Reglas de Enfrentamiento” establecidas por la propia Alianza. Estas “Reglas” establecen la forma de controlar el desarrollo de las crisis al permitir graduar el empleo de la fuerza con la intensidad requerida para cada momento. Dentro del marco general de responsabilidades de IFOR, al Batallón de la BRIMAR le correspondieron, entre otras, las siguientes tareas:
-Asegurar la libertad de movimientos en la zona asignada: Teóricamente serbios, croatas y musulmanes tenían libertad para circular por todo el territorio pero, de hecho, nadie se atrevía a entrar en una zona controlada por otra facción, a menos que hubiese tropas de IFOR para garantizar la seguridad.
-Supervisar y, en caso necesario, forzar la retirada de las fuerzas contendientes a sus territorios y controlar su separación: Esto suponía tener que inspeccionar cuarteles, unidades y depósitos de armamento y munición. Acababa, además, la vigilancia de los helipuertos de los antiguos contendientes.
-Supervisar la señalización de los límites de las zonas de separación de las facciones.
- Asumir el control del tráfico militar por rutas terrestres en el territorio asignado:
Es decir, controlar y supervisar los movimientos de personal, vehículos y material militar así como escoltar a convoyes y unidades militares. También incluía la supervisión de los ejercicios militares de los antiguos rivales.
La ejecución de todo lo anterior llevaba implícitas otras misiones no menos importantes como la de recopilar información del área y la de estudiar los índices de normalidad (controles de actividad pública en comercios, calles, colegios, bares, etc.; control numérico de vehículos en circulación; comprobación de los movimientos de los precios, etc.). Además, dentro de sus posibilidades y, sin perder de vista sus principales cometidos castrenses, había otros como: * Prestar apoyo a las diversas organizaciones empeñadas en tareas no militares relacionadas con los acuerdos de paz, como la celeración de elecciones. Entre esas organizaciones se
encontraba la Policía de las Naciones Unidas, la Misión de la Comunidad Europea y la Misión de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE). * Asistir a la Alta Comisión de las Naciones Unidas para los refugiados (UNHCR). * Igualmente a otras organizaciones internacionales en misiones humanitarias.  *Encauzar los movimientos de población, de refugiados y de desplazados. * Asesorar en las operaciones de limpieza de minas y obstáculos. * Establecer contactos con autoridades civiles y militares. * Llevar a cabo estudios sobre necesidades de índole humanitaria.

LA COMPOSICION DEL III BATALLON

En total fueron 367 infantes de Marina, todos profesionales y voluntarios, los integrantes de la unidad que logró dejar una huella más que notable de su paso por los Balcanes. El III Batallón estaba constituido por Mando y Plana Mayor, compañía de Plana Mayor y Servicios, dos compañías de fusiles y una compañía de armas. Al mismo tiempo, y formando parte del apoyo logístico de la SPABRI, en el aeropuerto de Mostar se encontraba un equipo de esta especialidad compuesto por cuarenta infantes, mientras que en el Cuartel General español, en Medjugoije, había diez oficiales y suboficiales. El Batallón estaba totalmente motorizado contando con sesenta y tres vehículos Hummer, de muy buenas características y diez camiones. Sus armas eran misiles contracarro TOW, morteros de 81 mm. y ametralladoras pesadas de 12,7 mm. junto con el armamento ligero habitual.

Foto: Entre otras  dificultades hubo que vencer los rigores del invierno balcánico.  

EL DESPLIEGUE
La zona asignada a la Infantería de Marina española estaba situada en el extremo Sureste de Bosnia-Herzegovina teniendo a Croacia al Sur y Suroeste, Montenegro al Este, y al Norte, dentro de Bosnia-Herzegovina, el área de responsabilidad de la II Bandera Paracaidista española. El sector lo cruzaba la línea de separación interentidades (IEBL), divisoria entre la denominada República Sprska (serbo-bosnia) y la Federación croato-musulmana, quedando la mayor parte del territorio bajo responsabilidad de los infantes de Marina del lado de la República Sprska.
La orografía, en general, es allí muy montañosa con una altitud máxima de 1.704 m., existiendo dos amplios valles: el Popovo Polje por el que discurre el río Trevinja, y el Dabrsko Polje que configura el llamado corredor de Stolac. Los núcleos de población más importantes en ese espacio son las ciudades de Trebinje, Bileca y Ljubinje.

Foto: Los lugares en los que la Infantería de Marina española dio lo mejor de sí.

La base, y por lo tanto el Mando del III Batallón, se instaló en Duzi, a 7 km. de Trebinje, a tan sólo tres de la línea IEBL, y a 128 km. del Cuartel General de la SPABRI. Ocuparon unas antiguas dependencias de la Armada yugoslava cedidas a IFOR por el Ejército serbo-bosnio (VRS). Para los infantes de Marina, curtidos en las estrecheces de los buques anfibios y en los embates de la mar, la habitabilidad del acuartelamiento era más que suficiente para cubrir sus necesidades disponiendo de comedores, cocina, lavandería, etc., que funcionaron sin problemas.
Además de la base en Duzi, se destacó una sección reforzada a la ciudad de Dracevo estableciéndose a la vez, al Norte de Bileca, una base para las patrullas. Bileca, perteneciente a la República Sprska, estaba muy próxima al corredor de Stolac por donde se nutría, durante la guerra, al frente serbo-bosnio, así como a varios enclaves de la Federación croato-musulmana, a la ciudad musulmana de Plana y a Montenegro. Por esto, inicialmente, hubo entre los serbo-bosnios una actitud hostil y un cierto temor ante la llegada de las fuerzas de IFOR lo que, a su vez, exigió una presencia especial en este punto potencialmente conflictivo, situado a unos 45 km. de Trebinje.
La actividad diaria del III Batallón se desarrolló en toda la zona descrita cumpliendo con la mayor eficacia cada uno de los cometidos que tenía asignados, dentro de los indicados en la misión. Además, en el mes de noviembre, en nombre de la Armada Española le fue entregado al hospital de Bileca una ambulancia adquirida con fondos de empresas españolas, entre otras Amper y Bazán. Sin embargo, actuar por rutina está muy lejos de la mentalidad del infante de Marina y, como consecuencia lógica de ello, tuvieron una serie de actuaciones que bien cabe calificar de extraordinarias, derivadas unas de la evolución general de los acontecimientos y otras, consecuencia exclusiva de la alta calidad del personal de la BRIMAR destacado en Bosnia. Vamos a referirnos a las más importantes.

ALERTA MÁXIMA
Como demostración de que su presencia en Bosnia-Herzegovina nada tenía que ver con unas maniobras más o menos realistas, el día 6 de agosto, casi un mes después de su desembarco en estas tierras ensangrentadas, fue establecido para el territorio de la República Sprska la condición Fear Naught, que es como era denominada la alerta máxima para las tropas de IFOR. En consecuencia, fue replegada a Duzi la base de patrullas destacada en Bileca y se acogieron a la protección de la Infantería de Marina española los miembros de la Policía de las Naciones Unidas, los de la OSCE y los de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG’s) que operaban en la zona. La alerta la provocó un intento norteamericano de inspeccionar el Cuartel General del VRS de Hans Pisejak, posiblemente buscando al general Mladic, siendo levantada el día 8 sin mayores consecuencias.

EL APOYO A LAS ELECCIONES
Antes, durante y después de la llamada a las urnas del 14 de septiembre de 1996 en Bosnia-Herzegovina, la tarea principal del III Batallón de la Infantería de Marina española fue contribuir al mantenimiento del clima de seguridad necesario que permitiese el desarrollo de la jornada electoral. Además, tenía que proporcionar apoyo logístico a la OSCE, a los observadores de la Comunidad Europea y a la Policía de las Naciones Unidas.

Foto: En posición en el camino entre Duzi y Dubrovnic.

Poco antes del día de la cita electoral se hizo un reconocimiento detallado de los 145 colegios, muchos de ellos en lugares de acceso muy difícil, se repartió el material y se apoyó a los observadores internacionales facilitándoles transporte, alojamiento, instrucción en comunicaciones, conocimiento de la zona, etc. Cuando sólo faltaban dos días para las elecciones, el Batallón fue desplegado a lo largo y ancho de los 2.5OO km. cuadrados asignados, lo que da una idea del esfuerzo exigido.
El día de las elecciones transcurrió sin incidentes serios gracias a la presencia de IFOR en los puntos de mayor conflictividad como eran las entradas a la República Sprska desde la Federación croato-musulmana, colegios electorales designados para desplazados musulmanes, etc.

UNA OPERACION DE REQUISA

En la mañana del día 7 de octubre, durante una de sus patrullas rutinarias, la sección destacada en Dracevo detectó dos camiones del Ejército bosnio-croata, los detuvo y conversando con los conductores supo que se dirigían a Croacia a por material. En consecuencia, se montó una operación para interceptarlos a su regreso y comprobar la carga. Volvían de madrugada y sin placas de matrícula pero, a pesar de ello, uno de los puntos de control los identificó, dándoles el alto. Comprobada la carga pudo verse que consistía nada menos que en diez toneladas de explosivos por lo que se les informó que quedaba confiscada. Comenzaría así un proceso de seis horas de duración transcurrido entre las protestas iniciales y las amenazas posteriores, especialmente contra el traductor, pero ante la firmeza y demostración de fuerza de la sección de Infantería de Marina que acudió en apoyo del punto de control, los bosnio-croatas no tuvieron más remedio que aceptar, como inevitable, la requisa.
Por la cantidad de munición intervenida, ésta fue la segunda operación más importante de las que hicieron las fuerzas de IFOR durante el año en que estuvieron desplegadas.

EL INTENTO DE GOLPE DE ESTADO
El 8 de noviembre de 1996, la presidenta de la República Sprska, la Sra. Biljana Plavsic, nombró al general Pero Colic, jefe del Estado Mayor de su Ejército, lo que significaba la destitución del general Ratko Mladic que, hasta entonces, ostentaba ese cargo. Consecuencia inmediata era el relevo de todo el Estado Mayor del VRS, surgido y consolidado durante la guerra y cuyo jefe era, para los de su campo, una leyenda. La destitución representaba, en realidad, un nuevo episodio de la lucha por el poder entre dos facciones: por un lado el Gobierno serbo-bosnio surgido de unas elecciones democráticas, legitimadas por Occidente y apoyado por un partido nacionalista que quería una República independiente de Belgrado. Por otro lado el Ejército, cuyos componentes soñaban con la Gran Serbia pues en su mayoría procedían del antiguo Ejército federal yugoslavo. Mladic sabía que, a diferencia del año anterior cuando quiso quitarle el mando sin conseguirlo Radovan Karadzic, esta vez sus días estaban contados pero buscaba asegurarse que el VRS continuaría siendo un poder dentro del poder.

Foto: Cartel indicador español en una carretera bosnia.

De forma sorprendente, el cambio de jefe del Estado Mayor del Ejército serbobosnio sólo supuso el relevo del jefe de uno de los tres Cuerpos de Ejército que lo componían, precisamente el del VII que se encontraba al mando del general Grubac, el más carismático de todos los generales, militar de gran prestigio, considerado el delfín de Mladic. Su Cuartel General estaba, para su desgracia, precisamente en Latsva, a pocos kilómetros del Batallón de la Infantería de Marina.
Así las cosas, el día 9 se celebró en Bileca una ceremonia de jura de bandera a la que asistió como invitado el teniente coronel español. El acto fue presidido por el general Prstojevic, segundo jefe del VII Cuerpo de Ejército, a las órdenes de Grubac. Después de la ceremonia, Fojón y el suboficial mayor de Infantería de Marina, Secundino Rey Lugris, fueron invitados a una comida con Prstojevic. En la misma el general dijo que la Sra. Plavsic había formado un Estado Mayor paralelo al de Mladic, pero que los españoles no tienen por qué preocuparse. Esto produjo la alarma de Fojón; alarma confirmada al poco cuando el jefe de la Policía local de Trebinje le advirtió que los generales Mladic y Grubac se negaban a dejar sus puestos. La reacción del jefe del III Batallón fue inmediata: alertar a sus fuerzas.
En los días posteriores la actividad de los bandos enfrentados creció sin disimulos, sucediéndose las reuniones del teniente coronel español con civiles y con generales serbo-bosnios en las que los indicios pasaron a convertirse en posibilidades reales. El estallido del conflicto era inminente y a nuestra Infantería de Marina le iba a corresponder un papel difícil y decisivo, exigiendo el cumplimiento de los acuerdos de Dayton y asegurando el mantenimiento de la paz.
Como preludio a lo que se avecinaba, el día 14 hubo un intento serbo-bosnio de ocupar el denominado vértice Leotar, punto vital como enlace de comunicaciones radioeléctricas, pero los españoles habían tomado sus precauciones y mostrando la firmeza propia de los infantes de Marina lo hicieron fracasar.

Foto: Adiestramiento de los infantes de Marina en las proximidades de Trebinje.

No se dieron por vencidos por lo que el día 18, siempre de ese mes de noviembre, a las 07:00 horas, se presentó en el destacamento de Duzi el teniente coronel Milisevic que era el oficial de enlace entre el VRS y el Batallón. Dijo que el general Grubac estaba en Latsva y que él, Milisevic, quería ver a los generales al mando de la División Multinacional Sureste y de la SPABRI para informarles del supuesto traslado al Norte de un grupo terrorista denominado Lobos blancos. Para ello necesitaba concertar la entrevista y que se le autorizase el traslado, con escolta, desde Latsva a Mostar. Todo parecía correcto, así que fueron concedidas las autorizaciones precisas y al sargento Luna se le ordenó dirigirse a Latsva para escoltar a Milisevic... que estaba lejos de suponer cual era la determinación y firmeza de este infante de Marina que, siguiendo las instrucciones del jefe del Batallón, sería el que materialmente hiciese abortar el golpe de Estado en curso, como ya vimos al principio de este reportaje, descubriendo la estratagema del general Grubac que, con sus secuaces armados, pretendía llegar a Trebinje nada menos que escoltado por los vehículos de IFOR.

LA DESPEDIDA
A primeras horas del 4 de diciembre, el jefe del III Batallón se despidió de Grubac en Latsva. El general, tras comunicarle que se retiraba al haber fracasado su intento de golpe de Estado, hizo cálidos elogios de la valía de los infantes de Marina. Unos días antes, el general francés De Lambert, jefe de la División Multinacional Sureste, había felicitado personalmente al sargento Juan Luna por su acción.

Foto: El general Xavier de Lambert felicita  personalmente al sargento de la Infantería de Marina española, Juan Luna Álvarez.

Terminados los actos protocolarios, Fojón se dirigió a Ploce para embarcar con su Batallón en el buque de desembarco Hernán Cortés, de regreso a España después de seis meses en los que recorrieron más de 500.000 km. en patrullas con sólo tres incidentes menores en núcleos urbanos, debidos todos ellos a la estrechez de las calles. La operatividad de los vehículos fue del 95 por cien, debiendo mencionarse que, además de las misiones puramente operativas, los servicios sanitarios del III Batallón atendieron a 350 civiles sin contar innumerables casos en pueblos y aldeas situados en su zona de responsabilidad.

DE NUEVO EN CASA
El 9 de diciembre, el muelle nº 1 de la base naval de Rota estaba abarrotado de familiares y amigos dispuestos a estrechar en un fortísimo abrazo a los que tan dignamente representaron a la Armada Española en los Balcanes. Apenas habían transcendido las noticias de los hechos relacionados con el intento de golpe de Estado y con la requisa de munición que protagonizaron estos efectivos, pero las palabras de bienvenida del almirante D. Juan J. Romero, jefe del Estado Mayor de la Armada, dejaron entrever que algo trascendente había ocurrido durante su despliegue. Al día siguiente, la Prensa local publicó una corta reseña sobre el intento de golpe de Estado.

Foto: La alegría  del regreso tras el deber cumplido.

 CONCLUSIÓN
Durante los casi cuatro años que duraron las operaciones marítimas de embargo y bloqueo a la ex Yugoslavia, hubo en el Adriático dos fragatas españolas permanentemente destacadas en la zona, del total de nueve que tenía la Armada al comenzar las operaciones y once al terminarlas. Además, la Armada colaboró con dos patrullas de submarinos y con el envío de su único petrolero durante un mes cada semestre. Este esfuerzo, sólo superado por los Estados Unidos y por Italia, fue del mismo nivel que el del Reino Unido y Holanda y superior al del resto de los países de la OTAN.

La presencia de los barcos españoles en las dos zonas de operaciones del Adriático, frente a las costas de la ex Yugoslavia y al Sur de ese mar para vigilar la entrada del tráfico, se tradujo en un total de 3.500 días de mar en los que se controló la identidad de más de 5.000 barcos, fueron registrados más de 500 y se obligó a ir a puerto a 119. Sin embargo, de forma totalmente incomprensible, esta actividad ¡de cuatro años!, pasó casi desapercibida para los medios de comunicación social españoles.

Foto: Visita de autoridades españolas a Medjugorje.

¡Y ahora lo mismo! Igual que en su momento apenas tuvo eco a nivel nacional la actividad de las fragatas en el Adriático, tampoco trascendió la de estas fuerzas de la Infantería de Marina española. Sólo muy pocas noticias y, además, a nivel local. Sin embargo, en el Boletín Oficial del Ministerio de Defensa quedó claramente reflejado el paso de los infantes por Bosnia cuando acogió en sus páginas las distintas órdenes por las que les concedieron bien merecidas cruces del Mérito Naval con distintivo azul. No en vano supieron responder con la máxima profesionalidad y eficacia en el momento en que se puso en sus manos la posibilidad de impedir un nuevo resurgir del conflicto y de asegurar el mantenimiento de la paz en esa parte de los Balcanes. Tuvieron una actuación que, sin duda alguna, pasará a formar parte de la Historia y obligará a modificar el mural con el mapamundi en el que se reflejan todos los lugares del Globo en los que la Patria reclamó la presencia de la Infantería de Marina.

Revista Defensa nº 247, Noviembre 1998


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